Shiz escribió:Bla bla bla: Morralla.
Sea otro cliché: un padre autoritario que quería un hijo y tiene una hijita rubia sensible; una madre que está demasiado borracha como para prestar atención al bebé que cuida la chacha sudamericana y, finalmente, un hermano varón que acaba por condenar definitivamente al ostracismo a la niñita rubia, nuestra protagonista.
Una infancia terrible y carente de afecto, empeorada por un andar errático y una ligera malformación en la columna, desemboca en una vida adulta con cierto éxito laboral y una situación económica desahogada. Pero como no tiene pito, su padre sigue castigando su existencia. El dinero pronto se muestra insuficiente como medio para conseguir la felicidad.
Su mente enferma relaciona el castigo físico con el amor fraternal, por eso se empeña en embarcarse en relaciones autodestructivas y sadomasoquistas que, lejos de escarmentarla, suponen una huida hacia delante. Ser despreciada por hombres es una forma de reconstruir una figura paterna. Pero las humillaciones de sus novios ocasionales poco a poco se descubren insuficientes. Quiere más, ahora ansía incluso el rechazo de desconocidos: Se exhibe, se siente bien sintiéndose deseada, NECESITA saber que los hombres piensan en ella aunque solo sea para pelarse la sardina. Qué mejor que un foro de mongólicos babosos y vírgenes para compensar las carencias afectivas que arrastra desde la infancia.
Por primera vez, vive una etapa de cierta placidez pastoreando a una piara de pHoreros. Cada uno de esos despojos que vitorea sus aireadas carnes es una pequeña ración individual de amor. Día a día, mantenerlos dentro del redil se va convirtiendo en un acto imprescindible para su salud mental. Perder uno de ellos puede suponer una recaída a los tiempos del abandono físico y sexual.
Pero llega un momento en el que vuelve a tocar fondo: un negro asocial obeso y subnormal la deja de lado e ignora sus llamadas de atención en forma de fotografías más o menos explícitas. La situación se torna insostenible cuando el negro se calza a una bellísima mujer llamada Heia. Desesperada, la niña -ya mujer- de nuestra historia, se ofrece abiertamente a su oscuro objeto de deseo, cree que si pierde al negro nunca podrá conseguir el amor de su padre.
El rechazo del negro hace que reaccione con una furia inusitada, contando descabelladas mentiras.
Pero no hay vuelta atrás, el negro pasa de ella. Repito: EL NEGRO PASA DE ELLA.
Y entonces, la niñita rubia, decide ir a una clínica privada para operarse y ponerse un buen pito.