Marlboro light
Publicado: 07 May 2007 19:46
Empecé a fumar con 17 o 18 tacos, una edad bastante tardía para lo que se suele llevar entre la juventud española, ¿no creeis?, empezar es bastante fácil, estás en un grupete de amigos, uno empieza a hacerlo, el fumar, por un primo mayor o una marcha o un viaje a los madriles y claro, no puedes ser menos y menos cuando eres más chulo que un ocho.
Fumar al principio no mola nada, es más, es que no sabes ni porque lo haces salvo porque quieres ir de mayor por la vida y claro, eso engancha y te engancha que lo flipas, tanto, que al final no sabes ni porque fumas, como al principio de todo. Fumas porque lo necesitas y no puedes dejarlo, es superior a la gente.
Luego está el tema de copeo y de charla cafetera, eso es o fue lo peor, fácil dos paquetes de Marlboro light cuando salía de fiesta era lo normal y en una cafetería podía llenar un cenicero tranquilamente.
Después de siete pitis tras hora y media:
- ¿fumas mucho, no?
- No, no tanto, la verdad y hago deporte.
Noche vieja de hace años.
- Oye, pásame un paquete de Marlboro light
- Son seiscientas pelas.
- ¡Ladrón!
Las pagué claro pero casi me lío a hostias con los del estanco pirata.
Era el típico de: algo me tiene que matar, ¿no dejan fumar?, nos vamos, ¿como que en el cine no se puede fumar?, ¿como que en el hospital no se puede fumar?, , a mí me jode tu cara, ¿vale?
Vamos, el típico fumador empedernido. Momento relax, piti, momento café, piti, momento descanso, piti, momento voy por la calle andando, piti, momento pillo el coche para ir a la playa, piti, momento tal o cual, piti.
Y me molaba, joder, claro que me molaba, como a todo aquel que ha sido fumador y es fumador, los entiendo a todos. Pero como ya he dicho llega un momento que no sabes porque coño fumas.
¿Como dije basta?
Fácil, fue en un partido de futbito, me llaman unos colegas:
- ¿Te vienes a jugar?
- Venga.
Nada, calentamos, charlamos y empieza el partido, antes me había calado un piti, al principio bien, controlo el tempo y corro lo justo para no empezar a explotar pero poco a poco la lengua me llega a los tobillos, lo oidos me empiezan a pitar y el pecho parecía estallar. Me dije, se acabó, ya está bien del asunto este del piti para arriba o para abajo.
Lo dejé, sin parches, sin hipnosis, sin tratamientos, sin presiones ajenas, sin libros de ayuda. Simplemente dije:
No.
Sólo he vuelto a dar unas caladas la última noche vieja, me supo a lujo, pero listos, ya no hay problema. Todavía hoy la gente flipa con que lo haya dejado. Y te ahorras una pasta que no veas.
Fumar al principio no mola nada, es más, es que no sabes ni porque lo haces salvo porque quieres ir de mayor por la vida y claro, eso engancha y te engancha que lo flipas, tanto, que al final no sabes ni porque fumas, como al principio de todo. Fumas porque lo necesitas y no puedes dejarlo, es superior a la gente.
Luego está el tema de copeo y de charla cafetera, eso es o fue lo peor, fácil dos paquetes de Marlboro light cuando salía de fiesta era lo normal y en una cafetería podía llenar un cenicero tranquilamente.
Después de siete pitis tras hora y media:
- ¿fumas mucho, no?
- No, no tanto, la verdad y hago deporte.
Noche vieja de hace años.
- Oye, pásame un paquete de Marlboro light
- Son seiscientas pelas.
- ¡Ladrón!
Las pagué claro pero casi me lío a hostias con los del estanco pirata.
Era el típico de: algo me tiene que matar, ¿no dejan fumar?, nos vamos, ¿como que en el cine no se puede fumar?, ¿como que en el hospital no se puede fumar?, , a mí me jode tu cara, ¿vale?
Vamos, el típico fumador empedernido. Momento relax, piti, momento café, piti, momento descanso, piti, momento voy por la calle andando, piti, momento pillo el coche para ir a la playa, piti, momento tal o cual, piti.
Y me molaba, joder, claro que me molaba, como a todo aquel que ha sido fumador y es fumador, los entiendo a todos. Pero como ya he dicho llega un momento que no sabes porque coño fumas.
¿Como dije basta?
Fácil, fue en un partido de futbito, me llaman unos colegas:
- ¿Te vienes a jugar?
- Venga.
Nada, calentamos, charlamos y empieza el partido, antes me había calado un piti, al principio bien, controlo el tempo y corro lo justo para no empezar a explotar pero poco a poco la lengua me llega a los tobillos, lo oidos me empiezan a pitar y el pecho parecía estallar. Me dije, se acabó, ya está bien del asunto este del piti para arriba o para abajo.
Lo dejé, sin parches, sin hipnosis, sin tratamientos, sin presiones ajenas, sin libros de ayuda. Simplemente dije:
No.
Sólo he vuelto a dar unas caladas la última noche vieja, me supo a lujo, pero listos, ya no hay problema. Todavía hoy la gente flipa con que lo haya dejado. Y te ahorras una pasta que no veas.