pH, más que hamor, frensi.

Ponerme desnudo frente al espejo antes de darme una ducha, agarrarme la polla y hacerla girar a toda velocidad como las aspas de un helicóptero.

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Encender un ventilador y hablar hacia el para que mi voz suene metálica, como la de un robot. En ocasiones, al apagarlo, introduzco mi pene entre las aspas para pararlas del todo.

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Conducir desnudo de cintura para abajo y con una vieja camiseta marcona con el lema YMCA impreso, por el carril de enmedio de la autopista a velocidad moderada. En ocasiones, cuando me adelanta un camionarro, hago sonar el estribillo de la canción de los Village People apretando con la polla el claxón rítmicamente.

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Entrar en un edificio de oficinas con paso decidido, preguntar por el director general sin dar tiempo a reaccionar a recepcionistas y vigilantes, y disfrutar de la sensación de que todas las puertas se vayan abriendo a mi paso sin necesidad de sacar las manos de los bolsillos.

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Caminar por el ensanche barcelonés a las siete de la mañana de un domingo y comprobar que, a veces, la ciudad sí duerme.

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Ir con mi coche siempre en reversa porque se encienden las luces estroboscópicas de la parte de atrás y suena Smooth Criminal de manera que todos se dan cuenta de que mi coche es demasiado guay para dar marcha atrás y en realidad hace el Moonwalker.

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Desayunar mis pickycrok: fuet casa tarradellas rebozado en una gruesa capa de pan rallado recién pasado por la sartén (4xpareado), servido con un bol de tocino y otro de zurrapa de lomo para mojar.

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Nadar en pelota picada en el mar a plena luz del día.

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Disfrazarme de obstetra con monóculo, desnudo de cintura hacia abajo, y comprobar que el monóculo imprime una seriedad que deviene en temor reverencial de los celadores, las pacientes y los viandantes.

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Ponerme mi pasamontañas y salir a cazar extranjeros con un bate Made in China.

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Me gusta mear en el campo, especialmente si es a la luz de la luna, haciendo eses de meado en el aire, y oir el ruido opaco del meado cayendo sobre la tierra seca.

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