La mancha
La mancha
Es evidente que nos encontramos en un estado de corrupción. Y es más evidente si, como hice en el primer post de mi bitácora, nos atenemos a un juego de opuestos desde el que resulte más fácil intuir la verdad.
Basta con admitir que existe una ley natural para valorar hasta qué punto el hombre la cumple sin coacción -miedo o esperanza- en términos generales. Podemos encontrarla en el denominador común de las religiones preponderantes. Mi mujer, exbudista, hoy cristiana, me habló de los cinco preceptos básicos que todo hombre medio debe cumplir en su antiguo credo: 1) no matar la vida, 2) no robar, 3) no cometer estupros, 4) no mentir y 5) no embriagarse. Los cuatro primeros, según se encargó de explicarme, dependen del último en sentido amplio, que representa el mantenimiento de la conciencia frente al ataque de las pasiones; cada uno de ellos e infinitos más se resumen en el amor cristiano.
Ahora bien, si restringimos el primer principio a "no matar sin razón justa", es decir, para proteger un bien equivalente que no es posible conservar de otra manera, ninguno de ellos cae fuera de la observancia de los brutos animales en su práctica totalidad. Eso es admirable y debería movernos a reflexión: aunque no sean racionales cumplen con una ley racional. Mientras que en el hombre sucede justo lo contrario, ya que continuamente son traspasados, y lo serían en mayor medida si no hubiera leyes o costumbres que obligasen a reconsiderar el beneficio de alterar el orden.
En efecto, las criaturas asociales sobre las que nos ha sido dado dominar y disponer a nuestro antojo jamás guerrean, y por cierto casi nunca a muerte, si no es por defenderse de peligros inminentes, disputarse la supervivencia con otros depredadores o rivalizar por una hembra con elementos de su misma especie. Tampoco estiman de ordinario ninguna comida o bien que no proceda de su trabajo. Carecen de la doblez de las personas. No contemplan el sexo vago, sino que lo restringen a la búsqueda de descendencia, evitando el derroche de energía. Desprecian, en fin, los placeres superfluos.
De lo que se deduce que, existiendo esa ley eterna de la que hasta las bestias son peritas, y que el hombre, la más racional de las criaturas que deambulan por la tierra, infringe como si desconociera (aunque el error resulte inexcusable), en base a esa norma grabada en nuestras entrañas y perfectamente comprensible incluso por el más ignorante, digo, podemos inferir que algo ofusca nuestra inteligencia de forma permanente como para no cumplirla con la fidelidad debida.
Encontramos, es cierto, animales cuyo comportamiento -regular o esporádico- parece ir contra los principios naturales. Pero son la excepción que confirma la regla, al revés de lo que sucede con el hombre. Si los crímenes fuesen algo marginal y extraordinario, no se precisarían las leyes que los previenen, pues, como dice el brocardo, la ley no se ocupa de lo insignificante.
¿Qué es, en definitiva, lo que embota nuestros sentidos y discernimiento hasta colocarnos por debajo de las fieras salvajes? ¿Se trata del albedrío, del que nosotros disponemos y ellas no? Sería como culpar al cuchillo del acuchillamiento. No es por la conciencia que caemos, sino a pesar de ella. Lo que nos oprime, entonces, no está en la voluntad, como creyeron los budistas; más bien es previo a sus estímulos. Los teólogos se referían al pecado original para designar esta postración vergonzosa. El Islam lo niega, lo que habría de valer como prueba de falsedad de dicha religión. Pero no es el asunto que corresponde tratar aquí.
http://justicia.bitacoras.com
Basta con admitir que existe una ley natural para valorar hasta qué punto el hombre la cumple sin coacción -miedo o esperanza- en términos generales. Podemos encontrarla en el denominador común de las religiones preponderantes. Mi mujer, exbudista, hoy cristiana, me habló de los cinco preceptos básicos que todo hombre medio debe cumplir en su antiguo credo: 1) no matar la vida, 2) no robar, 3) no cometer estupros, 4) no mentir y 5) no embriagarse. Los cuatro primeros, según se encargó de explicarme, dependen del último en sentido amplio, que representa el mantenimiento de la conciencia frente al ataque de las pasiones; cada uno de ellos e infinitos más se resumen en el amor cristiano.
Ahora bien, si restringimos el primer principio a "no matar sin razón justa", es decir, para proteger un bien equivalente que no es posible conservar de otra manera, ninguno de ellos cae fuera de la observancia de los brutos animales en su práctica totalidad. Eso es admirable y debería movernos a reflexión: aunque no sean racionales cumplen con una ley racional. Mientras que en el hombre sucede justo lo contrario, ya que continuamente son traspasados, y lo serían en mayor medida si no hubiera leyes o costumbres que obligasen a reconsiderar el beneficio de alterar el orden.
En efecto, las criaturas asociales sobre las que nos ha sido dado dominar y disponer a nuestro antojo jamás guerrean, y por cierto casi nunca a muerte, si no es por defenderse de peligros inminentes, disputarse la supervivencia con otros depredadores o rivalizar por una hembra con elementos de su misma especie. Tampoco estiman de ordinario ninguna comida o bien que no proceda de su trabajo. Carecen de la doblez de las personas. No contemplan el sexo vago, sino que lo restringen a la búsqueda de descendencia, evitando el derroche de energía. Desprecian, en fin, los placeres superfluos.
De lo que se deduce que, existiendo esa ley eterna de la que hasta las bestias son peritas, y que el hombre, la más racional de las criaturas que deambulan por la tierra, infringe como si desconociera (aunque el error resulte inexcusable), en base a esa norma grabada en nuestras entrañas y perfectamente comprensible incluso por el más ignorante, digo, podemos inferir que algo ofusca nuestra inteligencia de forma permanente como para no cumplirla con la fidelidad debida.
Encontramos, es cierto, animales cuyo comportamiento -regular o esporádico- parece ir contra los principios naturales. Pero son la excepción que confirma la regla, al revés de lo que sucede con el hombre. Si los crímenes fuesen algo marginal y extraordinario, no se precisarían las leyes que los previenen, pues, como dice el brocardo, la ley no se ocupa de lo insignificante.
¿Qué es, en definitiva, lo que embota nuestros sentidos y discernimiento hasta colocarnos por debajo de las fieras salvajes? ¿Se trata del albedrío, del que nosotros disponemos y ellas no? Sería como culpar al cuchillo del acuchillamiento. No es por la conciencia que caemos, sino a pesar de ella. Lo que nos oprime, entonces, no está en la voluntad, como creyeron los budistas; más bien es previo a sus estímulos. Los teólogos se referían al pecado original para designar esta postración vergonzosa. El Islam lo niega, lo que habría de valer como prueba de falsedad de dicha religión. Pero no es el asunto que corresponde tratar aquí.
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Re: La mancha
irichc escribió:Es evidente que nos encontramos en un estado de corrupción. Y es más evidente si, como hice en el primer post de mi bitácora, nos atenemos a un juego de opuestos desde el que resulte más fácil intuir la verdad.
Evidentemente, la corrupción es inherente al ser humano, y tenemos ejemplos claramente evidentes en todos los gobiernos de la historia o mismamente en la Iglesaia católica, con multitud de casos destacables a traves de su historia por fijarnos en una constante.
.Basta con admitir que existe una ley natural para valorar hasta qué punto el hombre la cumple sin coacción -miedo o esperanza- en términos generales
La unica ley natural es la de la superviviencia de la especie, las demas manan de la psique humana siendo humanas, no naturales.
Podemos encontrarla en el denominador común de las religiones preponderantes. Mi mujer, exbudista, hoy cristiana, me habló de los cinco preceptos básicos que todo hombre medio debe cumplir en su antiguo credo: 1) no matar la vida, 2) no robar, 3) no cometer estupros, 4) no mentir y 5) no embriagarse. Los cuatro primeros, según se encargó de explicarme, dependen del último en sentido amplio, que representa el mantenimiento de la conciencia frente al ataque de las pasiones; cada uno de ellos e infinitos más se resumen en el amor cristiano.
Es una autentica pena que el amor cristiano no entienda de amor y se encargue de establecer "su amor", criminalizando o despreciando todas las creencias o costumbres con las que no este de acuerdo, aun siendo alguna mas justa en base y cocnepto (otra cosa es su desarrollo) que la propuesta por la propia Iglesia (lease comunismo, practicado por la propia iglesia en sus albores y atacado posteriormente como perverso cuando se dio en su forma actual)
Ahora bien, si restringimos el primer principio a "no matar sin razón justa", es decir, para proteger un bien equivalente que no es posible conservar de otra manera, ninguno de ellos cae fuera de la observancia de los brutos animales en su práctica totalidad. Eso es admirable y debería movernos a reflexión: aunque no sean racionales cumplen con una ley racional. Mientras que en el hombre sucede justo lo contrario, ya que continuamente son traspasados, y lo serían en mayor medida si no hubiera leyes o costumbres que obligasen a reconsiderar el beneficio de alterar el orden.
Esto no puedo rebatirlo, no dices mnada, quiero entender una simple y ba´sica defensa del concepto de autodefensa, buscando un amparo en un bien superior, que despues queda obnubilado y borroso, y se traduce en un "habia que matarlo porque era lo mejor para todos" tan usado por el hombre en todas las epocas, administraciones, creencias, etc...
.En efecto, las criaturas asociales sobre las que nos ha sido dado dominar y disponer a nuestro antojo jamás guerrean, y por cierto casi nunca a muerte, si no es por defenderse de peligros inminentes, disputarse la supervivencia con otros depredadores o rivalizar por una hembra con elementos de su misma especie. Tampoco estiman de ordinario ninguna comida o bien que no proceda de su trabajo. Carecen de la doblez de las personas. No contemplan el sexo vago, sino que lo restringen a la búsqueda de descendencia, evitando el derroche de energía. Desprecian, en fin, los placeres superfluos
Hala pedazo de, y sin perdon, subnormalidad, guerrean por territorios, alguna especie tiene sexo por placer y se conocen casos de homosexualidad en animales, Tambien los animales carroñeros no parecen hacer mucho trabajo para conseguir su sustento, como no sea quedarse esperando las oportunidades, o incluso algun animal oportunista que espera que otro le haga el trabajo y despues le roba el fruto de su trabajo. Por otra parte no he recibido ningún tipo de contrato que me especifique que puedo dominar criaturas asociales ni se de ningun ente superior al hombre que nos lo haya dicho claramente y de palabra o escritura. No, no me vale el Génesis y no estaria mal estudiarse la "Teoria de los cuentos" admitida por la propia Iglesia a este respecto
.De lo que se deduce que, existiendo esa ley eterna de la que hasta las bestias son peritas, y que el hombre, la más racional de las criaturas que deambulan por la tierra, infringe como si desconociera (aunque el error resulte inexcusable), en base a esa norma grabada en nuestras entrañas y perfectamente comprensible incluso por el más ignorante, digo, podemos inferir que algo ofusca nuestra inteligencia de forma permanente como para no cumplirla con la fidelidad debida
La ley de la supervivencia de la especia obtiene muchas en veces en el hombre tanto a su mejor representante como al peor.
Encontramos, es cierto, animales cuyo comportamiento -regular o esporádico- parece ir contra los principios naturales. Pero son la excepción que confirma la regla, al revés de lo que sucede con el hombre. Si los crímenes fuesen algo marginal y extraordinario, no se precisarían las leyes que los previenen, pues, como dice el brocardo, la ley no se ocupa de lo insignificante.
Vaya, mira por dodne, esa frase ha quedado muy oportuna, hablemos de su propia incoherencia. Una regla es algo que se cumple, y si se encuentran excepciones a ella seria mas logico deducir que la regla esta errada y debe ser mejorada al respecto. Simple principio de las clases de matematicas que por lo visto no se da ni en derecho ni en religión, si una regla o teoria es erronia basta un simple contraejemplo para poner el hehco en evidencia
¿Qué es, en definitiva, lo que embota nuestros sentidos y discernimiento hasta colocarnos por debajo de las fieras salvajes? ¿Se trata del albedrío, del que nosotros disponemos y ellas no? Sería como culpar al cuchillo del acuchillamiento. No es por la conciencia que caemos, sino a pesar de ella. Lo que nos oprime, entonces, no está en la voluntad, como creyeron los budistas; más bien es previo a sus estímulos. Los teólogos se referían al pecado original para designar esta postración vergonzosa. El Islam lo niega, lo que habría de valer como prueba de falsedad de dicha religión. Pero no es el asunto que corresponde tratar aquí.
Si nos dotamos a nosotros mismos de unas leyes y principios morales y nosotros mismos los incumplimos y transgredimos hay que echar la culpa a nuestra gilipollez congenita, no a un ente superior ni cosas por el estilo.
PD: es que me aburria
- JorgitoForeman
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Re: La mancha
rianxeira escribió:PD: es que me aburria
Dijo también el carnicero de Milwakee. ¿Un mal día? venga, cuenta y desahógate.
Aunque si quieres seguir monologando con la pared, no seré yo quien te lo impida.
Jubilao, lento y despasito me escribió:Claro que si me hubieras atacado por un flanco para tener acceso, y posteriormente rodeado con tus brazos permitiéndome vivir en tu barriga, ya habría sido el acabose.
Ven a mí y calienta tus muñones.
- JorgitoForeman
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rianxeira escribió:Es que estoy esperando por un video y no tengo na mas que hacer.
Lo se, mi vida es muy triste, pero yo puedo llaamrme asocial con propiedad
Pues mientras,ayúdanos a matar la lista de vídeos ochenteros, cojones.
Siempre te cansará menos que dar de comer a las mascotas.
P.D. : ¿Merece la pena el vídeo ese?
Jubilao, lento y despasito me escribió:Claro que si me hubieras atacado por un flanco para tener acceso, y posteriormente rodeado con tus brazos permitiéndome vivir en tu barriga, ya habría sido el acabose.
Ven a mí y calienta tus muñones.
- Mr. Mxyzptlk
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