Hace tiempo conocí a un chico que afirmaba sabiamente: “Todo en exceso mata”
Obviamente él temía caer en excesos. Tenía miedo a respirar demasiado hondo... podía ocurrir que entrara demasiado oxígeno en su cerebro, y esto sería letal, o podía dejar sus pulmones, en pocos años, con la misma consistencia que una vejiga centenaria. Tenía miedo de expulsar aires que rozaran la máxima genérica de velocidad... podía causarle heridas nefastas, o abrirle viejas cicatrices. Tenía miedo a comer mucho... su boca del estómago podía acabar con la misma circunferencia que una boca de alcantarilla. Tenía miedo de practicar sexo desmesurado... podía acabar expulsando seso en vez de semen. Tenía miedo de dar largos paseos... sus articulaciones podían desgastarse antes de lo previsto. Tenía miedo de reír en demasía... podían salirle surcos debajo de los ojos y patas de gallo anticipadas. También tenía miedo de...
Así pues, con mucho afán, fue equilibrando su balanza. E intentó dar con la medida justa a todas y cada una de las cosas de la vida. Poco duró en equilibrio, ya que su miedo al exceso desembocó en una fobia paranoica. Y empezó a caer en la carencia, lo contrario a aquello que tanto pavor le daba.
Murió joven. Finalmente fue el exceso de carencia, de todo, lo que lo mató.
Todo en exceso mata
- LunaOskura
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- Ubicación: Desde Dresden con desdén
Un poco por contrastar. Pero la historia no es mía.
En un pueblecito español, con fama de aires puros y aguas curativas, corre la noticia de que viven varios ancianos que tienen más de 100 años. Pronto la prensa se desplaza para hacer un reportaje sobre la salud y la calidad de vida. Primero van a visitar a Don Ramón. Lo encuentran trepando arriba de un naranjo bajando fruta.
- Abuelo- dice el periodista- ¿ podemos charlar unos minutos?
- Sí hijo mío.
- Cuéntenos cómo ha sido su vida.
- Bueno, yo siempre viví en el campo. Me levanto con el sol y me acuesto cuando anochece.Como de lo que cultivo y agradezco al Señor todo lo que me da.
-¿ Y qué edad tiene, abuelo?
- Tengo 98 años.
- ¡Qué barbaridad! Debe ser el mayor del pueblo.
-No ¡qué va! Cuando yo era pequeño, el viejo Aniceto ya trabajaba en el campo de mi abuelo y todavía vive.
Los periodistas preguntan la dirección y van a ver al Aniceto, que está bebiendo un chorro de agua en botijo sentado en el porche de su casa, arrugado como una pasa pero lúcido.
-Buenas tardes Don Aniceto, ¿cómo anda usted de salud?
- No me quejo muchacho.
- ¿Cómo ha sido su vida?
- Ah, yo siempre he trabajado mucho. Por consejo de mi padre nunca he comido nada que no viniera de la tierra. Nunca probé medicamentos ni visité médicos. No fumo, no bebo y nunca salí demasiado. Me gusta la vida y la disfruto.
-¿ Y cuál es su edad?
-Tengo 115 años.
-Uauuuu! Usted sí debe ser el más viejo de la zona.
- Pues no se, hace unos años se mudó al pueblo un hombre que parece ser más viejo todavía que yo.
-¡No me lo puedo creer! Indíqueme donde podemos encontrarle.
Sorprendidos, acuden al bar del pueblo y lo encuentran en una mesa, de un rincón, casi sin poder sostenerse, arrugado, temblando y tomando un líquido que de lejos parece ginebra. Tiene los dedos de nicotina y se está fumando un porro.
- ¿Don Luís?
-¿Eh?- dice el hombre que casi no ve- Sí, soy yo.
- ¿Podemos hablar con usted?
-Si pagan las copas....
- Pero ¿ usted no tiene miedo de que el alcohol le haga daño?
- No, yo lo he tomado toda mi vida y nunca me hizo mal. Yo en mi vida he tomado de todo, fumado de todo, comido de todo. Nunca trabajé y jamás me acosté antes de las 5 de la madrugada.
-No me diga....
- Claro muchacho, los bares se ponen a caldo a esas horas y si uno quiere acostarse con la mejor prostituta tiene que esperar a que hayan hecho la jornada con los que pagan.
-¡qué barbaridad!¿ Y a qué hora se levanta,abuelo?
-Dos o tres de la tarde, si no hay carreras para apostar.
-¡¡¿También le gusta el juego?!!!
-buenoooo.
-La verdad, señor, es que usted es lo mejor que nos ha pasado en el día de hoy. ¿ Qué edad tiene abuelo?
-¡34!
En un pueblecito español, con fama de aires puros y aguas curativas, corre la noticia de que viven varios ancianos que tienen más de 100 años. Pronto la prensa se desplaza para hacer un reportaje sobre la salud y la calidad de vida. Primero van a visitar a Don Ramón. Lo encuentran trepando arriba de un naranjo bajando fruta.
- Abuelo- dice el periodista- ¿ podemos charlar unos minutos?
- Sí hijo mío.
- Cuéntenos cómo ha sido su vida.
- Bueno, yo siempre viví en el campo. Me levanto con el sol y me acuesto cuando anochece.Como de lo que cultivo y agradezco al Señor todo lo que me da.
-¿ Y qué edad tiene, abuelo?
- Tengo 98 años.
- ¡Qué barbaridad! Debe ser el mayor del pueblo.
-No ¡qué va! Cuando yo era pequeño, el viejo Aniceto ya trabajaba en el campo de mi abuelo y todavía vive.
Los periodistas preguntan la dirección y van a ver al Aniceto, que está bebiendo un chorro de agua en botijo sentado en el porche de su casa, arrugado como una pasa pero lúcido.
-Buenas tardes Don Aniceto, ¿cómo anda usted de salud?
- No me quejo muchacho.
- ¿Cómo ha sido su vida?
- Ah, yo siempre he trabajado mucho. Por consejo de mi padre nunca he comido nada que no viniera de la tierra. Nunca probé medicamentos ni visité médicos. No fumo, no bebo y nunca salí demasiado. Me gusta la vida y la disfruto.
-¿ Y cuál es su edad?
-Tengo 115 años.
-Uauuuu! Usted sí debe ser el más viejo de la zona.
- Pues no se, hace unos años se mudó al pueblo un hombre que parece ser más viejo todavía que yo.
-¡No me lo puedo creer! Indíqueme donde podemos encontrarle.
Sorprendidos, acuden al bar del pueblo y lo encuentran en una mesa, de un rincón, casi sin poder sostenerse, arrugado, temblando y tomando un líquido que de lejos parece ginebra. Tiene los dedos de nicotina y se está fumando un porro.
- ¿Don Luís?
-¿Eh?- dice el hombre que casi no ve- Sí, soy yo.
- ¿Podemos hablar con usted?
-Si pagan las copas....
- Pero ¿ usted no tiene miedo de que el alcohol le haga daño?
- No, yo lo he tomado toda mi vida y nunca me hizo mal. Yo en mi vida he tomado de todo, fumado de todo, comido de todo. Nunca trabajé y jamás me acosté antes de las 5 de la madrugada.
-No me diga....
- Claro muchacho, los bares se ponen a caldo a esas horas y si uno quiere acostarse con la mejor prostituta tiene que esperar a que hayan hecho la jornada con los que pagan.
-¡qué barbaridad!¿ Y a qué hora se levanta,abuelo?
-Dos o tres de la tarde, si no hay carreras para apostar.
-¡¡¿También le gusta el juego?!!!
-buenoooo.
-La verdad, señor, es que usted es lo mejor que nos ha pasado en el día de hoy. ¿ Qué edad tiene abuelo?
-¡34!
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- moromielda
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