Nicotin escribió:The last samurai escribió: Luego es mejor vivir al día y disfrutando el riesgo de que cualquier día te verás en la calle pensando que estás adquiriendo algo que tiene un valor
Lo que tienes hasta que termines de pagar... es una deuda.
Voy a dejar a un lado el hecho de que el mundo es injusto, que la sociedad es una mierda, y todas esas cosas que todos sabemos o deberíamos saber. Las dejo de lado porque son la coyuntura de base para todos nosotros, pensemos lo que pensemos. También voy a dejar claro, por si alguien aún tenía dudas, que ni soy un potentado, ni un malvado capitalista, ni un terrateniente, ni nada por el estilo.
A lo que voy es: he visto en este mismo hilo hacer cálculos muy simplistas de por qué es mejor, más rentable, más deseable o más beneficiosa la compra de una vivienda que el alquiler. Cálculos basados en simples multiplicaciones y sumas de unas pocas cifras. Desgraciadamente, ese tipo de cálculos simplistas son los mismos que han llevado a mucha gente a decidirse por la hipoteca frente al alquiler. Gente que vosotros y yo conocemos, que se movían por el principio general de “si tengo que pagar casi lo mismo, prefiero comprar, así al final me queda el piso y a una mala lo vendo, total, los pisos siempre suben de precio”. Ese tipo de cálculos simples (“tantas cuotas a tanto me dan...”) aka cuentos de la lechera le han dado a mucha gente la falsa sensación de haber tenido una visión global de la compra que iban a efectuar, pero eso no es así.
El problema es que esos cálculos simplistas se dejan fuera un millón de factores a tener en cuenta. Factores que van desde la incertidumbre económica (¿qué pasa si los pisos bajan? ¿qué pasa si nadie me lo compra al precio que me conviene? ¿qué pasa si sube el interés? ¿qué pasa si devalúa la moneda? ¿qué pasa si cambian las leyes? ¿qué pasa si etc etc?) hasta el cálculo de lo que supone arrastrar un pasivo asociado a la adquisición de una propiedad, o -lo que es aún más sangrante que mucha gente no haya tenido en cuenta- los gastos que van asociados a la posesión de esa propiedad, y que son una gota más a añadir a la sangría que podría sufrir el propietario en tiempos de crisis.
Cuando efectivamente llega la crisis, resulta que la propiedad no garantiza
per se el que el propietario pueda afrontar el pasivo o deuda + gastos asociados a ella. El hipotecado puede encontrarse en una situación de rigidez económica, y la rigidez es lo puto peor para afrontar una crisis. Rigidez porque resulta que cuando todo el mundo está en crisis ya no es tan fácil vender tu piso con grandes beneficios porque los potenciales compradores ya no van a pagar cualquier precio y mucho menos hipotecarse ellos para sacarte a ti del arroyo financiero. La falsa sensación de seguridad que producía el ser propietario se esfuma cuando descubres que, en la práctica, la propiedad sólo es definitiva cuando 1) la has abonado del todo, y 2) puedes hacer frente a los gastos asociados a ella.
Quien haya alquilado también sufrirá la crisis, pero su situación será algo más flexible, lo cual siempre es una ayuda. No arrastrará el pasivo asociado a una propiedad que nada garantiza vayan a heredar tus hijos en plan castillo medieval. Cuando caminas por la montaña, quien mejor afronta las cuestas es quien menos ladrillos lleva en la mochila, o quien tiene tantos ladrillos que puede permitirse construirse un puente. Pero quien tiene la mochila llena y no puede hacerse un puente, las va a pasar verdaderamente putas.
Esta discusión que estáis teniendo la he tenido con mucha gente antes de la crisis, cuando (digamos las cosas como son aunque nos duela) mucha gente que conocemos y apreciamos creía hacer el agosto comprando un piso porque los pisos “nunca bajan”, y según los cálculos simplistas que habéis hecho también aquí, tildaban a quien se empeñaba en alquilar poco menos que de miope económico, cuando no directamente de pringado. OK, es gente que se hipotecó de buena fe, pero vosotros mismos estáis dando a entender que el mundo es una selva, que la cosa es jodida, así que la buena fe debe ser complementada con un trabajo de previsión de lo que puede venir. Ese “trabajo de previsión” consiste en hacer unas cuantas decenas de cálculos más. Consiste en saber que, cuanto menos pasta tienes, más tienes que evitar endeudarte, y menos propiedades debes acumular a no ser que estés seguro de cómo hacerlas rentables o al menos cómo evitar que te supongan un problema.
Claro, a quien tiene 30 pisos le da lo mismo tener 35, es más: mejor. Los puede hacer rentable. Pero la diferencia entre tener uno o no tener y alquilar sí es muy grande cuando el viento gira de repente. Lo que creías tu seguridad puede convertirse en lastre. ¿Quién coño sabe lo que depara el futuro? En Argentina mucha gente se quedó con propiedades colgadas porque de repente el peso ya no valía un dólar, sino mucho menos. Resultó que ya no eran rentables. Caso verídico: tipo argentino de menos de 40 años retirado en Mallorca viviendo (como un puto señor, además de quienes se merecen serlo porque se lo han currado) de rentas y alquileres de sus propiedades hasta que la moneda se devaluó y lo que antes era un colchón se transformó en lastre. Hamigo, en alta mar, una Zodiac es un salvavidas hasta que se pincha y se transforma en un puto pedazo de goma que no sólo no te salva sino que te hunde más. Y nunca sabes cómo o cuándo se te va a pinchar. Lleva a ese ejemplo a la persona de a pie que piensa “¿compro o alquilo?”. Tío, si compras puede ser la operación económica y vital más decisiva de tu existencia, así que, ¡no te limites a multiplicar cuotas! Piensa que en la selva, quien más cuidado tiene que tener es quien más vulnerable es a las fieras. ¿Qué te va a suponer comprar? Es más, ¿qué te va a suponer ser propietario? ¿cómo satisfarás las cuotas de pasivo cuando se tuerza el asunto?
Una hipoteca es una deuda y lo será hasta que la termines de pagar. Si vendes, recuperarás dinero que ya pagaste, no ganarás necesariamente dinero nuevo (es más, es posible que incluso pierdas). Pero la gente ha creído que sí, que el dinero nuevo o beneficio estaba garantizado, que tener ladrillo era como tener oro en “Deadwood”, que mientras tienes ladrillo ahí te las den todas.
Lo que está claro es que en una crisis quienes menos problemas tienen son los ricos. Los demás tenemos que espabilar cada cual como buenamente pueda. Y sobre todo, tenemos que pensar: ¿soy rico? No. ¿Me conviene endeudarme hasta las cejas por una propiedad que dentro de 10 años sabe Dios lo que pasará con ella? Pues, ¡no!
Sí, OK, todos tenemos sobre el papel derecho a adquirir una vivienda digna, pero el papel es papel y con la lluvia se moja. Y a no ser que confíes en que aparezca Seth Bullock pistola en mano para defenderte del mundo cruel, más te vale reflexionar muy seriamente sobre lo que vas a hacer, y eso es algo que sinceramente creo que mucha gente no ha hecho. También tenemos derecho a que se nos respete, pero si mi hermana va a atravesar un callejón oscuro en minifalda pensando que tiene derecho a que no le hagan nada, yo pienso que tiene ese derecho pero le voy a decir que no vaya por ahí ni loca. El derecho es una cosa, la realidad, por desgracia, es otra. Si tu economía está al borde, mejor alquila. Me gustaría decir que todo el mundo ha reflexionado profundamente sobre ello antes de embarcarse en una aventura hipotecaria, pero no puedo porque no lo han hecho. No han querido, no han sabido, no les ha importado, o se han creído el cuento de la lechera... lo que sea.
Y la realidad es: la crisis nos jode a todos, pero si has de pagar una hipoteca hay más probabilidades de que acabes jodido que si tienes que pagar un alquiler. Y espera a que en unos años no ocurra cualquier otra cosa (inflación, devaluación, esas sorpresas que nos trae la vida).