Good morning Mr. Chance.
- guerrero masai
- perro infiel bretón
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A mi me vas a decir de las obras....todos los dias tengo que sufrirlas.
Se quejan los de madrid, pero eso es que no han pasado por aqui.
Todo por obra y gracia de este señor:
Dejé la ginecología porque los crios volvían "padentro"
En Peñafiel se come un lechazo acojonante.Anda que no he ido veces allí..
Se quejan los de madrid, pero eso es que no han pasado por aqui.
Todo por obra y gracia de este señor:

Dejé la ginecología porque los crios volvían "padentro"
En Peñafiel se come un lechazo acojonante.Anda que no he ido veces allí..
This is not an exit
- Perro De Lobo
- Ente de HAMOR
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- Nicotin
- Manuel Fraga Iribarne
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...hablando de comer lechazos:
“El club de la lucha” o el discreto encanto del deconstructivismo ciber-Down
1. La piedra de Rosetta
He de reconocer que no he leído absolutamente nada del escritor Chuck Palahniuk (es que, joder, ¡leer es un coñazo!), así que mi cariñosa disección de lo que transmite su particular idiosincrasia se limitará a lo que la película refleja (me ha venido al a mente “Reflejos en un estanque dorado”, sólo que transmutado el título en “Reflejos en un estanque de mierda”). Quizá la novela sea cojonuda, pero, visto lo visto, dudo que muy profunda que digamos.
Es la típica película que no hubiese visto de no haber oído tanto hablar de ella, y pese a la presencia de Brad “qué ojo tengo para aceptar guiones” Pitt, me he decidido a tragármela. Tengo disculpa: con “Seven” la cosa me salió bien, e incluso llegué a tolerar (y digo “tolerar”, no “aceptar”) que el nuevo Rock Hudson se pasease por la pantalla. Pero eso fue con “Seven”.
2. De la sinopsis
El Hombre-bala de un circo sufre una crisis de fe cuando es abducido por unos extraterrestres que le implantan humillantes sondas anales y... ¿qué coño importará el argumento? Una impresentable caterva de gilipollas descubren de repente que darse de hostias y hacer gamberradas llena de sentido sus estúpidas vidas, cuando es algo que deberían haber superado a los quince años.
3. De las revelaciones metafísicas del evangelio postmoderno.
Nihilismo de tebeo, psicología a nivel Super Mario Bros, existencialismo de sobre y alguna que otra frase ingeniosa que desprende tanta enjundia filosófica como un pote de guisantes. Mucho manierismo neobukowskiano y mucha sentencia efectista de cortometraje de “high school”, mucho Clint Eastwood mal digerido, poca sustancia, y ningún parecido (ni casual) con el mundo real y sus verdaderos significados. Vamos, una absoluta memez.
4. En ocasiones veo starlettes.
Grandes alicientes de la película:
Se acaba.
Brad Pitt “actuando” tan mal como de costumbre (lo de este tío es algo clínico, no es normal que siga sin mejorar después de tanto tiempo), Norton no es tan desastroso pero jamás ha tenido la capacidad de levantar por sí mismo un despropósito de este calibre. Y la única tía que sale es (paciencia) la Bonham-Carter. Que tendrá su público, pero, llámenme superficial, no adorna demasiado, tampoco derriba paredes con su carisma, y su interpretación no es exactamente digna de Susan Hayward en “¡Quiero vivir!”.
Para colmo sale Meat Loaf (aunque parezca mentira, ha llegado el día en que es el mejor actor de uno de sus films, nunca ha sido mal actor pero aquí parece un profesional en mitad de una obra teatral de chiringuito playero) y hay que soportar que encarne al personaje más desagradable de la historia del cine: un tío con más tetas que Sabrina en pleno desarreglo hormonal.
Dantesco.
5. La insoportable levedad del DVD
Si las nuevas mitologías han de ser un emplasto fabricado a base de comics, videojuegos, leyendas urbanas, literatura suburbana de tapa blanda, películas de karate y nu-metal industrial... bueno, siempre nos quedará volver a los discos de Little Richard.
6. De la puntuación.
Es una de las películas más chorras e insustanciales que he visto en los últimos tiempos. Seguramente me habré perdido miríadas de mensajes ocultos tras una impenetrable cortina de ironías superpuestas y acogollados sarcasmos, seguro que soy yo, seguro que no estoy a la altura.
La madre que los hizo.
Eso sí, he de reconocer que, al menos, no es mortalmente aburrida. Aunque sólo sea por lo epatante, se pasa el rato. Tiene una cierta querencia hacia el insulto al intelecto ajeno, pero bueno, no te duermes como con "Dune 2000".
Una foto de Little Richard.
Por terminar bien este post.

“El club de la lucha” o el discreto encanto del deconstructivismo ciber-Down
1. La piedra de Rosetta
He de reconocer que no he leído absolutamente nada del escritor Chuck Palahniuk (es que, joder, ¡leer es un coñazo!), así que mi cariñosa disección de lo que transmite su particular idiosincrasia se limitará a lo que la película refleja (me ha venido al a mente “Reflejos en un estanque dorado”, sólo que transmutado el título en “Reflejos en un estanque de mierda”). Quizá la novela sea cojonuda, pero, visto lo visto, dudo que muy profunda que digamos.
Es la típica película que no hubiese visto de no haber oído tanto hablar de ella, y pese a la presencia de Brad “qué ojo tengo para aceptar guiones” Pitt, me he decidido a tragármela. Tengo disculpa: con “Seven” la cosa me salió bien, e incluso llegué a tolerar (y digo “tolerar”, no “aceptar”) que el nuevo Rock Hudson se pasease por la pantalla. Pero eso fue con “Seven”.
2. De la sinopsis
El Hombre-bala de un circo sufre una crisis de fe cuando es abducido por unos extraterrestres que le implantan humillantes sondas anales y... ¿qué coño importará el argumento? Una impresentable caterva de gilipollas descubren de repente que darse de hostias y hacer gamberradas llena de sentido sus estúpidas vidas, cuando es algo que deberían haber superado a los quince años.
3. De las revelaciones metafísicas del evangelio postmoderno.
Nihilismo de tebeo, psicología a nivel Super Mario Bros, existencialismo de sobre y alguna que otra frase ingeniosa que desprende tanta enjundia filosófica como un pote de guisantes. Mucho manierismo neobukowskiano y mucha sentencia efectista de cortometraje de “high school”, mucho Clint Eastwood mal digerido, poca sustancia, y ningún parecido (ni casual) con el mundo real y sus verdaderos significados. Vamos, una absoluta memez.
4. En ocasiones veo starlettes.
Grandes alicientes de la película:
Se acaba.
Brad Pitt “actuando” tan mal como de costumbre (lo de este tío es algo clínico, no es normal que siga sin mejorar después de tanto tiempo), Norton no es tan desastroso pero jamás ha tenido la capacidad de levantar por sí mismo un despropósito de este calibre. Y la única tía que sale es (paciencia) la Bonham-Carter. Que tendrá su público, pero, llámenme superficial, no adorna demasiado, tampoco derriba paredes con su carisma, y su interpretación no es exactamente digna de Susan Hayward en “¡Quiero vivir!”.
Para colmo sale Meat Loaf (aunque parezca mentira, ha llegado el día en que es el mejor actor de uno de sus films, nunca ha sido mal actor pero aquí parece un profesional en mitad de una obra teatral de chiringuito playero) y hay que soportar que encarne al personaje más desagradable de la historia del cine: un tío con más tetas que Sabrina en pleno desarreglo hormonal.
Dantesco.
5. La insoportable levedad del DVD
Si las nuevas mitologías han de ser un emplasto fabricado a base de comics, videojuegos, leyendas urbanas, literatura suburbana de tapa blanda, películas de karate y nu-metal industrial... bueno, siempre nos quedará volver a los discos de Little Richard.
6. De la puntuación.
Es una de las películas más chorras e insustanciales que he visto en los últimos tiempos. Seguramente me habré perdido miríadas de mensajes ocultos tras una impenetrable cortina de ironías superpuestas y acogollados sarcasmos, seguro que soy yo, seguro que no estoy a la altura.
La madre que los hizo.
Eso sí, he de reconocer que, al menos, no es mortalmente aburrida. Aunque sólo sea por lo epatante, se pasa el rato. Tiene una cierta querencia hacia el insulto al intelecto ajeno, pero bueno, no te duermes como con "Dune 2000".
Una foto de Little Richard.
Por terminar bien este post.

The bigger the headache, the bigger the pill. Call me the big pill.
- Nicotin
- Manuel Fraga Iribarne
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“Batman Begins” o al pequeño saltamontes le crecen alas membranosas y orejas.
1. De la Sinopsis
Batman se sube a una montaña del Tibet, donde se entrena un ejército de ninjas no-japoneses dirigido por Michael Collins. Después vuelve a Gotham a no-tocarle-el-culo a Katie Holmes y a ver lloriquear a Michael Caine. Gary Oldman, el eterno aspirante a camaleón humano, se deja bigote para parecer un policía y se le queda una cara de vedel que tira de espaldas.
2. Viñetas Vs. Grutescos
Tampoco me he leído los cómics de Batman, así que la fidelidad al personaje original me la trae lo que se suele decir floja. Creo que la película está en su papel: no se da demasiadas ínfulas (salvo al principio) ni intenta vender lo que no hay, sencillamente vende superhéroe con argumento mongólico incorporado y accesorios varios (mega-coche, pistolitas, capa, antídotos, muy conjuntado todo).
Vamos, que es una película de superhéroes y no intenta parecer “Lo que el viento se llevó”, excepto como ya he dicho en el fragmento inicial, donde sí se les va un poco la pinza intentando hacer de Batman una especie de Gandhi que pega patadas.
3. ¿Donde está Robin?
Siempre me ha causado un incontenible prurito de hilaridad el aura “dark” que se da a las nuevas películas de Batman. Mi momento preferido de esta nueva saga de lo rat penat, y lo confieso aun a riesgo de dejar al descubierto mi naturaleza sádica, fue ver a Schwartzenegger haciendo el gilipollas encarnando a un entrañable y desconcertante mongo-villano.
“Batman begins” sigue tomándose demasiado en serio a sí misma, supongo que es el tributo comercial a millones de frikones que han empapelado sus habitaciones con páginas de CD y Marvel. Pero ha bajado un tanto el umbral de autocomplacencia gótica, y uno ya no siente que deba pintarrajearse la cara y ponerse accesorios de cuero para estar en situación.
No sale Robin mariconeando ni bailan el Batusi, pero tampoco hay que ser licenciado en “Matrix” para sentarse a verla con unas palomitas en el regazo.
Eso sí, con tanto murciélago... y nadie ha caído aún que a Batman le quedaría imponente un majestuoso escudo del Valencia C.F. en mitad del uniforme.
4. De la puntuación.
Se deja ver con buena voluntad de nuestra parte. No es “Ben Hur” precisamente, pero al menos se puede seguir sin náuseas ni dolores abdominales.
A mí me gustó mucho más “Spiderman” como tesis sobre las vicisitudes seminales del sujeto que va a convertirse en superhéroes, le pega cuarenta mil vueltas.
Además, si vamos al contenido de más elevada naturaleza espiritual, la chica de “Batman Begins” no se desabrocha ni el botón del cuello de la blusa, y a la de “Spiderman” se le transparentaban los pezones a la mínima oportunidad. Quieras que no, es un síntoma de dos actitudes distintas ante la vida: la de llevar traje de colorines, o la de ir de negro y vivir en un sitio tan cenizo como Gotham, que es como Alzira en un día malo.
-“Desde que tú no estás, lo veo todo negro”.
-“Ya te dije que Gotham no era Benidorm”.
-“¿Has querido decir Sitges?”.
-“¡Ojo! chiste manido al canto”.
-“Lo siento.... desde que me interpretó Val Kilmer, que no estoy muy católico”.

1. De la Sinopsis
Batman se sube a una montaña del Tibet, donde se entrena un ejército de ninjas no-japoneses dirigido por Michael Collins. Después vuelve a Gotham a no-tocarle-el-culo a Katie Holmes y a ver lloriquear a Michael Caine. Gary Oldman, el eterno aspirante a camaleón humano, se deja bigote para parecer un policía y se le queda una cara de vedel que tira de espaldas.
2. Viñetas Vs. Grutescos
Tampoco me he leído los cómics de Batman, así que la fidelidad al personaje original me la trae lo que se suele decir floja. Creo que la película está en su papel: no se da demasiadas ínfulas (salvo al principio) ni intenta vender lo que no hay, sencillamente vende superhéroe con argumento mongólico incorporado y accesorios varios (mega-coche, pistolitas, capa, antídotos, muy conjuntado todo).
Vamos, que es una película de superhéroes y no intenta parecer “Lo que el viento se llevó”, excepto como ya he dicho en el fragmento inicial, donde sí se les va un poco la pinza intentando hacer de Batman una especie de Gandhi que pega patadas.
3. ¿Donde está Robin?
Siempre me ha causado un incontenible prurito de hilaridad el aura “dark” que se da a las nuevas películas de Batman. Mi momento preferido de esta nueva saga de lo rat penat, y lo confieso aun a riesgo de dejar al descubierto mi naturaleza sádica, fue ver a Schwartzenegger haciendo el gilipollas encarnando a un entrañable y desconcertante mongo-villano.
“Batman begins” sigue tomándose demasiado en serio a sí misma, supongo que es el tributo comercial a millones de frikones que han empapelado sus habitaciones con páginas de CD y Marvel. Pero ha bajado un tanto el umbral de autocomplacencia gótica, y uno ya no siente que deba pintarrajearse la cara y ponerse accesorios de cuero para estar en situación.
No sale Robin mariconeando ni bailan el Batusi, pero tampoco hay que ser licenciado en “Matrix” para sentarse a verla con unas palomitas en el regazo.
Eso sí, con tanto murciélago... y nadie ha caído aún que a Batman le quedaría imponente un majestuoso escudo del Valencia C.F. en mitad del uniforme.
4. De la puntuación.
Se deja ver con buena voluntad de nuestra parte. No es “Ben Hur” precisamente, pero al menos se puede seguir sin náuseas ni dolores abdominales.
A mí me gustó mucho más “Spiderman” como tesis sobre las vicisitudes seminales del sujeto que va a convertirse en superhéroes, le pega cuarenta mil vueltas.
Además, si vamos al contenido de más elevada naturaleza espiritual, la chica de “Batman Begins” no se desabrocha ni el botón del cuello de la blusa, y a la de “Spiderman” se le transparentaban los pezones a la mínima oportunidad. Quieras que no, es un síntoma de dos actitudes distintas ante la vida: la de llevar traje de colorines, o la de ir de negro y vivir en un sitio tan cenizo como Gotham, que es como Alzira en un día malo.
-“Desde que tú no estás, lo veo todo negro”.
-“Ya te dije que Gotham no era Benidorm”.
-“¿Has querido decir Sitges?”.
-“¡Ojo! chiste manido al canto”.
-“Lo siento.... desde que me interpretó Val Kilmer, que no estoy muy católico”.

The bigger the headache, the bigger the pill. Call me the big pill.
- Nicotin
- Manuel Fraga Iribarne
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Va de gastronomía, la segunda y tercera película de la saga “El silencio de los corderos”:
”Hannibal”
1. El menú de la casa.
La detective Clarice no sé qué, interpretada por la mujer-migraña Juliane Moore (que se pasa toda la película con cara de jaqueca) intenta capturar a Hannibal Lecter, quien, en un paroxístico ataque de esnobismo soplagaitas, se ha convertido en conservador de una biblioteca en Florencia. (Sí, los americanos son así de horteras).
2. El plato fuerte.
Ver a “Hannibal el Caníbal” en acción siempre tiene gracia, la verdad. El personaje, aun con sus manierismos –que por momentos rallan en lo ridículo- es lo que “salva” el film.
La cachondísima última escena del final, en la que, por primera vez en toda la película (sí, más vale tarde que nunca pero aquí es demasiado tarde) se ve a un Hannibal cuyas inquietantes inclinaciones son más cercanas a las de un Albert Fish que a las un villano de película de Bruce Willis.
Los títulos de crédito del inicio: son realmente brillantes.
3. Los tropezones.
No es realmente una buena película, aunque reconozco que me divirtió bastante. Pero quizá lo peor sea ver a Ridley Scott (¡este hombre rodó “Alien”!) recurriendo tanto al “gore” para epatar al espectador (un tipo con la cara despellejada de quien se hacen doscientos primeros planos, cerdos comiéndose a gente, y una escena casi al final que parece un remake de “Bad taste”... muy cómica, ¿en qué coño estaban pensando?). Mucho gore y poca tensión psicológica y sexual (imprescindible en un film sobre un psicópata asesino y que aquí brilla por su ausencia).
Quizá parece más un comic que otra cosa, especialmente con innecesarias escenas de acción y alguna que otra peripecia que no le pega demasiado a un personaje oscuro como Lecter. Por momentos parece que quieran redimirle e insinuar trazos de humanidad, pero por fortuna se quedan en el intento.
4. Me trae la cuenta, por favor.
Si uno la ve como segunda parte de “El silencio de los corderos”, es desafortunada. No hay comparación posible entre ambos films: “El silencio...” era una gran película, escrita y rodada con mucho pulso, y “Hannibal” es un encargo de cara a taquilla remachada con bastantes prisas y no demasiado criterio.
Si uno la ve sencillamente como una película más en plan palomitero y sin compromisos, sí que es divertida. “Hannibal el Caníbal” es un personaje carismático (y eso que no soy precisamente un fan de Anthony Hopkins) y contemplarle en pantalla produce el típico regocijo de reencontrarse con un viejo icono del género. Con todas las carencias y errores de la película (sobre todo en el guión, que es bastante superficial), el doctor Lecter es una institución del trhiller por derecho propio, y su presencia hace llevaderos los aspectos menos logrados de la película.
Véanla sin grandes exigencias, y se pasa un buen rato... a no ser que se esté comiendo. Retiro lo de las palomitas. Yo me lo pasé bien (se ve y se olvida), pero preferí hacer algo de ayuno.
Eso sí, en cuanto vi “El dragón rojo” me di cuanta de que esta, y no “Hannibal”, era la verdadera digna segunda parte.
”El dragón rojo”
1. El menú de la casa.
La “precuela” (qué palabra tan horripilante) de “El silencio de los corderos”, en la que vemos las andanzas de Hannibal Lecter inmediatamente anteriores al argumento del primer film de la saga. Edward Norton Antivirus es un detective que fue víctima de Lecter y que se ve obligado a colaborar con él para atrapar a un asesino de familias.
2. El plato fuerte.
Recupera parte (y digo parte) de los logros de “El silencio de los corderos”. Imitando a la primera película de la saga (y sin disimulos) se consigue retomar el pulso de thriller psicológico, dejando de lado el “gore” que tanto abundaba en “Hannibal”. Los personajes mejoran mucho con respecto a la segunda película de la saga, y también las situaciones. Es inevitable, repito, notar que lo han hecho autoplagiando la película original. Pero el resultado no es malo y eso se agradece.
3. Los tropezones.
Quizá lo ya comentado de que se han limitado a fotocopiar “El silencio de los corderos” y que por ello la película no termina de cerrar con solidez. En algunos momentos da la impresión de que la historia da saltos para cubrir ciertos huecos, y de que a veces no se consigue del todo plasmar las ideas que se plantean pero no terminan de explotar.
4. Me trae la cuenta, por favor.
Digna continuación de la saga. Buenas interpretaciones de Hopkins (a quien, todo sea dicho, ya le caen los años como puñaladas a Julio César), de Norton Antivirus, y una muy buena interpretación de Ralph Fiennes, a quien se le da singularmente bien hacer de hijo de puta trastornado (no en vano era lo mejor de “la lista de Schlinder”).
Tampoco llega al nivel de la primera película de la trilogía, pero retoma su camino y se ve con bastante agrado... a lo que ayuda que el gore y las escenas de acción gratuita de “Hannibal” quedan atrás. Y que el guión es mucho más sólido y mejor construido.
Es buena, se ve con interés, y tiene más momentos de acierto que de desacierto. Recomendable.
”Hannibal”
1. El menú de la casa.
La detective Clarice no sé qué, interpretada por la mujer-migraña Juliane Moore (que se pasa toda la película con cara de jaqueca) intenta capturar a Hannibal Lecter, quien, en un paroxístico ataque de esnobismo soplagaitas, se ha convertido en conservador de una biblioteca en Florencia. (Sí, los americanos son así de horteras).
2. El plato fuerte.
Ver a “Hannibal el Caníbal” en acción siempre tiene gracia, la verdad. El personaje, aun con sus manierismos –que por momentos rallan en lo ridículo- es lo que “salva” el film.
La cachondísima última escena del final, en la que, por primera vez en toda la película (sí, más vale tarde que nunca pero aquí es demasiado tarde) se ve a un Hannibal cuyas inquietantes inclinaciones son más cercanas a las de un Albert Fish que a las un villano de película de Bruce Willis.
Los títulos de crédito del inicio: son realmente brillantes.
3. Los tropezones.
No es realmente una buena película, aunque reconozco que me divirtió bastante. Pero quizá lo peor sea ver a Ridley Scott (¡este hombre rodó “Alien”!) recurriendo tanto al “gore” para epatar al espectador (un tipo con la cara despellejada de quien se hacen doscientos primeros planos, cerdos comiéndose a gente, y una escena casi al final que parece un remake de “Bad taste”... muy cómica, ¿en qué coño estaban pensando?). Mucho gore y poca tensión psicológica y sexual (imprescindible en un film sobre un psicópata asesino y que aquí brilla por su ausencia).
Quizá parece más un comic que otra cosa, especialmente con innecesarias escenas de acción y alguna que otra peripecia que no le pega demasiado a un personaje oscuro como Lecter. Por momentos parece que quieran redimirle e insinuar trazos de humanidad, pero por fortuna se quedan en el intento.
4. Me trae la cuenta, por favor.
Si uno la ve como segunda parte de “El silencio de los corderos”, es desafortunada. No hay comparación posible entre ambos films: “El silencio...” era una gran película, escrita y rodada con mucho pulso, y “Hannibal” es un encargo de cara a taquilla remachada con bastantes prisas y no demasiado criterio.
Si uno la ve sencillamente como una película más en plan palomitero y sin compromisos, sí que es divertida. “Hannibal el Caníbal” es un personaje carismático (y eso que no soy precisamente un fan de Anthony Hopkins) y contemplarle en pantalla produce el típico regocijo de reencontrarse con un viejo icono del género. Con todas las carencias y errores de la película (sobre todo en el guión, que es bastante superficial), el doctor Lecter es una institución del trhiller por derecho propio, y su presencia hace llevaderos los aspectos menos logrados de la película.
Véanla sin grandes exigencias, y se pasa un buen rato... a no ser que se esté comiendo. Retiro lo de las palomitas. Yo me lo pasé bien (se ve y se olvida), pero preferí hacer algo de ayuno.
Eso sí, en cuanto vi “El dragón rojo” me di cuanta de que esta, y no “Hannibal”, era la verdadera digna segunda parte.
”El dragón rojo”
1. El menú de la casa.
La “precuela” (qué palabra tan horripilante) de “El silencio de los corderos”, en la que vemos las andanzas de Hannibal Lecter inmediatamente anteriores al argumento del primer film de la saga. Edward Norton Antivirus es un detective que fue víctima de Lecter y que se ve obligado a colaborar con él para atrapar a un asesino de familias.
2. El plato fuerte.
Recupera parte (y digo parte) de los logros de “El silencio de los corderos”. Imitando a la primera película de la saga (y sin disimulos) se consigue retomar el pulso de thriller psicológico, dejando de lado el “gore” que tanto abundaba en “Hannibal”. Los personajes mejoran mucho con respecto a la segunda película de la saga, y también las situaciones. Es inevitable, repito, notar que lo han hecho autoplagiando la película original. Pero el resultado no es malo y eso se agradece.
3. Los tropezones.
Quizá lo ya comentado de que se han limitado a fotocopiar “El silencio de los corderos” y que por ello la película no termina de cerrar con solidez. En algunos momentos da la impresión de que la historia da saltos para cubrir ciertos huecos, y de que a veces no se consigue del todo plasmar las ideas que se plantean pero no terminan de explotar.
4. Me trae la cuenta, por favor.
Digna continuación de la saga. Buenas interpretaciones de Hopkins (a quien, todo sea dicho, ya le caen los años como puñaladas a Julio César), de Norton Antivirus, y una muy buena interpretación de Ralph Fiennes, a quien se le da singularmente bien hacer de hijo de puta trastornado (no en vano era lo mejor de “la lista de Schlinder”).
Tampoco llega al nivel de la primera película de la trilogía, pero retoma su camino y se ve con bastante agrado... a lo que ayuda que el gore y las escenas de acción gratuita de “Hannibal” quedan atrás. Y que el guión es mucho más sólido y mejor construido.
Es buena, se ve con interés, y tiene más momentos de acierto que de desacierto. Recomendable.
The bigger the headache, the bigger the pill. Call me the big pill.
- The last samurai
- Ulema
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- Registrado: 10 Ene 2004 13:20
¿Hay que tomarse Hannibal como cine palomitero? ¿Que es mejor El Dragon Rojo que Hannibal? ¿Que Batman Begins no es Ben Hur?
Te ganarías la vida como crítico de cine, sin duda. Serías el típico que levanta ampollas diciendo insensateces sobre la peli de turno, y habría cantidad de memos que defenderían tus tesis.
Yo, sinceramente, creo que no tienes ni puta idea.
Te ganarías la vida como crítico de cine, sin duda. Serías el típico que levanta ampollas diciendo insensateces sobre la peli de turno, y habría cantidad de memos que defenderían tus tesis.
Yo, sinceramente, creo que no tienes ni puta idea.
- Nicotin
- Manuel Fraga Iribarne
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- Registrado: 25 Feb 2003 13:25
- Ubicación: ...ale ...pira.
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Y es cierto que no tengo ni puta idea.
Pero tengo el defecto de querer dar mi opinión y no la tuya.
Cosas que pasan.
...creo que voy a seguir prefiriendo dar mi opinión. Lo de "Ben-Hur" me ha terminado de convencer de ello.
Pero tengo el defecto de querer dar mi opinión y no la tuya.
Cosas que pasan.
The last samurai escribió:¿Hay que tomarse Hannibal como cine palomitero? ¿Que es mejor El Dragon Rojo que Hannibal? ¿Que Batman Begins no es Ben Hur?
...creo que voy a seguir prefiriendo dar mi opinión. Lo de "Ben-Hur" me ha terminado de convencer de ello.
The bigger the headache, the bigger the pill. Call me the big pill.
- Jack_Durden
- Imán
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Que opina de Manhunter? Es el "dragon rojo" anterior a "el silencio de los corderos", y me refiero a fecha de realizacion de la pelicula. Con Grissom en el papel de Edward Norton.
So sit back, relax, and watch our review!
In Soviet Union, review watches you!
Juan Carlos es un Latin King
La única razón para esperar un mes para follar es que ella tenga 17 años y 11 meses
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