Nadj escribió: 
chino alarma (?¿)
El Chino-Alarma es una Leyenda y se acabó.
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No acostumbro a ver muchos largometrajes de dibujos animados, no me llaman mucho por lo general, pero ha caído en mis manos un mini-pack de films de animación, así que estoy aprovechando para echar un vistazo a algunos.
Las dos primeras que he visto tienen una temática similar, aunque tratada desde perspectivas bien distintas. Son dos películas anti-bélicas: una, “Cuando el viento sopla”, más reflexiva y dirigida a un público más “selecto”, o más reflexivo. La otra, “La tumba de las luciérnagas” es más melodramática y está dirigida a un público más amplio, más “facilón”. Ambas, en todo caso, tienen un argumento duro y desde luego no son para niños que digamos.
”Cuando el viento sopla”
Esta es una película británica de mediados de los 80, basada en un tebeo también británico, que ya había visto hace años y que me produjo una honda impresión. En su día impactó bastante a la crítica, por su profunda crudeza, oculta tras un manto de aparente dulzura. Es una película muy teatral (sólo aparecen dos personajes), enteramente basada en los diálogos y sin apenas acción. Sin embargo resulta lo bastante intensa como para resultar inolvidable, no se me ocurre que alguien pueda ver un film como este y que no se le quede grabado. Quien la haya visto ya se imaginará de lo que hablo.
La película trata sobre un apacible y encantador matrimonio de jubilados, Gilda y Jim, que viven en una casita aislada de la campiña inglesa. Les vemos seguir las noticias en las horas previas a que se desencadene una guerra nuclear, aunque tienen una idea romántica de lo que una guerra supone, basada en sus borrosos recuerdos de juventud sobre la II Guerra Mundial y el sentimiento cívico que despertó en su país. Ninguno de ellos tiene una idea muy clara de lo que supone un bombardeo atómico. De hecho, son dos personajes más propios de cuento infantil, que viven en un entorno de cuento infantil, y que cuando son arrastrados al holocausto siguen manteniendo una cada vez más discordante mentalidad de cuento infantil.
Ambos son increíblemente ingenuos y cándidos: Jim cree a pies juntillas todo lo que dicen los folletos del gobierno, y cree que con un refugio hecho de madera y almohadones, pintando las ventanas de blanco, o cubriéndose con bolsas de papel, estará a salvo de la radiación. A Gilda sólo le preocupa que su marido no use los almohadones “buenos” para el refugio y que no ensucie de pintura las cortinas.
Sobreviven a la explosión, ya que su casa no esté cerca del epicentro, pero es entonces cuando comienza la verdadera pesadilla. Y el
quid de la película radica en que es el espectador, y no los personajes, quien es consciente de esa pesadilla. Gilda y Jim creen que todo volverá a la normalidad tarde o temprano, y le dan explicaciones enternecedoramente infantiles a todo cuanto sucede a su alrededor: si no hay luz ni agua, es porque el Gobierno ha cortado el suministro para ahorrar. Si no pasa el lechero, será porque hay racionamiento, o porque quizá la explosión ha “cortado” la leche a las vacas. Y lo más desgarrador: les vemos experimentar una lenta agonía radioactiva, mientras achacan todos sus síntomas al estrés de guerra, o al estar comiendo demasiadas conservas.
En su día hubo gente que consideró que la película resultaba demasiado cruel, ya que fundía con mucha crudeza una estética y personajes de cuento para niños, con un tétrico argumento de agonía y muerte. Para un público acostumbrado a distinguir fácilmente entre comedia costumbrista, cuento para niños y tragedia, resultaba novedoso –y perturbador- toparse con una película que combinaba las tres cosas sin cortapisas.
La inocencia es, precisamente, el
leit motiv de la película: al resultar los personajes tan irrealmente
naive que no pueden comprender lo que está ocurriendo, es el espectador quien –por así decir- se hace cargo del peso emocional del film. Un poco al estilo Hitchcock, no se busca que el espectador proyecte sus emociones en la pantalla, sino que se haga cargo de unas emociones que los protagonistas, por su bendita ignorancia, son incapaces de desarrollar. Esto es lo que hace de “Cuando el viento sopla” una película tan conmovedora: no es deliberadamente lacrimógena, no busca producir una catarsis emocional. Sencillamente plantea una situación trágica que, al no ser “digerida” por los personajes, llega al espectador en estado bruto. Muy inteligente.
Desde un punto de vista artístico, es una película fantástica: magníficamente planificada, muy bien dirigida y muy, muy bien montada. En estos tres aspectos no tiene nada que envidiar a las películas “reales”. La animación es artesanal, y está realizada con muy buen gusto. Hay algunas escenas muy bellas, como la de la explosión nuclear (dibujada al carboncillo: espectacular) enlazada con una sucesión de recuerdos del matrimonio de Gilda y Jim, o la sencilla pero emotiva secuencia final. Pero, salvo algunos paréntesis líricos bastante breves, el film no se recrea en autocomplacencias poéticas. Es probablemente el film de animación más adulto que he visto nunca.
La encantadora pareja protagonista de “Cuando el viento sopla”.
No empecéis a simpatizar demasiado deprisa con ellos... os dolerá.
En cuanto a la música, la canción inicial de Bowie es horrenda (y mira que me gusta Bowie, pero no hay por dónde pillarla). Sin embargo, el resto de la música –de Roger Waters- sí que le va como un guante a la película, y redondea algunas secuencias líricas de forma impecable.
En resumen: un film bellísimo, muy profundo y muy conmovedor. No es exactamente un film lacrimógeno al uso: podría decirse que no busca hacer llorar, sino que busca hacer sufrir.
No se la recomendaría a cualquiera: es, repito, una película muy lenta que funciona más como una parábola metafórica sobre las víctimas inocentes de una guerra, que como un drama con estructura convencional. Pero creo sinceramente que a cualquier individuo con una sensibilidad filosófica superior a la de un geranio le hará, como mínimo, pensar durante unos días. Aunque su mayor impacto es verla en plena infancia: yo la vi de pequeño (ni sabía que era un film exclusivamente para adultos) y cuando terminó, flipaba literalmente ante lo que acaban de contemplar mis ojos. Aunque tengo que aclarar que me encantó: uno lo pasa peor cuando la ve de adulto y capta los significados.
Lo que sí puedo decir a quien no la haya visto es que es, casi con toda seguridad, una de las películas de ficción más tristes y deprimentes que habrá visto en su vida. Aquí no hay mensajes positivos o moralejas repletas de esperanza. Es una parábola sobre las vidas inocentes que toda guerra convierte en un infierno.
”La tumba de las luciérnagas”
Es un film japonés más o menos de la misma época que la anterior (un poco posterior, quizá, no estoy seguro) y con una temática similar. Aunque en este caso, y siendo también una película cruda y emotiva, es bastante menos original y recurre a todos los resortes típicos del melodrama. De hecho, recurre
demasiado a los resortes típicos del melodrama.
Trata sobre una pareja de hermanos japoneses (un chico adolescente y una niña pequeña) que tras perder a su madre en un bombardeo, tratan de sobrevivir como pueden durante los últimos días de la II Guerra Mundial. El chaval hace lo que puede por cuidar de su hermanita ante la monstruosa indiferencia de la sociedad adulta.
Es una película muy calculada para hacer llorar, al contrario que “Cuando el viento sopla”, sí es deliberadamente lacrimógena. Es un melodrama trágico al uso, quizá algo más explícito de lo necesario (aunque lo salva el que sea de dibujos y no con actores reales... imaginad lo del cadáver de la madre cubierto de gusanos en una película con actores). Su carácter deliberado canta más por tratarse de una película de dibujos: es difícil sostener tanto melodrama sin unos grandes actores que se lo carguen sobre los hombros. Al público más convencional le hará llorar a moco tendido, pero a mí me produjo la impresión de ser como un viejo Disney convenientemente recrudecido para la ocasión.
También peca de una excesiva autocomplacencia poética: no han sabido dosificar los lirismos, y las primeras escenas con luciérnagas están bien, pero al final dan ganas de pegar una fumigada con el “Raid”.
De todos modos, es un buen film, algo lento y carente por completo de la originalidad conceptual de “Cuando el viento sopla”, pero repito que es una buena película y servirá para que invitéis a vuestras vecinas para que lloren a moco tendido y vosotros no os aburriréis viéndola.
Quizá el único aspecto que realmente me sorprendió fue la crítica despiadada que hace de la sociedad japonesa de tiempos de guerra. Es una autocrítica histórica tremebunda, casi freudiana, en la que esa sociedad queda retratada directamente a la altura de la mierda. Probablemente es el aspecto más original e interesante del film.
También me sorprendió, por otros motivos y ya en el apartado emocional, la extraña idiosincrasia de los personajes. No sé si es cosa de los guionistas solamente, o es que los japoneses son así, pero las reacciones emocionales de los personajes rallan la disfuncionalidad incluso en el mejor de los casos. El protagonista, que se desvive por cuidar de su hermana pequeña, ¡sólo la abraza una vez durante todo el film, y para desahogarse
él! Bizarro. Quizá es que me llamó la atención por mi afición a la psicología, pero me chocó ese concepto tan circunspecto del amor y la protección en circunstancias tan extremas.
Lo dicho, es una buena película, recomendable, aunque demasiado deliberada y autoconsciente. Como un Tim Burton en pleno ataque de narcisismo autocompasivo: muy de “catarsis pañuelera”, y a continuación pasar a la merienda. Pero bueno, vuestras vecinas agradecerán la sesión de kleenex.
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También he visto una película que no es de dibujos, pero como si lo siriese:
”Pi”
Creo que es la primera película del director de “Réquiem por un sueño”, película que personalmente no me entusiasma, pero que evidentemente puedo disfrutar porque sale Jennifer Connelly.
En “Pi” no sale Jennifer Connelly.
Algún cretino al que tengo que degollar me había hablado bien de “Pi”, y sé que a los críticos les encantó en su día, pero a mí me ha parecido simple y llanamente una frikada infecta.
Dirigida con el culo, con estética de puto videoclip (o aún peor, de puto videojuego), un montaje desastroso (pero desastroso), y un guión de cafetería de facultad con una historia que
podría haber sido interesante (en un universo paralelo quizás), pero que en esta película se diluye entre tanta tonelada de ineptitud.
Lo siento por los fans de esta película, pero me ha parecido un solemne pedazo de mierda. Es como combinar “Matrix”, “Tetsuo” y “Rain Man” por el procedimiento de meter sus cintas VHS en una lavadora y después ir pegando los trocitos que queden. Efectivamente; el resultado no promete demasiado.
El subtítulo que la película tiene en España (“Fe en el caos”) no podría describir mejor el estado de ánimo del productor de esta bazofia, pero... increíblemente, ¡le salió bien! ¡la crítica lo alabó! ¡al Aronofsky le dejaron hacer más películas!
Yo es que no comprendo este planeta, entre esto y lo de ver a Aerosmith haciendo jams con Carmen de Mairena... en fin.
”...zi zumo el cozeno de todaz laz curvaz de ezte muelle, y lo divido pod la hipotenuza de zu longitud,
me zaldrá el teléfono de Jézica Alba... ¡zí! ¡zí!...
...me duele la cabeza.”
