
El lunes pasado, tras el capítulo de CSI (sí, soy de esa clase de personas) los de Telecinco colaron uno de Life. Al panochita lo tengo en el top10 desde Band of Brothers, así que me animé a tragarme el episodio. Todo iba bien, un CSI más que correcto hasta que las compañeras de trabajo de una estríper finada le espetan al pelirrojo: "Usted le hubiera encantado a Sandy, tiene pinta de estar destrozado por dentro". Él, risueño y jocoso hasta el momento, responde frunciendo el ceño, con cara de masticar almendras amargas. "Oh, sísísí", me dije, y puse a bajar el episodio piloto, porque a mí los personajes muy hombres pero rotos por dentro me enternecen hasta la licuación gonadal.

Él era un poli bueno, le tendieron una trampa (no se sabe muy bien, pero creo que le cargaron un asesinato múltiple, con uno o más niños muertos, espera que no fuesen los suyos propios) y pasó doce años en la cárcel, a palizas y navajazos diarios, a ver si le quitan la camisa y le vemos las cicatrices, no puedo esperar. Tratando de mantenerse cuerdo, así como otros se refugian en el sónic, a éste le dio por aprenderse un libro sobre el zen (una de las imágenes más descacharrantes del primer episodio), y cuando sale, pues bueno, come mucha fruta, le sueltan un verdadero pastizal a modo de idemnización, hace como que no está resentido, y no sé qué más porque apenas he visto el primer episodio.
¡¡¡Pero sale el teniente Winters!!!
... Y vaya unos pies feos que tiene.