Tabús televisivos españoles

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mapoche
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Tabús televisivos españoles

Mensaje por mapoche »

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=7981

Tabús televisivos españoles
La falta de análisis críticos sobre la Monarquía, el Ejército y la Iglesia debilitan nuestra democracia

Vicenç Navarro
elperiodico.com

Un síntoma de la gran debilidad de la democracia en nuestro país es que, 25 años después de ser establecida, continúan habiendo tabús en los medios de información (y persuasión) televisivos, temas sobre los cuales estos medios pasan de puntillas, sin analizarlos críticamente. Entre ellos están la Monarquía, el Ejército y la Iglesia. Permítanme que haga una lista de hechos que en una sociedad democrática habrían sido sujetos a análisis críticos y que no lo han sido. Referente a la Monarquía, existen los siguientes hechos. Uno, cuatro consejeros económicos de la Casa Real bien conocidos y de los cuales el Monarca ha hecho gala de amistad, Javier de la Rosa, Manuel Prado y Colón de Carvajal, José María Ruiz-Mateos y Mario Conde (del cual el Monarca dijo que era su mejor asesor económico), han terminado en la cárcel sin que nadie haya investigado la relación entre estos asesores y el Rey.

Dos, el Monarca recibe constantemente regalos (incluyen desde yates y palacios a coches lujosos para su uso personal) de grupos empresariales y de personas que intentan influenciar las intervenciones públicas del Monarca sin que estén reguladas este tipo de transacciones, habiéndose el Rey opuesto a la propuesta del anterior Gobierno socialista de regularlas.

Y TRES, el Monarca ha pedido, en el pasado, fondos a dictadores que gobernaban países árabes --como el Sha de Persia-- para apoyar a partidos conservadores en España --como la UCD de Adolfo Suárez-- e impedir la victoria de las izquierdas, y podríamos continuar con un largo etcétera. Cada una de estas realidades han sido citadas y documentadas en distintas fuentes. Ninguna de ellas, sin embargo, ha sido comentada en los medios televisivos del país, de donde la mayoría de la ciudadanía obtiene su información fundamental sobre la vida política. Tal silencio sería impensable en otras democracias, más completas y más libres que la nuestra. Lo mismo ocurre en cuanto al Ejército, que no ha denunciado a los generales que protagonizaron el golpe militar de 1936, tal como un Ejército de un Estado democrático hubiera hecho. En realidad, se presenta como heredero de aquel Ejército golpista, oponiéndose al homenaje a los militares del Ejército que apoyaron a la República y que fueron asesinados por los sublevados por su lealtad a un Gobierno democráticamente elegido. Es más, las Cortes españolas no establecieron una comisión para averiguar la trama (todavía desconocida) detrás del fallido golpe militar de 1981 en el que participaron elementos importantes del Ejército, que no está constitucionalmente bajo un mando civil sino que su jefe máximo es el Monarca, el cual no ha jurado la Constitución. Tal situación de falta de actitud crítica hacia estos hechos en los medios televisivos es otro indicador de nuestra democracia incompleta. La otra institución que raramente es sometida a crítica en los medios de información televisivos es la Iglesia católica. Su participación en la brutal represión que tuvo lugar durante e inmediatamente después de la mal llamada guerra civil (que fue en realidad un golpe militar en contra de un Gobierno democráticamente constituido, llevado a cabo por intereses corporativos que representaban un sector minoritario de la población) y su papel central en la reproducción de la dictadura franquista, no han sido analizados en ninguno de los medios televisivos públicos o privados.

LAS CRÍTICAS que se realizan a tal institución, que aparecen sólo en medios de información progresistas, se limitan a cuestionarla por su comportamiento actual cuando intenta imponer sus valores religiosos y morales al resto de la ciudadanía. Pero muy raramente aparecen reportajes radiofónicos o televisivos o denuncias escritas documentando cómo tal institución impuso sus valores a través de una brutal y sangrienta represión, que tuvo especial intensidad contra los maestros que enseñaban los valores democráticos a la juventud española durante la República. Excepto el excelente documental de los campos fascistas de exterminio en Extremadura por la televisión española, no ha habido ningún otro programa televisivo en España que analizara la enorme brutalidad del franquismo, tanto durante la mal llamada guerra civil, como durante la dictadura, brutalidad que contó con el apoyo activo del Ejército y de la Iglesia. Programas como Els nens perduts del franquisme o Les foses del silenci, galardonados por la televisión europea, no son todavía conocidos por los telespectadores españoles, excepto en Catalunya, en el País Vasco y en Andalucía (a la una de la madrugada). Pero ni en Catalunya ni en el País Vasco se ha analizado televisivamente el papel de la Iglesia católica en la represión franquista. Hacerlo no sería, como erróneamente lo ha interpretado el vicepresidente de la Conferencia Episcopal, Fernando Sebastián, un revanchismo contra los vencedores de la guerra civil (revancha sería que se pidiera que se les hiciera a ellos lo que ellos hicieron a los vencidos), sino la recuperación de la historia real del país con el consiguiente reforzamiento de la democracia. Contribuiría a ello si la Iglesia pidiera perdón al pueblo español por su apoyo a la dictadura, lo cual dudo que haga, pues no detecto conciencia de error en sus proclamas. ¿Hasta cuándo continuará la existencia de estos tabús, mostrándose lo enormemente incompleta que es nuestra democracia? Soy consciente de que hay una gran resistencia por parte de las fuerzas progresistas a recuperar la historia real de nuestro país, evitando el enfrentamiento con tales grupos de poder. Pero deberían ser conscientes de que tal resistencia implica la reproducción de una cultura conservadora que está dañando a la democracia española, obstaculizando que se recupere la memoria histórica y con ella se establezca una cultura progresista alternativa. El mejor indicador de este coste es que, según una encuesta reciente de valores en la Unión Europea, España es uno de los países de la UE-15 donde la Monarquía, el Ejército y la Iglesia están mejor valoradas, mientras que los partidos políticos y los sindicatos están entre los peor considerados. ¿Hasta cuándo las fuerzas progresistas no descubrirán el coste de su silencio?

* Vicenç Navarro. Catedrático de Políticas Públicas de la Universitat Pompeu Fabra

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Nicotin
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Mensaje por Nicotin »

¿Hasta cuándo las fuerzas progresistas no descubrirán el coste de su silencio?


Pero qué cara más dura.
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tonetti
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Mensaje por tonetti »

Pos yo creo que itene rason este señor eng ran parte de loq ue dice. Por ejemplo, de todos es sabido que el rey de España esta más contento con un gobierno del Psoe que con uno del partido popular y eso es porque los psociatis le doran la pildora mucho más y le dejan campar a sus anchas.

En el ejército pasa tres cuartos de lo mismo según parece.

La iglesia creo yo que no esta tan contenta pero no porque el supuesto gobierno progresita del psoe vaya directamente contra ellos, sino porque ataca alguno de los preceptos que ellos consideran intocables: aborto, matrimoños geis, utanasia, financiación, etc...


En realidad creo que el error principal del artículo es plantear la cuestión unicamente con respecto a las fuerzas que el autor considera progresistas, ya que, la responsabilidad en el control de dichas instituciones debería ser la misma sea cual sea el signo del partido político porque la baja valoración de los partidos políticos es igual para partidos de un signo u otro y efectivamente no es un bueno para una democracia que el ejercito, la iglesia o el rey esten mejor valorados que los partidos políticos.



Incluyo una historia del abuelo cebolletas 'El amigo de los curas' hoy mismo escribe este artículo en El periodico de cataluña:


El Periódico - última hora Opinión



EL ARTÍCULO DEL DÍA // FELIPE GONZÁLEZ
Laicidad y confesionalidad

• La Iglesia católica es demasiado importante en España y Europa para usarla de forma excluyente




FELIPE González
Expresidente del Gobierno

Hace casi dos décadas recibí en la Moncloa la visita del secretario de Estado Vaticano, monseñor Agostino Casaroli, acompañado del entonces nuncio en España. Era el secretario de Estado un hombre inteligente, culto y experimentado como pocos de los que he conocido. Ya ocupaba su cargo cuando se firmó el Acta Final de Helsinki, allá por el año 1974, que marcaba una etapa diferente en las relaciones entre el Este y el Oeste de aquella época de guerra fría.
En ninguna de las conversaciones que mantuve con este hombre dejé de sentir el placer intelectual de sus palabras. Y aquella ocasión en la Moncloa no fue una excepción, más allá de contenidos difíciles en la relación entre el Vaticano y el Gobierno español.
Me decía aquella vez monseñor Casaroli que todo buen predicador debe plantear a su interlocutor o auditorio un máximo de tres cuestiones, para que mantengan la atención. ¿Cómo, entonces los mandamientos de la ley de Dios, son 10?, le pregunté. Usted sabe, respondió, que se resumen en dos.
Pues bien, los tres temas en cuestión eran, aunque parezcan olvidados como todo lo demás, financiación de la Iglesia, educación y contenidos de la televisión --a la sazón sólo Televisión Española--. Por mi parte sólo añadí otro, propio de las preocupaciones del momento: la actitud de algunos sectores de la Iglesia en relación con la violencia terrorista de ETA.
La LODE, planteada por el ministro de Educación, José María Maravall, había provocado una movilización como la que hoy se anuncia. La financiación de los conciertos, sin embargo, había supuesto un incremento espectacular de ingresos para la educación a cargo de la Iglesia, no sin cierta incomprensión por parte de los sectores laicos.
La televisión pública estaba exenta de los programas que más tarde se vieron y calificaron como telebasura. Pero en las madrugadas, que jamás seguí, se podían ver películas que herían la sensibilidad, me decía, de los creyentes por su tono erótico subido. Pensé en los insomnes sin otra cosa en qué distraerse o en los interesados en este tipo de productos, que, como los viejos censores, sufrían y gozaban en rara mezcla de sentimientos. Y en la financiación se habían producido cambios múltiples, siempre a favor de la Iglesia, fueran de tipo fiscal, retributivo o de seguridad social.

YO ESTABA volviendo del Parlamento para acudir al encuentro. La radio del coche, bajo la responsabilidad del conductor oficial, sintonizaba un programa de la COPE de amplia audiencia en las mañanas, que, para mi sorpresa, en aquella ocasión debatía la intensidad de las relaciones sexuales de la duquesa y el duque de Alba. Le comenté a monseñor el hecho, rogándole, en tono distendido, que pidiera la grabación para evaluar la tarea formativa de su cadena de radio.
De esta manera consideré que tenía una batería de respuestas, incluso ocasionales en el último caso, para la conversación sobre las cuestiones que me planteaba. Pero no crean que no existieron ocasiones para hablar de otros temas como la despenalización del aborto --aún vigente tras ocho años de gobierno de los que se oponían-- o las campañas para prevenir graves enfermedades como el sida.
En los contenidos audiovisuales vivíamos otros tiempos, incomparables con los venidos más tarde, con un Gobierno que ellos sentían mucho más próximo. Pero no noté que estuvieran muy preocupados por ellos, o, al menos, no recuerdo campaña alguna para contrarrestar ese tipo de programas que ponen en venta escabrosas intimidades.
En los temas referidos al dinero: financiación, educación, fiscalidad y Seguridad Social, me permití decir que estaba seguro de que su información era incorrecta y que, por ello, la primera providencia debería ser que su acompañante le pusiera al día. No obstante, le ofrecí, más allá de que hiciera o no este ejercicio de revisión de cifras, que buscara un modelo de relación Iglesia-Estado que estuviera vigente en cualquiera de los muchos de que disponía el Vaticano con diferentes países, y, si encontraba alguno que en su conjunto fuera más satisfactorio para la Iglesia que el que nos afectaba, que no dudara en comunicármelo para iniciar las negociaciones de sustitución. ¡Nunca ocurrió!
Como de nuevo hay ruidos, tal vez convenga con sosiego e inteligencia, ir poniendo las cosas en su punto a través del diálogo. Cada cual en su lugar, sabiendo lo que importa en una convivencia que pasó por momentos muy complicados en nuestra historia.

SIEMPRE me interesó este tema y traté de comprender las razones de fondo de comportamientos no fáciles de explicar. Tal vez fuera mi condición de cristiano de formación, ineludible la definamos como la definamos. Yo lo hago recordando que no me sitúo entre los ateos, ni siquiera entre los agnósticos, sino entre los que perdieron la fe y sufren una especie de minusvalía para hacerse comprender por los que la usan como arma de combate por sus creencias.
Sorprende que esta anunciada campaña, a la que tienen el mismo derecho que cualquiera, empiece por la eutanasia que, como es sabido, no parece entrar en las prioridades del Gobierno.
Gratamente sorprendido por la reflexión de Martín Patino en El País sobre laicismo y laicidad, a la que habría que añadir confesionalidad y confesionalismo, creo necesario dejar de inventar fantasmas que operen como el famoso conflicto de civilizaciones. La Iglesia católica o, si prefieren, la cristiandad, es demasiado importante en nuestro espacio español y europeo, más allá de los aspectos relacionados con la fe, para que se caiga en la tentación de utilizarla de manera excluyente.



Qué mente preclara ¿eh?


así nos luce el pelo...
Man debío de poner garrafón

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