¿Hay... mucho Opus?

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tonetti
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¿Hay... mucho Opus?

Mensaje por tonetti »

El Opus Gay derrota al Opus Dei

El litigio data de septiembre de 2002, cuando apareció el primer número de Opus Gay. La organización conservadora católica Opus Dei perdió una batalla legal de dos años con la que intentaba forzar al periódico de la comunidad homosexual chilena Opus Gay a cambiar su nombre, informó BBC.

Viernes, 31 diciembre 2004
IBLNEWS, AGENCIAS
La prelatura local del Opus Dei argumentaba que el nombre era un intento deliberado por ofender a la institución.

"Nadie, o casi nadie, se siente enaltecido por ser relacionado con la homosexualidad. En general, constituye una afrenta o al menos un motivo de burla que se cuestione o se ponga en duda la femineidad o la masculinidad de una persona", argumentó el grupo católico durante el litigio.

Pero un tribunal de Departamento de Propiedad Industrial de Chile concluyó que cualquier asociación con la homosexualidad no implicaba un insulto.

"Coexistencia pacífica"

El fallo sostiene además que "no se advierten semejanzas determinantes que pudieran impedir una eventual coexistencia pacífica de ambas (denominaciones) en el mercado".

El Movimiento de Integración y Liberación Homosexual de Chile (MOVILH) celebró la resolución, a la que calificó como "una señal clara y concreta de rechazo a la petulancia de los grupos de poder que pretenden dominar las expresiones ajenas".

"Desde el movimiento homosexual chileno asumimos este fallo como una victoria inédita en contra del oscurantismo que pretende seguir negando derechos esenciales a las minorías sexuales en nuestro país y el mundo", expresa el grupo en una gacetilla de prensa.
Man debío de poner garrafón

Sirena Coja
moromielda
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Mensaje por Sirena Coja »

http://www.dvd-reviews.net/clasicos/dvd ... blanca.htm

"A propósito del rodaje de UNA NOCHE EN CASABLANCA hay una anécdota muy curiosa que se produjo cuando la Warner se enteró del rodaje de la misma. Amenazaron con demandar a los Marx por poner un titulo tan parecido al original (CASABLANCA rodada 5 años antes para la Warner).

Esta carta se la escribió Groucho Marx a la Warner.

(Textos citados de Groucho y Yo, de Groucho Marx. Edición Tusquets)

"Queridos Warners:

Aparentemente, hay más de una manera de conquistar una ciudad y de conservarla en propiedad. Por ejemplo, hasta el momento en que nos dispusimos a hacer esta película, no tenía ni idea de que la ciudad de Casablanca perteneciese en exclusiva a los hermanos Warner. Sin embargo, sólo pocos días después de hacer público nuestro proyecto, hemos recibido vuestro largo y amenazador documento legal, advirtiéndonos que no usemos el nombre de Casablanca. Por lo visto, en 1471, Ferdinand Balboa Warner, vuestro tatarabuelo, mientras buscaba un atajo para ir a Burbank, fue a parar a las costas de África y, alzando su bastón de alpinista (que más tarde trocó por cien acciones de la compañía), las llamó Casablanca.

No acabo de comprender vuestra actitud. Incluso aunque proyectéis reestrenar vuestra película, estoy seguro de que el espectador vulgar tendrá tiempo suficiente para aprender a distinguir a Ingrid Bergman de Harpo. Yo no sé si podría, pero desde luego me gustaría intentarlo.

Afirmáis que poseéis Casablanca y que nadie más puede utilizar ese nombre sin vuestro permiso. ¿Qué me decís también de "Hermanos Warner"?. ¿ También lo tenéis en exclusiva?. Probablemente, tenéis derecho a utilizar el nombre de Warner, pero, ¿y el de Hermanos?. Profesionalmente, nosotros éramos Hermanos mucho antes que vosotros. Realizábamos giras como Los Hermanos Marx cuando la Vitaphone no era más que un sueño en la mente del inventor, e incluso antes que nosotros ha habido otros Hermanos: los Hermanos Smith; los Hermanos Karamazov; y el "Hermano, ¿puede darme una perra gorda?". Originalmente se decía: "Hermanos, ¿pueden darme una perra gorda?", pero esto representaba repartir demasiado una perra gorda, de modo que prescindieron de un hermano, dieron todo el dinero al otro y lo redujeron a "Hermano, ¿puede darme una perra gorda?".

Y ahora, Jack, pasemos a tu caso concreto. ¿Sostienes que el tuyo es un nombre original?. Bueno, pues no lo es. Fue utilizado mucho antes de que nacieses. Así, de repente, me vienen a la memoria dos Jack´s; existía el Jack de "Jack Matagigantes", y "Jack el Destripador", que en su época cortó unas cuantas figuras.

En cuanto a ti, Harry, probablemente firmarás tus cheques convencido de que eres el primer Harry de todos los tiempos y que los demás Harry´s son unos impostores. Se me ocurren dos Harry´s que te precedieron. Existieron Lighthorse Harry, de fama revolucionaria, y un tal Harry Appelbaum que vivía en la esquina de la calle Noventa y Tres con Lexington Avenue. Por desdicha, Appelbaum no era demasiado famoso. Las últimas noticias que tuve de él fueron que estaba vendiendo corbatas en los almacenes Weber.

Y ahora pasemos al estudio de Burbank. Creo que así es como llamáis a vuestro feudo. El viejo Burbank ha muerto. Tal vez lo recordéis. Era un gran hombre en un jardín. Su esposa decía a menudo que Luther tenía diez dedos verdes. Debió de ser una mujer muy lista. Burbank fue el mago que entrecruzó esos frutos y vegetales hasta que consiguió que las pobres plantas estuviesen tan confundidas que nunca podían decidir si debían de entrar en el comedor en la fuente de la carne o en la bandeja de los postres.

Eso no son más que conjeturas, desde luego, pero quién sabe... tal vez los descendientes de Burbank no se sientan demasiado dichosos ante el hecho de que una fábrica de películas se haya instalado en su ciudad, se haya apropiado del nombre de Burbank y lo utilice en las portadas de sus películas. Incluso es posible que la familia Burbank se sienta más orgullosa de la patata producida por el viejo que del hecho de que de esos estudios hayan surgido películas como Casablanca o Vampiresas (1931). Tal vez todo esto os parezca una parrafada muy amarga, pero os aseguro que no es éste mi propósito. Quiero a los Warner. Algunos de mis mejores amigos son Hermanos Warner.

Incluso es posible que cometa con vosotros una injusticia y que vosotros, personalmente, no sepáis nada de esta actitud absurda. No me sorprendería en absoluto descubrir que los jefes de vuestro departamento jurídico ignoran esta disputa descabellada, porque conozco a muchos de ellos y son tipos muy agradables, con el cabello negro y rizado, con las americanas cruzadas y con un amor por sus semejantes que supera al del propio Saroyan.

Me da en la nariz que este intento de impedirnos la utilización del título ha sido idea de algún picapleitos tonto que realiza su aprendizaje en vuestro departamento jurídico. Conozco bien el tipo, recién salido de la Universidad, ávido de éxitos y demasiado ambicioso para seguir las leyes naturales del ascenso. Ese individuo siniestro engatusó probablemente a sus jefes, la mayoría de los cuales son tipos muy agradables con el cabello negro y rizado, con las americanas cruzadas, etc..., para que trataran de atemorizarnos. Bueno, ¡no se saldrá con la suya!. Apelaremos ante el Tribunal Supremo. Ningún aventurero jurídico creará discordias entre los Warner y los Marx. Todos somos hermanos y seguiremos siendo amigos hasta que el último rollo de Una Noche en Casablanca acabe de enroscarse en la bobina.

Sinceramente, Groucho Marx. "


Poco después los Warner le escribieron a Groucho pidiéndole que les dijera algo sobre el argumento de la película.
Esto les contesto.

"Queridos Warners:

No puedo deciros gran cosa del argumento. Yo caracterizo a un ministro del Señor que predica a los nativos y, por añadidura, vende abrelatas y chaquetones de marinero a los salvajes de la Costa de Oro africana.

Cuando encuentro a Chico, éste trabaja en un garito, vendiendo esponjas a los beodos que no pueden llevarse todo el alcohol. Harpo es un pilluelo árabe que vive en una pequeña urna griega en las afueras de la ciudad.

Al empezar la película, Porridge, una muchacha nativa de labios sensuales, está afilando unas flechas para ir a cazar. Paul Hangover, nuestro héroe, está encendiendo continuamente dos cigarrillos a la vez. Por lo visto no se ha enterado de la escasez de tabaco.

Hay muchas escenas espectaculares y de pasiones brutales, y color, un botones abisinio dirige Riot. Riot, por si no habéis estado nunca allí, es un pequeño club nocturno en las afueras de la ciudad.

Podría contaros muchas más cosas, pero no quiero que perdáis interés por la película. Todo ha recibido la aprobación de la oficina de censura, de la revista del ama de casa y de los veteranos de Africa, y, si el momento es propicio, esta película puede ser la chispa que inicie un nuevo desastre mundial.

Cordialmente, Groucho Marx."


Una vez mas volvieron a escribirle para pedirle una explicación mas detallada del argumento que no parecían haber entendido muy bien.

Esto les explicó.

"Queridos Hermanos:

Desde que os escribí, lamento deciros que se han producido ciertos cambios en el argumento de nuestra película UNA NOCHE EN CASABLANCA. En la nueva versión caracterizo a Bordello, el enamorado de Humprey Bogart. Harpo y Chico son dos vendedores ambulantes de alfombras, deseosos de abandonar su mercancía y de ingresar en un monasterio para celebrar una juerga. Esto constituye una broma estupenda, porque en ese lugar llevan quince años sin celebrar juergas.

Frente al monasterio, junto al mar, existe un hotel lleno de atractivas damitas, la mayoría de las cuales nos han sido prohibidas por la oficina de censura. En el quinto rollo, Gladstone pronuncia un discurso que llena de entusiasmo a la cámara de los comunes, y el Rey pide inmediatamente su dimisión. Harpo se casa con un detective del hotel; Chico posee una granja de avestruces. La chica de Humprey Bogart, Bordello, pasa sus últimos años en casa de la Bacall.
Como podréis ver, es un argumento algo chapucero. Lo único que puede salvarnos de la extinción es que continúe la escasez de películas.

Cariñosamente, Groucho Marx."

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NORNA
ayatolesah
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Mensaje por NORNA »

No tiene nada que ver con lo del Opus sino más bien con mi lema "ponga a un Groucho en su vida" pero de perdidos al río:

Groucho y Yo (Extracto)

¿POR QUE LO LLAMAN AMOR CUANDO QUIEREN DECIR SEXO?


Detesto empezar a hablar del matrimonio, del amor y del noviazgo. (Creo que los he citado a la inversa, pero en realidad no representa gran diferencia, a menos que se esté enamorado.) Como tengo tres hijos, es justo que supongas que he estado casado... aunque he oído hablar de ciertas excepciones a la regla.

No estoy tan loco como para embarcarme en este tema. En la historia de la humanidad no hay otro tópico que haya sido tan rastreado, hecho trizas y machacado como los lazos sagrados para no mencionar los menos sagrados. Ninguna revista que se estime en algo ha aparecido en los quioscos sin publicar por lo menos dos artículos definitivos sobre el matrimonio y el noviazgo (frecuentemente escritos por un grupo de célibes o de vírgenes, si es queda alguna). Ningún diario puede sobrevivir sin una columna de consejos sentimentales, probablemente contigua a la sección cómica, la parte más importante de la publicación. Por lo menos la mitad de las películas que se hacen para la gran masa tratan del muchacho que conoce a la chica y del lazo corredizo que el público se ha acostumbrado a esperar en el último rollo de la película. Cada tarde en la televisión hay tres horas dedicadas a variaciones sobre el tema de "La vida puede ser un éxtasis" y en la radio ocurre otro tanto.
(...)
Mi primer matrimonio tuvo lugar en Chicago. Teníamos la licencia y dos dólares y hubiésemos podido casarnos inmediatamente y sin trabas en el ayuntamiento, pero mi novia insistió en que deseaba cierta atmósfera religiosa. Cualquiera que se haya casado sabe que a esta altura de las relaciones, el novio, febril de deseo, está dispuesto a conceder cualquier cosa.

No sé si Chicago a mejorado, pero fuimos acribillados a preguntas por cinco sacerdotes antes de encontrar a uno que consintiese en celebrar la ceremonia. Parece que los cinco que nos rechazaron tenían objeciones religiosas que oponer porque no éramnos los dos de la misma fe. Además, cuando descubrieron que ambos trabajábamos en el teatro, se apresuraron a acompañarnos hasta la salida.
(...)
No quiero ser irreverente, pero creo que estarás de acuerdo en que quienquiera que creó el sexo ciertamente sabía lo que hacía. Aunque todo el mundo está loco por él, la palabra en sí, pese a su brevedad, parece asustar a muchísima gente. Los autores de canciones, en especial, siempre suprimen esta adorable palabrita y la sustituyen por "amor". Ningún cantante (ni siquiera un tenor) se atrevería a cantar El sexo es algo maravilloso. Con ese título la canción obtendría un éxito multitudinario, pero el cantante sería puesto en la lista negra por algún comité de moralidad. ¿La acusación? Incitar a la gente a que haga una cosa perfectamente natural.

El amor abarca una multitud de emociones y de actitudes. Creo que puedes amar a Dios, a un niño, al vecino (o a su esposa, elegir uno o el otro), e incluso a un chucho. Pero el amor matrimonial nunca se define con claridad.

Cuando la gente ve a una pareja joven paseando sin rumbo, cogida del brazo, ajena al mundo entero y tan apretada como dos plátanos en la misma piel, invariablemente esclama:
-¡Oh, qué pareja más encantadora! ¡Qué enamorados están! ¿Verdad que es bonito?
Bueno, aquí es donde el viejo Groucho, experto en nada, saca fuerzas de flaqueza y descubre su alma ante un mundo hostil. Lo llaman amor, pero, para ser sinceros, en la mayoría de los casos no lo es. Se trata sólo de dos personas que se encuentran sexualmente atractivas y que esperan, si hay suerte, estar pronto uno en los barzos del otro.

Me gustaría saber lo entusiasmado que este Romeo se mostraría acerca de esta Julieta si ella fuese patizamba, tonta y su busto estuviese manufacturado en Akron, Ohio. Supongamos que tanto ella como él tuviesen patas de gallo. Me pregunto lo fuerte que sería su amor en este caso, a menos, desde luego, que resultara que ambos fuesen gallos, en cuyo caso se sentirían irresistiblemente atraídos.

No niego que incluso las personas espantosas se casan (tómeme a mí, por ejemplo), pero la mayoría de los jóvenes se casan porque sienten avidez por esa sublime experiencia sexual que han estado acariciando en su subconciente desde que iban a la escuela, alentada por sus amigos, por las películas y por las novelas baratas.

En La gata sobre el tejado de zinc, Tennesse Williams hace que la madre señale una cama y diga: "Ahí es donde se deciden los matrimonios". Si el señor Williams cree que en el matrimonio no hay más que esa cama, le sugiero que repase de nuevo la obra y la escriba otra vez.

No hay duda de que el sexo es la fuerza responsable de la perpetuación de la raza humana. Si no existiese, la vida desaparecería en pocas décadas, lo que tal vez no fuese mala idea. Creo, sin embargo, que el verdadero amor aparece sólo cuando se han amortiguado las primeras llamaradas de pasión y quedan sólo las ascuas. Este es el verdadero amor, que guarda sólo una relación remota con el sexo. Sus partes integrantes son la paciencia, el perdón, la comprensión mutua y una larga tolerancia hacia los defectos ajenos. Creo que esta es una base mucho más firme para la perpetuación de un matrimonio feliz. Pero ¿por qué he de divagar acerca de esto? Pongámoslo todo en manos del maestro, G.B.S. (Shaw para tí), a quien cito: "Cuando dos personas están bajo la influencia de la más violenta, la más insana, la más ilusoria y la más fugaz de las pasiones, se les pide que juren que permanecerán continuamente en esa condición excitada, anormal y hasta agotadora hasta que la muerte los separe".

Ahora que el señor Shaw y yo hemos definido el amor y hemos hecho con él un paquete pequeño, primoroso y superficial, prosigamos. Creo que la soledad es responsable de más matrimonios que el tan traído y llevado sexo. He leído muchísimas biografías describiendo la vida plácida del soltero, pero no te lo creas. Un amigo mío llamado Devlin (hermano de sangre de Delaney) me dijo una vez con cierto arrepentimiento que si durante los días de su noviazgo hubieran existido la televisión y las comidas en lata, nunca se hubiera casado. Hay la suficiente verdad en su afirmación para hacerme creer que desearía no haberse dejado atrapar jamás.

El muy tonto no comprende que, prescindiendo de cuantas comidas en lata tragara o de cuantos televisores tuviera en casa, seguiría estando solo. Las comidas en lata son un invento maravilloso, pero no pueden reemplazar a una mujer enamorada que cuida a su marido. Si tuviera que definirlo con una sola frase, tal vez utilizaría esta: "El mejor banquete del mundo no merece la pena ser comido a menos que se tenga a alguien con quien compartirlo". Y lo mismo ocurre con todas las experiencias compartidas. La mitad del placer que supone ver la televisión en casa consiste en que uno puede volverse hacia el compañero y comentar los programas infames que las emisoras producen con toda deliberación. No hay nada más espantoso que sentarse solo en el cine, sin nadie con quien hablar. Durante mis retiradas de la vida matrimonial, con frecuencia experimenté esta desagradable sensación.

Tal vez sea un caso excepcional, pero encuentro casi imposible ver una película a menos que pueda lanzar a mi compañero, hombre o mujer, preguntas como: "No habíamos visto el año pasado a ese gordo en Aquí está la pubertad o "He olvidado quien ha dirigido esta porquería; ¿cómo se llama?" o "¿Crees que ella es verdaderamente culpable?" Comprendo que esta clase de charla estúpida puede ser enloquecedora para mi compañero, para no mencionar a los espectadores que nos rodean, pero es un impulso que, por desdicha, no puedo dominar. Y ése fue el origen de una aventura horrible.

Un sombrío fin de semana, sintiéndome con ánimo romántico, viajé hasta Palm Spring. Cuando llegué estaba lloviendo. Había reservado una habitación en un destacado club de tenis y, según tengo por costumbre, andaba en busca de alguna compañía femenina. Aquel año el tiempo había sido desusadamente malo (según la Cámara de Comercio) y en el club apenas encontré elementos del sexo opuesto. Cené solo. Con excepción de mi respiración profunda, la única distracción que había en el amplio comedor era el atemorizador sonido que producía un viejo caballero situado en un rincón lejano. Estaba deshaciendo una tostada en la sopa de almejas con la esperanza de que este aditamiento haría potable aquel mejunje.
(...)
Era una noche fría y húmeda, de modo que puse unos cuantos troncos en el hogar. Aparentemente, algo iba mal en el tiraje porque, en lugar de aquellas llamas alegres y cálidas que debían haberse alzado hacia la chimenea, la habitación y yo empezamos a llenarnos de humo.

Me coloqué el sombrero y desplazando un poco mi úlcera hacia un costado, decidí que antes de convertirme en un verdadero salmón ahumado era preferible dirigirme al cine local. No recuerdo lo que se proyectaba. Sólo me sentía atraído hacia ese cine por un anuncio que decía: "Se permite fumar en la sala".

Al entrar, el empresario me saludó con toda la deferencia debida a un gran artista. Dijo:
-¡Hola, Groucho! Quedan muchas localidades buenas. ¡Ja, ja, ja!
Su risa se convirtió en sollozos mientras yo penetraba en la sala.

La platea estaba vacía, con excepción de un hombre viejo que se sentaba en el tramo central, absorto en lo que ocurría en la pantalla. Me encaminé directamente hacia él. Como había entrado después de empezar la película, no tenía idea de lo que ocurría ni de quienes eran los artistas. En consecuencia, le lancé una serie de preguntas en rápida sucesión. Me respondió con otra serie de respuestas breves y guturales. Después de esperar unos cuantos minutos, le hice otra pregunta. En cuyo momento él recogió su gabardina y su sombrero y se trasladó al extremo más alejado de la sala. Como no tenía a nadie más con quien hablar, muy pronto salí del cine y regresé a mi hermoso refugio.

Abrí rápidamente todas las ventanas y me zambullí en la cama. Mientras yacía en ella, tembloroso, un pensamiento terrible se me ocurrió. ¡Supongamos que el hombre del cine hubiese acudido al empresario a quejarse de que un tipo excéntrico, que había desparecido apresuradamente, había tratado de molestarlo! ¡Qué bonito titular hubiese hecho! GROUCHO MARX DETENIDO POR MOLESTAR A UN ANCIANO EN UN CINE LOCAL.

(...)

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