
- El director:
Browning es uno de los llamados pioneros en la cosa esta del cine. Junto a su amigo Griffith, abrió nuevos senderos entonces vírgenes, y aun hoy no superados en muchos aspectos. Con Griffith colaboró como ayudante en Intolerancia (incluso tuvo un papel), y sobretodo cogió tablas y estableció contactos. De esa época proviene su amistad con Lon Chaney, que posteriormente sería su actor fetiche.
Browning seguramente será recordado por su Drácula con Lugosi, pero es Freaks su obra más personal y brillante. Al tema pues.
- La película y sus circunstancias:

Un circo, trapecistas forzudos y payasos conviven con deformidades y esperpentos.. de esos que el morbo y las risas a su costa rentabilizan la entrada para el mayor espectáculo del mundo.

Aquí, Browning posa con sus estrellas.
Como dato, decir que Browning hablaba aquí con conocimiento de causa; trabajó y vivió en un circo siendo joven. Por otra parte, un accidente de coche le dejó secuelas físicas el resto de su vida y terribles dolores. Los freaks, bien pudieran ser los reflejos de sus propios complejos y temores, en constante anhelo por la aceptación social.
No fue un estreno fácil, y sí muy arriesgado. Browning pasó del arrollador éxito de Drácula, a tirarse sin red con esta película: la financiación de la Metro se mantuvo siempre en la cuerda floja, y las críticas e ingentes pérdidas tras su fracaso en taquilla, enviaron al director a la jaula de los leones. Sólo a mediados de los 60 se comenzó a valorar esta película, en Europa, y más a como icono kistch, que como la joya que subyace tras la pátina del esperpento.
Los 90 minutos son una sección en ese panal que supone el circo, lo que nos permiten ser vouyeurs en ese microcosmos. La grandeza del film reside en trasladar a una carpa los seculares leimotivs que periguen y guían al género humano. Sentimientos nobles, e inocentes se cruzan con envidias, venganzas ... amor frente a avaricia.

Como si de una trama shakesperiana se tratase, los personajes son marionetas en un tablero vital, donde son esos instintos tan fuertes como inherentes al hombre, los que al cruzarse desatan las pasiones más descarnadas. Los personajes son arquetipos clásicos, fácilmente identificables por el espectador y que hacen sencillo el seguimiento de la película. Lo complicado es asumir el trago de hiel que supone la ausencia de reparos y complejos con los que se nos desnudan las miserias humanas.
Las apariencias siempre engañan, y el maniqueísmo (monstruos/humanos=inocencia/perversión) del que Browning parece tomar partido ya desde un inicio, encierra claves más profundas y desagradables.
- Conclusión:
Estética novedosa y cruda. Temas universales y tratamiento clásico. Una sincera y descarnada historia de amor, al fin y al cabo.Hoy día sería impensable su estreno: Lo boicotearían cienes de asociaciones de perturbados, oenegés defensoras de falsos valores y talibanes de lo políticamente correcto. No es fácil digerir que la mayoría de actores sean deformes, oligofrénicos, siameses,y otras taras genéticas. Un retrasado o autista para dar lástima o hacer risas ternescas, está bien visto y funciona (óscar al canto). Lo jodido es cuando hay una decena en nómina, y se los trata de igual a igual con los normales.
Pues eso, obra maestra.
P.D. :¿cómo cojones enciende un cigarro al hombre-oruga (Randian)?(también escribía, pintaba...)

¿cómo y por donde caga el hombre a la mitad (J. Eck)?
