Debido a la una vez más demostrada incapacidad por parte del gnoki para administrar un foro, el resto del campeonato de posting catch se celebrará aquí.
Esta medida ha sido tomada después de comprobar, además de la manifiesta incapacidad del gnoki para administrar un foro, que casi todos -excepto un par de ellos- los mensajes del posting catch han sido borrados.
Y como esto debe continuar, Mayhem se enfrenta a Candy. El tema: argaimboys o clicks de famobil.
Hasta el 1 de septiembre tenéis de plazo.
CUARTOS DE FINAL: Mayhem VS Candy
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bud spencer
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bud spencer
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bud spencer
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Apartando unas cuantas telarañas mentales, aún logro recordar los años de mi tierna y al mismo tiempo dura (morcillona, para que me entendáis) infancia. Por aquél entonces no íbamos muy holgados de dinero, yo aún no cobraba una pensión por genialidad como la cobro hoy día, mi padre gastaba lo poco que ganaba en comprar cartas de Magic, su gran afición, y mi madre se gastaba lo que sobraba en adquirir tebeos. Indagando un poco más entre mis recuerdos, quizá fuera yo el que gastaba el dinero por ambos, pero no estoy del todo seguro.
La cuestión es que estábamos bastante pelados. Los airgamboys, por aquél entonces, eran para los niños del barrio rico, esos que huían cuando nos veían llegar vestidos con nuestras ropas andrajosas y nuestros zapatos reusados y agujereados. Nosotros sólo queríamos jugar, pero ellos nunca lo entendieron. Huían, se encerraban en sus casas y sus padres llamaban a los antidisturbios, que nos devolvían al ghetto a golpe de porra.
Eran tiempos jodidos, pero por aquél entonces todo era muy jodido. El país estaba muy jodido, aún no teníamos a políticos que proclamaran que España va bien. El Barça estaba muy jodido. Incluso mi abuelo seguía vivo, el muy jodido. Todo era muy jodido, en definitiva. Pero la felicidad tenía un nombre y una imagen:
Cuánta diversión en tanta simplicidad. Qué precioso plagio del R2D2 (¿lo he dicho bien?). Qué recuerdos, cuánta ilusión dentro de una reducida cajita.
Unos cientos de metros más allá, los niños ricos abrían los lujosos paquetes en los que venían envueltos los Airgamboys, pero no les hacía tanta ilusión, era uno más, un cualquiera en una enorme montaña de juguetes.
Supongo que con esto basta para empezar contigo, Candy, MC o amigo o amiga de MC, tanto monta monta tanto, que todo se pega menos la hermosura y, aunque esto último también se pegara, no te vendría dada del ambulanciero.
Venga.
La cuestión es que estábamos bastante pelados. Los airgamboys, por aquél entonces, eran para los niños del barrio rico, esos que huían cuando nos veían llegar vestidos con nuestras ropas andrajosas y nuestros zapatos reusados y agujereados. Nosotros sólo queríamos jugar, pero ellos nunca lo entendieron. Huían, se encerraban en sus casas y sus padres llamaban a los antidisturbios, que nos devolvían al ghetto a golpe de porra.
Eran tiempos jodidos, pero por aquél entonces todo era muy jodido. El país estaba muy jodido, aún no teníamos a políticos que proclamaran que España va bien. El Barça estaba muy jodido. Incluso mi abuelo seguía vivo, el muy jodido. Todo era muy jodido, en definitiva. Pero la felicidad tenía un nombre y una imagen:
Cuánta diversión en tanta simplicidad. Qué precioso plagio del R2D2 (¿lo he dicho bien?). Qué recuerdos, cuánta ilusión dentro de una reducida cajita.
Unos cientos de metros más allá, los niños ricos abrían los lujosos paquetes en los que venían envueltos los Airgamboys, pero no les hacía tanta ilusión, era uno más, un cualquiera en una enorme montaña de juguetes.
Supongo que con esto basta para empezar contigo, Candy, MC o amigo o amiga de MC, tanto monta monta tanto, que todo se pega menos la hermosura y, aunque esto último también se pegara, no te vendría dada del ambulanciero.
Venga.