En el prinsipat, desde ayer, hacen esto:
Festival, mayoritariamente de cortometrajes aunque se están diversificando los últimos años en otro tipo de entretenimiento gafapaster, exposiciones, performances y paellas populares. Y no podía éste dejar pasar la oportunidad de sacar a pasear su vastísimo conocimiento cinematográfico, no como el vuestro. Ayer, en la ceremonia de inauguración, pusieron:
Remember My Name.
Desde que leí el título hace dos semanas llevo cantando en bucle la puta cancioncilla de Fama, su puta madre.
Rimembah, rimembah, rimembah.
Primer largometraje de Elena Molina, directora madrileira ganadora del festival en la categoría de cortometrajes de algún año anterior. La investigación previa no había sido muy halagüeña (menos de un 6 en Pelmaphinity) y la sinopsis que auguraba trazas de peñazo, pero pocas cosas se hacen en este país de mierda como para ponerme a ignorar las medianamente interesantes. Y grátix!
Así que allí me colé y en tu fiesta me planté, escamoteando en la chaqueta una petaca llena de palomitas que en este tipo de eventos infuloso-culturetas no se ve con buenos ojos el snack.
Y oye. Qué buena peli, carajo. Documental sobre un centro de acogida de menores inmigrantes en melilla en el que el grupo de danza es seleccionado para participar en Got Talent. Durante buena parte de la peli me quedé dudando sobre si aquello era realmente un documental. Hay montaje, planos y contraplanos, conversaciones privadas que difícilmente podrían llevarse a cabo de forma espontánea con cámaras delante y una trama lineal que se contradice un poco con la naturaleza caótica de la vida real. Cuando acabó la peli, hubo coloquio con la directora (al que no tenía ninguna intención de quedarme pero al que me acabé quedando porque la peli me había interesado lo suficiente, y porque hubiera quedado feo ser el único en la sala que se levantaba, qué cabezota es la audiencia almorrana) y contó que no todo era espontáneo, aunque nada era guionizado, que muchas veces se planteaba reproducir una conversación previa simulando improvisación. Y joder, en ese caso... Qué chavales, qué bien actúan. Los ninioh están fantásticos, son simpáticos, graciosos, ultracarismáticos y muy naturales. El resto del elenco también está muy bien delineado. Son básicamente la profe de baile que con una energía un poco majara, una nariz pizpireta y un carácter tripolar me pareció fabulosa, tremendamente atractiva (viene siendo mi target), y una monja viejita que toca la pandereta y suelta arengas motivacionales que es absolutamente antológica y adorable.
La cosa está muy bien rodada, con una colección de postales de Melilla preciosas e impecables, muy bien montada y tan bien narrada (hay un par de elipsis que me dejaron con el culo un poco torcido) que cuesta de creer que fue filmada en seis años a cachitos cuando se podía o que simplemente sea un documental, normalmente la vida no suele ser tan redonda y circular como un guion.
A excepción de un fragmento emocionalmente pornográfico de los castings de Mediaset en los que ordeñan a los niños empujándoles las ubres con un palo para que cuenten toda la magnitud de sus dramas en todo el esplendor de su morbo (cuando nadie le preguntó al respecto, la directora dijo que eso es algo que ella nunca hubiera hecho y que sólo lo puso en la peli porque los productores se lo recomendaron como retruécano meta, yo, estas explicaciones no las entendí del todo y me suenan un poco a excusatio non petita) la peli no se recrea en el dolor. Aunque trata temas duros, no hace ni concesiones paternalistas ni hipérboles lacrimógenas. La emoción es justa (y real, en este caso) y está muy bien servida. Hay un par de momentos de humor bastante majo, y otro par de en los que una lagrimilla me asomó la comisura, pero mayormente anduve con una sonrisilla bobalicona en el hocico. Lo que quizá sí que hace un poco es ocultar las colillas debajo de una manta, ni una cerveza, ni un puñetazo de gitano en un cine, ni un conflicto, ni un insulto. Cuesta de creer que en un entorno tan complicado todo el mundo sea tan puro.
En fin. Que muy bien. Un siete y medio.
I wanna live forevah,
baby remembah my name
Rimembah, rimembah, rimembah.