Respecto a lo primero: el efecto de la "personalización" y la "despersonalización" de lo que le sucede a los demás ya sabes que es uno de los fenómenos más y mejor estudiados en psicología. Es más, lo que se sabe sobre dicho fenómeno debería ser estudiado prácticamente por todo el mundo, ya que ayuda a pulverizar muchos supuestos morales y éticos que determinada gente sostiene pese a que algunos sabemos que resultan psicológicamente absurdos.
Es por ello que las campañas humanitarias tratan de
personalizar el sufrimiento en individuos concretos, pues sólo así se despierta el sentimiento de empatía. Para que se produzca empatía, es necesaria bien una personalización o bien una identificación por "cercanía" (ya sea física o cultural).
Por poner un ejemplo concreto: todos hemos visto las imágenes del tsunami y probablemente todos hemos sentido la misma pena. Pero empatía sólo la habremos sentido con algunas imágenes concretas. Por ejemplo, en unas en las que se ve a un hombre pugnando por no ser arrastrado por las aguas. Esas imágenes se emitieron días después del tsunami, así que ya había sucedido todo, pero seguro que quien las vió no pudo evitar sentir cosas del estilo de "agárrate ahí" o "ojalá se salve", o cosas por el estilo... por más de que a esas alturas ya había pasado todo y el hombre casi seguro había muerto.
Otro ejemplo concreto es el del aluvión de adopciones de niñas chinas que comenzó con el ya legendario reportaje de Documentos TV, en el que se veía casos concretos de niñas concretas, y que pasó a convertirse en un modelo para toda publicidad imaginaria que se precie.
Respecto a Carter, él hizo lo que hacen todos los reporteros de guerra: aislarse de la realidad circundante "tras" la cámara, para no sucumbir ante esa realidad y ante el hecho de que, realmente, no están haciendo nada. El problema de Carter fue de nuevo la personalización:
aquella niña concreta cuya vida
sí podría haber dependido de
él (por más que quizá a esas alturas no hubiese logrado salvarla... pero, para la conciencia, intentarlo es todo), y el premio Pullitzer no hizo más que recordárselo día tras día.
Por todo esto, yo sostengo la teoría de que las tareas humanitarias requieren de gente que alberga de por sí una cierta frialdad. La gente "cálida" (quiero decir más naturalmente bondadosa) suele entregarse ya a quienes tiene en su entorno próximo, lo necesiten o no (esa entrega ya de por sí les impide dedicarse a tareas "humanitarias") y es gente que difícilmente podría soportar viajar a según qué sitios y contemplar según qué situaciones. Por así decirlo, se trata de gente cuya bondad está muy a flor de piel y cuyos compromisos con su gente cercana son para esa persona tan fuertes que nunca podría dejarles para dedicarse a empresas más ambiciosas.
En el caso de Carter, leí por ahí ( no se si será verdad o qué) que apartó el buitre y se fue a llorar bajo un árbol.
Sí, él mismo contó que había espantado al buitre, pero que no se había planteado hacer nada más porque había muchos otros niños en la misma situación (y, añado yo, porque creo que estaba bloqueado ante lo que veía).