Mi hermano se quedó en paro, cuarentón y con dos niñas pequeñas. Echamos solicitudes de empleo, pero en principio rechaza cualqueir oferta de trbajo temporal por menos de mil euros. Y no vale decirle que por su edad y circunstancias más le vale aceptar cualquier cosa, que nunca volverá a ser mileurista. Él dice que entre el paro y las ayudas a sus hijas gana más que con los trabajos que se le ofrecen. Bien es cierto que mis padres -jubilados- y yo mismo -sin nadie a mi cargo- le cubrimos parte de la hipoteca y la educación de las peques. Pero aún así.
Luego viene el expresidente de la UE y dice que el paro en España es culpa de los sudamericanos:
http://larepublica.es/2015/04/19/durao- ... -subsidio/Un conocido de familia acomodada, con carrera universitaria, harto de los excesos del capitalismo marchó a vivir a una comuna en la provincia de Sevilla. Sus padres están que trinan y tratando de sacarle de allá por medio de abogados. Y es que, veréis, el modo de procurarse el sustento en esa comuna consiste en trasladarse a las cercanas localidades de Carmona, Écija, Marchena y Osuna y ponerse a pedir alimentos a los viandantes a las puertas de los mercados y supermercados.
No veo yo que tiene que ver el anticapitalismo con comer de gorra a costa de la caridad ajena, y menos en una zona que no figura entre las regiones europeas más privilegiadas.
Otro joven conocido, de los muchos que salieron de España a buscarse la vida, se afincó en Londres. No tiene un trabajo remunerado más que de manera esporádica sirviendo copas algún fin de semana. Y aún esto lo hace por el papeleo. Resulta que su ocupación es patearse todas las oficinas gubernamentales, rellenar impresos y aguantar colas e inspecciones. Y aún así entre ayudas a la vivienda, al desempleo y demás se levanta ochocientas libras mensuales. Le da para vivir en la carísima capital británica sin necesidad de hacer nada por nadie que no sea él mismo.
Luego los malos son los jubilados británicos que vienen a aprovecharse del sistema sanitario español.
Una historieta más, en este caso una chavalina ingeniera industrial con puesto en la factoría Renault de Lyon. Preguntada por sus jefes franceses si no le gustaría trabajar en Palencia o Valladolid (élla es palentina) sólo pidió que le respetaran su sueldo en Francia para volver. Le dijeron que no, que sería un agravio para los trabajadores españoles que cobran la mitad o las tres cuartas partes del sueldo en la casa madre. Y élla dijo que se quedaba en Francia, que allá paga cien euros de alquiler cobrando mil doscientos. Y que en España con seiscientos-ochocientos apenas tiene para vivienda.
En fin, que la gente se busca la vida como puede.
Ante la tragedia humanitaria que se vive en el Mediterráneo, a mí se me ocurre apelar a la responsabilidad. Hemos de salvar y socorrer a esas gentes, y acto seguido proporcionarles un billete de ida a los EE. UU. y Gran Bretaña.
¿Acaso no fueron éllos los que iban a llevar la democracia a Libia, Siria e Iraq? ¿No han hecho todo lo posible por derrocar a los tiranos locales? Pues bien, que asuman que les compete a éllos y exclusivamente a éllos acoger a a todos los refugiados por este desastre.
Lo mismo digo para los radicales islámicos, nada de prisiones; billete de ida a Arabia Saudí, Emiratos Árabes y demás muñidores. Una vez allí, en su propio suelo, que les sigan financiando si quieren.
¿Y lo de Ceuta y Melilla? Pues igual, lo que nos gastamos en vallas y personal pasamos a emplearlo en costear viajes de ida al destino que los africanos nos indiquen. En vez de que nos pongan la cara colorada (con razón), endosamos un problema que no es nuestro (esas gentes en realidad no quieren quedarse en España) a las naciones responsables de estas migraciones masivas.
Acá en Mordor las subcontratas se subdividían y las asesorías se ampliaban para
sacar músculo empresarial que todo nazgûl[*] tuviera su carguito. El necesario equilibrio salarial con tanto nuevo jefecillo se lograba a base de despedir a la tropa de orcos, que se llevaban un pico en antigüedad y otros complementos, y sustituirlos por unos pocos sureños o esteños, siempre prestos a baldarse a trabajar por el salario mínimo.
Pero se acercan las elecciones.
En una de estas sub-subcontratas de logística, que de quince empleados que tenía en un almacén había pasado a una sudamericana que se encargaba de todo, han contratado a ocho cuarentones, españoles todos, ni muy espabilados ni diligentes -se necesita un conciábulo de al menos cuatro de éllos para saber dónde poner una caja- pero son gente agradecida, eso sí. "Qué bien lo está haciendo el PP" te comentan al unísono mientras menean la cabeza como los perritos esos que se ponían en la bandeja del cristal trasero de los coches.
En otra subcontrata de limpieza, dónde antes se apañaban con una rumana que no daba a basto, ahora tienen todo un plantel de matronas españolas que apoyando reflexivamente la barbilla en el palo de la mopa comentan con gran ponderación que hemos salido de la crisis y que lo fundamental es seguir por el mismo camino de recuperación y no andarse con experimentos políticos.
Y sería un no parar hablar de las subvenciones y ayudas que vuelven a fluir para empresitas y particulares; subvenciones y ayudas que por experiencia sé que suelen durar hasta el lunes siguiente a las elecciones.
En fin, que solemos quejarnos de que nuestros políticos nos toman por tontos. Pero, sin ánimo de faltar a nadie, ¿y si tuvieran razón?
[*] Nazgûl: dícese del emprededor, militante en Nuevas Generaciones. Mete más miedo que el Balrog (monstruos antiguos a los que sólo se puede ver en el palco del Bernabéu).