Prez escribió:Pero leyendo este fragmento me da la sensación —corrígeme si estoy en un error— de que consideras el lenguaje como un arma para intentar paliar una desigualdad entre sexos.
Si lo entiendo bien, me preguntas si defiendo la feminización del idioma como un método de lucha política o como un instrumento de cambio social. Mi respuesta es —y sólo puede ser, teniendo en cuenta la postura que más o menos he defendido en este tópico— que no. He repetido bastantes veces a lo largo de la discusión que el lenguaje lo hacemos los que lo hablamos y que no solamente es absurdo intentar imponer las palabras que deben usarse y las que no, sino que además es un empeño condenado al fracaso de antemano. ¿Quién y cómo va a controlar lo que los millones y millones de hispanohablantes decimos o dejamos de decir?
Inútil es intentar obligar a la gente a que diga «jueza», por supuesto. Pero también es inútil intentar obligar a la gente a que no diga «jueza». Y hay que tener en cuenta que, puesto que desde pequeños se nos ha transmitido el concepto de género a todos los que hablamos español, tendemos a aplicarlo siempre que podemos.
La verdad es que yo he entrado en esta discusión porque me parece fascinante todo lo que tiene que ver con el lenguaje, por varias razones. Entre ellas, no es la menor la idea de que el hecho de poseer un lenguaje pueda ser lo que nos distingue frente a las demás especies animales. Con el avance de la paleontología se ha ido descartando que lo más característico del
Homo sapiens sea la fabricación de instrumentos, el dominio del fuego o la bipedestación, pues otros homínidos diferentes de los sapiens poseían estas capacidades. Por ejemplo, los australopitecos de los que hablaba Blanquita hace unos días ya caminaban erguidos (y ahora, precisamente a raíz del descubrimiento del
Orrorin Tugenensis, se empieza a pensar que tal vez los australopitecos no estén siquiera entre nuestros antepasados directos). La aparición de un lenguaje capaz de formular conceptos abstractos ha podido ser la característica única que nos convirtió en personas.
En el principio era el verbo y todas esas cosas. Tal vez la palabra nos ha hecho humanos, tal vez la palabra nos ha creado como personas, tal vez la palabra es un dios. O, mejor dicho, una diosa.