NAZARIO
Los que tengan algo de cultura sobre el cómic nacional de principios de los ochenta (vamos, el que haya ojeado los primeros Víbora) sabrá de quién hablo.
Nazario era un dibujante sevillano muy marica y ciertamente transgresor para esos tiempos. En los primeros años de la transición se mudó a Barcelona donde se dedicó a mariconear a sus anchas, publicar sus primeros cómics de tapadillo (la censura aún existía) y a conocer a peñita molona que entonces chanaba.
Su estilo es abigarrado, barroco y chillón, muy exahustivo en el detalle e infantil en el trazo. Sus historias están siempre ambientadas en una Barcelona imaginaria poblada de mariconas viejas millonarias y salidísimas, peligrosos chulos, científicos locos, travestis y robots de enormes pollas.
Se puede decir, y esto ya es cosa mía, que Nazario y Almodóvar sentaron las bases de lo que debía ser el humor petardo del marica medio español, que de entonces en adelante ya no tendría que esconderse para mariconear, y emplea todos los estereotipos que ahora se les asocia: el folclore, la religión, lo colorista, la pluma y la deshinibición.
Su personaje emblemático es Anarcoma, un travesti, y su acompañante el robot XM2, un oso calvo y velludo de los que le ponían a su autor. Todo rezuma hedor a ochentero (aunque creo que es anterior), a Movida, a sublimación de la caspa, a auténtica y fresquísima gamberrada.
Recuerdo que, de pequeño, dibujaba a tíos con mucho pelo en el pecho y con pollones enormes para hacerme una paja y luego romper el dibujo para que no me lo vieran. Debía de tener unos 12 años.
Algunos extractos de una entrevista suya:
El Papa Clemente pululaba por todos los váteres de Sevilla. Era inevitable acabar encontrándotelo si tú también frecuentabas esos ambientes. Todo el mundo sabía que era ese hombre al que se le aparecía la Virgen. El segundo de a bordo del Palmar de Troya era un dominico con la carrera de abogado, que, al conocer a Clemente, se olió el negocio fácil. Este amigo de Clemente se salía periódicamente del monasterio y era novio de un amigo mío. Le daban ataques de integrismo místico y volvía al convento, pero, cuando ya no podía más, volvía a salir y follaba con mi amigo. Al final, se volvió loca del todo y montó el Palmar de Troya. Me parece que, una vez, en los Jardines de Murillo, follé con el mismísimo Papa Clemente en una noche de borrachera. Creo que era él.
¿Crees que ha desaparecido para siempre esa Barcelona que retrataste en ‘Anarcoma’?
Sí. Anarcoma es un modelo de travesti que no se daría ni en Madrid ni en Sevilla: su mundillo es muy barcelonés. Era un retrato no tanto del entorno, sino de la gente que lo habitaba. Todo ha cambiado: unas cosas para mejor y otras para peor. No siento nostalgia de una época que estuvo bien, pero es irrepetible.
Hace poco, en una de esas reposiciones de La Edad de Oro que pusieron por la 2, la Paloma Chamorro le entrevistaba en el escenario del plató para introducir a no sé qué grupo y delante, por supuesto, del público y las cámaras. "¡Cómo vas, Nazario! Anda, trae el micrófono que así no se puede salir en la tele." En efecto, cómo iría Nazario para que esa mujer (y no otra) le llamara la atención en ese programa (y no otro) por el pedo que llevaba. Iba regular.
Y no, no ha muerto de sida ni de sobredosis ni está en estado terminal. Ahora pinta cuadros y es un autor bastante cotizado. Y sano, que no es moco de pavo saliendo de dónde salió.
Pues nada, ese era Nazario.
