La Norni escribió:Ariadna, todo el texto es un compendio de absolutos, una polarización entre quien piensa y quien no piensa, optimista-pesimista, blanco-negro, vida-muerte. En realidad no creo que sea así -a no ser que se esté completamente deprimido, o no se haya pasado la adolescencia – puesto que no se es 100% algo sino por el contrario solemos tener pizcas de todo según el momento.
El relativismo es una trampa en la que suelen caer muchas personas inteligentes.
Es evidente que la realidad está construída a base de grados. No podemos hablar con propiedad de "temperatura" si no comprendemos que es un fenómenos gradual, pero el camino para llegar a captar esa naturaleza gradual es precisamente entender cuál es el punto de ebullición del agua y cuál es el punto de congelación. Sin concebir dónde están los extremos, difícilmente podemos valorar la magnitud de la escala y el significado de sus distintas magnitudes intermedias.
Para entender la realidad -que básicamente es un caos de "grados intermedios"- hemos precisamente de reducirla a sus extremos. Después, agrupamos en torno a cada extremo los "grados intermedios" que le juzgamos más próximos. Si no nos ponemos de acuerdo en distinguir qué es "frío" y qué es "calor", ¿cómo vamos a entender el concepto "tibieza"?.
Reducir la realidad a sus extremos puede que no sea descriptivamente preciso, pero es metodológicamente necesario. Un individuo que aprende, por ejemplo, tiene una primera noción de los conceptos de "bien" y "mal" en base, básicamente, a refuerzos que sólo ayudan a convertir esos dos conceptos en opuestos, o sea, en extremos. Al principio, sólo entendemos que algo es "bueno= niño mono" o "malo= caca", no hay más. La valoración de todos los grados intermedios y los relativismos asociados a qué es bueno o qué es malo, es algo que aprendemos después,
una vez ya hemos interiorizado los extremos.
Del mismo modo, y si consideramos una discusión como un modo de investigación o de aprendizaje, debemos partir de los extremos para, una vez los tenemos ubicados, empezar a desgranar todo lo que se halla entre un extremo y otro.
Sólo cuando nos pongamos de acuerdo sobre qué es "blanco" y qué es "negro", podremos empezar a discutir acerca de la naturaleza del "gris". La simplificación es la base del pensamiento, y toda complicación posterior carece de sentidosi no se ha efectuado una buena simplificación de base.
En ese sentido, creo que la distinción polar entre individuos "pensantes" e individuos "no pensantes" no es estadísticamente cierta, pero eso no significa que no sea un primer paso necesario o que no haya una cuota de verdad en la distinción. Podemos hablar de esos dos extremos, o podemos sucumbir al relativismo y a sus consiguientes batallas de ejemplos que contradicen otros ejemplos, metáforas que contradicen otras metáforas, etc.
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En general, yo sí creo que existe una distinción entre personas con una capacidad de reflexión metafísica y otras que no la tienen. Tampoco creo que quien no la tenga sea "tonto": hay personas muy inteligentes, ingeniosas, hábiles para el lenguaje u otras actividades, que en general dan la impresión de ser -y son- lo que todos llamamos un individuo "inteligente", pero que carecen de verdadera profundidad o "madurez" metafísica. En ese sentido, yo hablaría de dos tipos de inteligencia, una que es meramente instrumental y que es lo que todos comúnmente llamamos "inteligencia" a secas, y otra que podría llamarse, no sé, "inteligencia existencial" o "inteligencia espiritual" o "metafísica" o como a ustedes les plazca.
Vamos, a mí se me ocurren ejemplos de personas con un CI bastante aceptable y habilidades y brillanteces varias, que a la hora de la verdad naufragan cuando se trata de captar las sutilezas del razonamiento existencial.
Básicamente, por resumirlo con una frase, estoy hablando de distinguir entre "pensamiento ingenioso" y "pensamiento profundo".
Creo que para el primero basta con un cerebro y un entrenamiento, pero para el segundo se necesita además un sistema emocional complejo y maduro.