Me han pedido que ponga algo que no sea ópera y a ello voy. Soy consciente de que no estoy descubriendo América con esto porque ya salió en el hilo de clásica del forito. Podría ir de guay con algo inédito que sólo le suene a Penetreitor, pero prefiero una pieza que me emocione de verdad. Es el cuarto movimiento de la Quinta Sinfonía de Mahler (1904), probablemente la pieza más famosa del autor y su tarjeta de visita para todos aquellos que, como yo, no conozcan nada más suyo.
Mahler es la culminación de la música romántica alemana del XIX y el vínculo entre ésta y las vanguardias del siglo XX. Utiliza los mismos materiales que le legaron Wagner, Brahms o Bruckner, pero dando un paso adelante y colocándose muy al extremo de lo que permitía la ya muy sobada tradición tonal. Ya mencioné cuando hablé de "Tristán e Isolda" la influencia de esta obra en toda la Primera (¿es primera o segunda? nunca me queda aclaro) Escuela de Viena, a la que pertenecía Mahler. De hecho, si se compara ese final del primer acto de Tristán con este movimiento hay algo más que coincidencias cromáticas. Hay frases claramente fusiladas. El resultado es una música de una carnosidad extrema, cálida, atercipolada. Es difícil concebir una sensación de arrobo, de intima ternura, mejor conseguida que la que se da aquí. A alguno le sonará si ha visto "Muerte en Venecia", aunque supongo que habrá sido utilizada en muchas otras ocasiones.
Gustav Mahler - 4º movimiento de su 5ª sinfonía (adagietto)
Cómo andamos, chavales. Soy Mahler, qué tal.
No me tengáis miedo; soy bueno, yo os hamo.