Las luces acaban de apagarse.
Hoy es día de estreno.
Carlos Esteban es la nueva esperanza blanca del cine patrio, amigos. Un director que ha dirigido dos cortometrajes y que con ellos ha ganado sendos goyas, y un óscar, algo inédito en nuestro país, y que nos llena de orgullo y de satisfacción a todos.
Al fin ha llegado el día del estreno de su primera película, y todo tiene muy buena pinta; la multitud abarrota la sala de preestreno, y las entradas están agotadas en todos los cines de país para bastante días.
Todos hablan de la película española más taquillera de todos los tiempos, y de algo que por fin pueda convertir nuestra industria en algo competitivo.
La película se llama El Perdedor, y parece ser una sátira acerca del mundo del cine. Tiene buena pinta, aunque poco se sabe de los detalles de la producción (ningún actor ha trascendido), lo cual no ha hecho más que generar expectación.
Por fin comienza la película, la gente aplaude cuando aparece acreditado el nombre del director.
Luego, ningún crédito más; la expectación aumenta.
En la primera escena aparecen Santiago Segura y Fele Martinez, hablando del que se pupone que es el protagonista, y cuya desternillante conversación versa acerca de la mala suerte que tiene éste en todos los aspectos de su vida.
Parece ser que el protegonista ha perdido el trabajo, le han echado de casa por ser una sanguijuela, y su novia (María Adánez) lo ha abandonado.
Durante los primeros 10 minutos de película, no cesa la pasarela de grandes actores patrios, como Penélope Cruz, Antonio Banderas, Jose Luis López Vazquez, Jordy Moyá... el público se lo pasa como nunca, y todos coinciden en que están asistiendo a una Obra Maestra e la comedia española, indiscutible.
Y por fin, parece ser que el protagonista va a hacer acto de presencia.
La cámara se encuentra tras la habitación de un hotel, en la que se encuentra nuestro perdedor.
El picaporte gira.
El público aguanta la respiración.

...
La gente abre la boca hasta sus límites.
...
Y el cine se convierte en un infierno.
La sala se llena de alaridos, y el público comienza a arrancar los asientos y a lanzarlos contra la pantalla. Dos señoras suben al proyector y arrojan al encargado desde lo alto, quedando éste aplastado contra las butacas de abajo.
El acomodador es apresado por cinco personas y es obligado a tragar el celuloide de la lata de la cinta.
El equipo técnico de la película (director, guionista, algunos actorcillos de segunda, productores...) comienza a ser sodomizado por la enloquecida turba, sin freno ni compasión.
Las ilusiones rotas, tanto secretismo de pacotilla, tanta emoción acumulada; todo, para llegar a ese absolutamente patético secreto que encerraba la vergonzante presencia (encima como protagonista indiscutible) de Jorge Sanz en tan prometedora película.
La multitud sale a la calle armada con cajas de palomitas y pajitas de cocacola, sembrando el terror por toda la ciudad, sin entrar en razones y sin mostrar piedad.
Todo ha sido demasiado duro, demasiado indignante, como para mostrar clemencia.
Finalmente, y tras horas y horas de durísimos esfuerzos e incontables bajas, la policía y el ejército logran controlar a los enajenados berserkers cinéfilos.
Sin embargo, un pequeño grupo se ha hecho fuerte en la casa del mismísimo actor (Jorge Sanz), y amenazan con matarlo o volar el edificio con goma 2.
El mejor negociador de la ciudad toma la palabra con el megáfono, y un interlocutor del grupo radical le dá la palabra, asomado por la ventana.
Finalmente llegan a un acuerdo en el que todos salen ganando.
Jorge Sanz aparece entonces por la ventana, sudoroso y con los ojos desorbitados, para a continuación verse arrojado con inapelable determinación, hacia la calle.
El impacto contra el suelo parece inminente, pero de pronto, éste se ve abortado cuando una cuerda atada al cuello del actor (¿?) se tensa hasta el límite, acompañada de un sonoro crujido, y hace golpear el cuerpo contra las paredes, como un péndulo, durante unos minutos.
Los secuestradores y asesinos salen a la calle, bastante más calmados, y se entregan a la policía sin más violencia.
...
Tras seis meses, los jueces del Supremo indultan a absolutamente todos los participantes de la masacre, puesto que lo suyo no ha sido crimen, sino un acto lícito, legítimo y completamente necesario para la purificación de las almas de todos los españoles, y para el descanso definitivo de nuestras conciencias.
Ya estaban tardando.
...
Esto es lo que ocurriría en un mundo perfecto.
Pero no, amigos; nuestra realidad dista mucho de ser un mundo perfecto, y diariamente nos vemos obligados a tragar mierda por todos lados.
En el trabajo se nos putea, en los estudios se nos putea con una perspectiva de futuro muy poco halagueña.
En el fútbol también se nos putea, pitando los árbitros siempre en contra nuestra.
No lo podemos negar; este mundo está podrido.
Pero cuando de verdad duele; cuando de verdad nos damos cuenta de que las cosas van mal, es cuando el puteo habitual afecta a nuestras horas de ocio.
El cine es una de las formas de entretenimiento que prefiero, no lo negaré, y no saben lo que me puede llegar a inflar las pelotas que en un mundo al que tengo tanto aprecio (el del cine), se encuentren parásitos vomitivos de la talla de Jorge Sanz.
No es el único, pero sin duda es el más visible, la mosca más cojonera, gorda y verde que hay en esa plasta que es el cine español actual.
Y es que es muy mal actor, no nos engañemos.
Tiene un goya, si; pero Santiago Segura tiene dos, para que vean, y Marisa Paredes también...
Un tipo que JODE por completo una obra magna como es Conan, merece la peor de las muertes.
Un tipo que JODE por completo una película tan simpática como Belle Epoque (con óscar pese a la presencia del mongólico, lo cual prueba que los milagros sí existen), tan sólo merece nuestro mayor desprecio.
Un tipo que conforma el trío mongo-pijo-vomitivo junto con Gabino Diego y Maribel Verdú, hace tiempo que está pidiendo a gritos nueve patadas en los cojones.
Nos ha jodido la infancia y juventud con películas y series tan asquerosas e insultantes como Colegio Mayor, A las 11 en casa, Orquesta Club Virginia, Morirás en Chafarinas, Libertarias....
Merece un castigo, y nosotros, justicia, de una vez por todas.
Sin embargo, todavía hay válvulas de escape, planes de fuga viables, horizontes más brillantes y esperanzadores en los que perdernos durante un tiempo, y disfrutar.
Y es que, apartándonos de la gris actualidad del cine español, y sus componentes, podemos abrazar sin rubor la balsa salvadora que nos propone el cine hecho en EEUU.
Y dejen de lado esos prejuicios cazurros para con nuestro país amigo, por una vez, malditos progres rojeras (Curreta dixit, je), y cedan ante la verdad.
Y la verdad es que la industria de cine americana es la mejor, y uno de sus majores exponentes es el señor ¡¡¡Marck Walhberg!!!

Un tipo con estilo, sí señor. Todo un gentleman.
Un actor que (tampoco seamos falsos), sin ser una auténtica maravilla, siempre es correcto, y a veces, más que eso.
Un tipo con una presencia física que ya la quisiera el esmirriado del Sanz.
Un tipo que empezó desde abajo, desde el último pupitre del Actor´s Studio, y que poco a poco se ha labrado, con esfuerzo y acierto, una carrera digna, la cual le ha aupado al top 15 de los mejor pagados y más taquilleros del mundo.
Comenzó como colega de Di Caprio en Diario de un Rebelde, y lo hizo más que bien, en su papel de joven yonki que ve cómo su vida y las de sus amigos se van al garete, y no hace nada por solucionarlo.
En el 97 nos regaló su interpretación de Dirk Diggler, a las órdenes de PT Anderson, en su primer peliculón acerca de la vida de un actor porno enamorado de una actriz de su misma profesión.
Cojonuda.
Un año después, fue el protagonista de una gran película de humor y acción; Equipo Mortal.
Os lo aseguro, pese a lo que pueda pareceros a simple vista, es una acertadísima parodia de las películas de acción al uso, y en la que Walhberg brilla con sarcástica luz propia.
En el 99 nos sacudió las conciencias, junto a su amigo Clooney, en Tres Reyes, sátira mordaz acerca de la guerra del Golfo, muy acertada.
Un año después nos emocionó como el protagonista de La Tormenta Perfecta.
Todos recordamos esa escena bellísima en la que la cámara enfoca su cara, desesperanzada, y se aleja hasta perderle en medio de la furiosa tormenta.
Y después destrozó las taquillas de todo el planeta en la personal versión de Tim Burton de El Planeta de los Simios.
Puede que el final de la película no nos gustase a todos, pero es indiscutible que Walhberg es el mejor actor de acción de los que han salido en los últimos 10 años.
Como colofón, terminar mencionando su protagonismo en la eléctrica y estupenda nueva versión de Un Trabajo en Italia.
No será un actor que gane óscars (o si), pero es la viva representación de lo que el mundo de Hollywood representa, de la ciudad de las estrellas, de los sueños hechos realidad...
Mark Walhberg es Cine como entretenimiento, y sin dudarlo ni un segundo, es un actor muchísimo mejor que el pánfilo de Sanz.

P.Diddy le quiere.

La gente le quiere.

Los genios le quieren.

Y las mujeres le adoran.

Es un tío grande.

¿Alguien quiere a Jorge Sanz?