Antonio Llaca escribió:]En Junio de 1984 descendí por primera vez la escalerilla del avión que me traía a suelo africano. Addis Ababa, la contrastante capital etíope, me tenía reservadas infinitas sorpresas. Entre ellas una muy especial para alguien que como quien escribe siempre ha sentido una especial inclinación por el estudio de la Historia: el Museo Nacional de Etiopía exhibía, tras gruesas planchas de cristal blindado el esqueleto de Dinkinesh (*).
Dinkinesh (o Lucy, aunque prefiero el nombre original en amhárico) no era una osamenta de esas que aparecen con cierta frecuencia en los más disímiles sitios arqueológicos del mundo luego de decenas de años de trabajo de centenares de investigadores. Dinkinesh era la más antigua antecesora de la especie humana, con tres y medio millones de años de haberse erguido y andado por el inmenso Valle del Rift; contemplarla era admirar los orígenes del Hombre.
Perteneció a una especie desaparecida que sin haberse desprendido del todo de su pasado entre los primates, ya había emprendido el curso evolutivo hacia lo humano y comenzaba a vivir en un esbozo de organización social ó protosocial.
Antonio Llaca escribió:]En Junio de 1984 descendí por primera vez la escalerilla del avión que me traía a suelo africano. Addis Ababa, la contrastante capital etíope, me tenía reservadas infinitas sorpresas. Entre ellas una muy especial para alguien que como quien escribe siempre ha sentido una especial inclinación por el estudio de la Historia: el Museo Nacional de Etiopía exhibía, tras gruesas planchas de cristal blindado el esqueleto de Dinkinesh (*).
Dinkinesh (o Lucy, aunque prefiero el nombre original en amhárico) no era una osamenta de esas que aparecen con cierta frecuencia en los más disímiles sitios arqueológicos del mundo luego de decenas de años de trabajo de centenares de investigadores. Dinkinesh era la más antigua antecesora de la especie humana, con tres y medio millones de años de haberse erguido y andado por el inmenso Valle del Rift; contemplarla era admirar los orígenes del Hombre.
Perteneció a una especie desaparecida que sin haberse desprendido del todo de su pasado entre los primates, ya había emprendido el curso evolutivo hacia lo humano y comenzaba a vivir en un esbozo de organización social ó protosocial.
No estarás de zumo de arándanos, ¿verdad, hermosa?
[...] se vio tragado por la boca de una decadencia larga y serpenteante, de la que no volvería a salir hasta que, al final mismo de sus días, se enamoró por fin de su mujer.
Alvarito escribió:No estarás de zumo de arándanos, ¿verdad, hermosa?
¿Tú has visto Infiltrados, no?
Sí
Y es un peliculón de la hostia.
[...] se vio tragado por la boca de una decadencia larga y serpenteante, de la que no volvería a salir hasta que, al final mismo de sus días, se enamoró por fin de su mujer.