En nuestra hipertrofiada sociedad en cuanto a tecnología se refiere, en la que cualquier paseante puede llevar consigo un disco duro portátil de cinco centímetros y hasta los más recalcitrantes luditas sucumben al uso de teléfonos móviles cargados con la más moderna circuitería, hay un sitio para una nueva forma de placebos: los tecnológicos.
Un placebo tecnológico lo podríamos definir como aquel componente inútil, o prácticamente inútil, de un ingenio mecánico que sirve para dotar al humano operador de la máquina de una placentera sensación de poder. Es una situación algo desagradable -incluso para los más acostumbrados a la convivencia con aparatos que nos apartan de tareas aparentemente sencillas- tomar conciencia de la poca o nula responsabilidad que se tiene al trabajar -o simplemente al convivir- con determinadas máquinas. Hay mecanismos -no diré robots- que estan puestos a nuestro alrededor para facilitar nuestro devenir, pero que transmiten una latente sensación de inevitabilidad que puede hacerse insoportable; los humanos del montón, los ciudadanos anónimos, necesitamos tener el control, aunque este control sea solo sugestión. Pondré tres ejemplos, bastante claros y comprobables a mi juicio, de placebos tecnológicos que todos ustedes reconoceran.
- 1. El termostato del climatizador de la oficina.
Como norma no escrita, dicho termostato, invariablemente, sea cual sea la oficina del mundo en la que usted se encuentre, no funciona. Pero esta disfunción no esta efectivamente contrastada por el oficinista tipo, de modo que existe una conciencia grupal del mal funcionamiento, pero funcionamiento al fin y al cabo, del termostato. Siempre hay quien controla el termostato en la oficina, que es quien decide si hace frío o si hace calor, y es quien tiene el poder sobre el resto de los compañeros oficinistas en cuanto a condiciones térmicas. Desengáñense, solamente el responsable de mantenimiento del edificio de oficinas conoce el verdadero funcionamiento de la calefacción y el aire acondicionado, los termostatos locales solo sirven para que los ocupantes de los despachos parcelados del conjunto tengan una falsa sensación de control de las máquinas.
- 2. La antena exterior de algunos teléfonos móviles.
Este ejemplo esta claro. ¿Los teléfonos con antena interior -oculta- tienen más cobertura que los que llevan una antena exterior extensible? Desde luego que no, si fuera así, la llevarían todos. ¿Se oye mejor una conversación en un teléfono móvil cuando extendemos la antena al entrecortarse la conversación? Uhm... ¡parece que sí! Ahí lo tienen. Un placebo tecnológico. Es posible que, por sugestión, los que poseen un antiguo teléfono motorola con antena extensible lleguen a pensar que su móvil puede llegar a tener más cobertura que quienes tienen un moderno modelo sin antena exterior de siemens, nokia, samsung, philips o un mismo motorola. Sugestión. Si su operador es amena todos tendrán la misma cobertura, esto es, una mierda escala Richter en interiores.
- 3. Los botones "peatón pulse para pasar" de los semáforos.
Nada hay más falso en un aparato eléctrico o electrónico que estos endiablados pulsadores. No niego, no obstante, que haya alguno que funcione de manera efectiva, porque hay semáforos que únicamente se activan para permitir el paso de los peatones en esas ocasiones, pero esos semáforos rara vez son utilizados. Los de las grandes ciudades, esos que llegan a acumular más de 150 personas en la misma esquina esperando el verde esperanza que alivie sus prisas, funcionan de manera totalmente automática aunque tengan botón de demanda. Pero, ilusos, nosotros pensamos que pulsando el botón circular el permiso de cruce peatonal se activará antes, y lograremos parar el tráfico a nuestra voluntad. De nuevo, un placebo tecnológico. Estamos sugestionados por la presencia del botón de que tenemos el control, el poder de detener los coches con un semáforo que resonde a nuestros designios. Pero nada más lejos de la realidad: el semáforo es automático.
Les animo con todo el fervor que me permite mi edad a que continúen ustedes esta lista: seguro que se les ocurren más ejemplos cotidianos de estos placebos.
Un saludo.