Placebo
- bud spencer
- Mojahedín
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- Registrado: 06 Mar 2003 12:09
Poner nombres anglosajonas a productos y empresas. Aunque sean más manchegos que pedrito almohadas.
No sé si entra en la categoría de placebo tecnológico pero algo de eso debe haber cuando es una práctica tan extendida.
No hay empresa proveedora de servicios en internet que se precie que no haya sumado a su nombre el sufijo COM o NET.
El mundo de los nombres es bastante interesante. Incluso hay empresas de naming que se dedican exclusivamente a poner nombres a marcas y productos.
Otro placebo tecnológico lo constituyen la cantidad de botones que tenga un mando a distancia. Aunque sigas utilizando los de siempre: ON y OFF, que además, es el mismo botón.
Es curioso el fenómeno del Placebo. Ahora, es más importante sentirse seguro, que estarlo realmente.
No sé si entra en la categoría de placebo tecnológico pero algo de eso debe haber cuando es una práctica tan extendida.
No hay empresa proveedora de servicios en internet que se precie que no haya sumado a su nombre el sufijo COM o NET.
El mundo de los nombres es bastante interesante. Incluso hay empresas de naming que se dedican exclusivamente a poner nombres a marcas y productos.
Otro placebo tecnológico lo constituyen la cantidad de botones que tenga un mando a distancia. Aunque sigas utilizando los de siempre: ON y OFF, que además, es el mismo botón.
Es curioso el fenómeno del Placebo. Ahora, es más importante sentirse seguro, que estarlo realmente.
- Montgomery
- Mulá
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- Registrado: 01 Ago 2003 13:13
Bud escribió:Es curioso el fenómeno del Placebo. Ahora, es más importante sentirse seguro, que estarlo realmente.
Es interesante, cierto. Supongo que podríamos llegar a considerar los placebos como iniciadores de los efectos reales que pretenden emular. Si se dan ustedes cuenta la sensación de seguridad posiblemente sea más importante que la seguridad misma: uno no sabe si realmente está protegido a menos que tenga pruebas realmente tangibles, por lo que las sensaciones en este caso son nuestro guía fundamental. Por ejemplo, si conduce usted un coche con las ruedas en mal estado pero piensa que estan perfectas, probablemente la sensación de seguridad le haga conducir con más firmeza en situaciones de riesgo moderado, lo que puede resultar ciertamente positivo frente a ser plenamente consciente de llevar flotadores como ruedas, que podría llevarle a ser excesivamente timorato en la conducción y llevar más peligro encima del que debería. Por supuesto, este ejemplo no vale en situaciones límite, en donde la mecánica puede a la templanza del conductor*.
Tambien es curioso como algunos de estos placebos pueden producir el efecto contrario. Imagínense repletita de polícias una calle del centro de Madrid en horario de oficina por la que ustedes van paseando; en principio, seguridad máxima, no hay razón para temer nada, todo lleno de agentes del orden. Claramente el efecto es el contrario: el exceso de guripas nos da miedo, si estan aquí es porque algo pasa. Un exceso de placebo da dolor de tripa.
Se me ocurre otro tipo de placebo bastante interesante a mi juicio: el placebo informativo. Piensen ustedes en ello un rato, volveremos sobre el tema en próximas intervenciones.
Un saludo.
[* Información adicional sobre el ejemplo: no tengo ni la más remota idea de conducir, agradecería enmiendas sobre el tema]
Una de cada tres cosas que digo es mentira.
- CacaDeLuxe
- Ulema
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- Registrado: 28 Sep 2003 15:41
NORNA escribió:Podríamos considerar como placebo los flotadores de los aviones, esos que los azafatos/as te explican cómo inflar en caso de emergencia....Que yo digo ¿ por qué en vez de un flotador no te dan un paracaidas? Bueno, en realidad el placebo es extensible a cualquier pauta de seguridad de un avión.
me ha recordado a la pelicula el club de la lucha.
dice cosas sobre la falsa ilusion de seguridad. placebo. o algo.
«Veo mucho potencial, pero está desperdiciado. Toda una generación trabajando en gasolineras, sirviendo mesas o siendo esclavos oficinistas. La publicidad nos hace desear coches y ropas. Tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos, no hemos sufrido una gran guerra ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seríamos millonarios, dioses del cine o estrellas del rock. Pero no lo seremos, y poco a poco lo entendemos, lo que hace que estemos muy cabreados».
[…]
«No sois vuestro trabajo, no sois vuestra cuenta corriente, no sois el coche que tenéis, no sois el contenido de vuestra cartera, no sois vuestros pantalones. Sois la mierda cantante y danzante del mundo».
Tyler Durden
"El Club de la Lucha"
aunque esto ultimo no tiene nada que ver, pero buscando buscando encontre esto y me dio por postearlo.
- Dolordebarriga
- Companys con diarrea
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- Ubicación: Ambigua
Los informes del Martínez
El Martínez lleva más de 20 años trabajando en una multinacional del sector del automóvil radicada en la Zona Franca de una ciudad portuaria.
Entró en la empresa porque un directivo de los de entonces, que ya ha abandonado la empresa hace muchísimos años, obnubilado por un curso de de dirección de empresas avalado por la prestigiosa Universidad de Cambridge que efectuó a distancia, decidió que era imprescindible contar con una persona que se encargara de elaborar mensualmente unos informes pormenorizados con el fin de poder analizar los vaivenes de la empresa.
El Martínez resultó ser la persona adecuada para cumplir dicha función. Sus informes rozan el virtuosismo. Tienen tanto detalle, lujo y precisión que diríase elaborados por un monje amanuense. Los informes del Martínez circulan por más de diez departamentos de la multinacional, y son visados por un montón de directores de área, de zona, de proyecto… antes de ser convenientemente archivados.
Únicamente una vez durante estos veintipico años el Martínez no entrego su informe. Sucedió en febrero de hace tres años cuando una angina de pecho, que por suerte no derivó en nada más grave, mantuvo hospitalizado al buen y circunspecto señor Martínez durante quince días. Durante ese mes los cimientos de la empresa temblaron. Todo el mundo, a parte de preocuparse, claro está, por la salud de nuestro personaje, se mostró preocupadísimo por la falta del informe del Martínez.
Se decidió que un contratiempo de esta magnitud no podía volver a pasar y al Martínez le colocaron un becario, un jovencito que estudiaba el último curso de empresariales, como ayudante, para que pudiera empaparse de toda la ciencia infusa y sabiduría que emanaba de ese hombrecillo gris con un corazón delicado.
Dos meses más tarde, en la cama de sus ausentes padres y mientras fumaba un cigarrillo tras haber practicado el tercer coito anal de su vida, pero el primero con su novia oficial, la de toda la vida, el becario le confesaba a su novia que su trabajo era una puta mierda, que estaba quemadísimo y que no entendía que era lo que pretendían de él, porque por más que se esforzaba no conseguía entender nada de nada de lo que hacía y le explicaba el percebe de su jefe, el Sr. Martínez. Su novia, todavía dolorida por la experiencia, pero sin que ésta influyera para nada en su consejo, le recomendó que era mejor dejarlo, el trabajo, no la relación (aunque esta también finalizaría abruptamente sesenta y siete días después cuando ella se prendara de un chulo de discoteca que la sedujo gracias al tintineo incesante de un llavero con el logo de BMW y mil promesas luego jamás cumplidas). Él se lo tomó al pie de la letra y al lunes siguiente ya no apareció por la multinacional.
La empresa no contrató a otro becario, total el Martínez se había recuperado perfectamente e incluso ahora hacía esfuerzos por parecer un poco más sociable con sus compañeros, dado que tras haber visto las orejas al lobo había decidido a modo de propuestas de buena voluntad de inicio de año intentar clarear sus puntos negros. La situación de peligro inminente quedó definitivamente olvidada.
Hace tres meses un cambio de accionariado en la empresa propició la entrada de un grupo americano que lo primero que hijo es contratar los servicios de una prestigiosísima multinacional de la consultoría.
Un tipo joven, guapísimo, con una sonrisa de hiena y un traje de Armani de por lo menos 1000 euros estuvo dos meses mirándolo todo. El joven consultor era un hijo puta sin sentimientos, al menos sin sentimientos altruistas para con los pobres trabajadores de la multinacional y concluyó su tarea llevándose por delante a cuarenta y siete cargos intermedios de la multinacional. En realidad el joven consultor si que tenía sentimientos, prueba de ello era que encabezaba una furibunda campaña contra los cazadores de focas canadienses a través de reenviar correos electrónicos a todos sus conocidos, pero tan beática actividad era desconocida por los trabajadores de la multinacional.
Uno de ellos fue el Martínez. El joven consultor, que no tenía ni un pelo de estúpido comprobó que el importantísimo “informe Martínez”, circulaba cada mes de mesa en mesa sin que nadie entendiera ni de que iba ni porque le enviaban ese galimatías a él, aunque, eso sí, creyendo que el resto de directivos si que lo analizaban con verdadero interés y lo utilizaban para tomar sus ulteriores decisiones. Incluso podían jurar, que en más de una ocasión alguien había defendido su postura, en las reuniones ejecutivas, amparada en los datos que ofrecía el hasta entonces trascendental “informe Martínez”.
El Martínez, que ya tenía 47 años y no sabía hacer otra cosa que no fuera su enrevesado informe se fue directo al paro y no volvió a encontrar nunca más un trabajo. Se convirtió en un parado de larga duración y fue su mujer la que tuvo que sacar adelante la familia mientras el Martínez se hundía irremisible e inmisericordiosamente en su sofá comprado en el IKEA durante la época de vacas gordas.
El “informe Martínez”, Martínez incluido, era un simple placebo.
Vuestro, haciendo incursiones fuera del dazibao;
Dolordebarriga
Entró en la empresa porque un directivo de los de entonces, que ya ha abandonado la empresa hace muchísimos años, obnubilado por un curso de de dirección de empresas avalado por la prestigiosa Universidad de Cambridge que efectuó a distancia, decidió que era imprescindible contar con una persona que se encargara de elaborar mensualmente unos informes pormenorizados con el fin de poder analizar los vaivenes de la empresa.
El Martínez resultó ser la persona adecuada para cumplir dicha función. Sus informes rozan el virtuosismo. Tienen tanto detalle, lujo y precisión que diríase elaborados por un monje amanuense. Los informes del Martínez circulan por más de diez departamentos de la multinacional, y son visados por un montón de directores de área, de zona, de proyecto… antes de ser convenientemente archivados.
Únicamente una vez durante estos veintipico años el Martínez no entrego su informe. Sucedió en febrero de hace tres años cuando una angina de pecho, que por suerte no derivó en nada más grave, mantuvo hospitalizado al buen y circunspecto señor Martínez durante quince días. Durante ese mes los cimientos de la empresa temblaron. Todo el mundo, a parte de preocuparse, claro está, por la salud de nuestro personaje, se mostró preocupadísimo por la falta del informe del Martínez.
Se decidió que un contratiempo de esta magnitud no podía volver a pasar y al Martínez le colocaron un becario, un jovencito que estudiaba el último curso de empresariales, como ayudante, para que pudiera empaparse de toda la ciencia infusa y sabiduría que emanaba de ese hombrecillo gris con un corazón delicado.
Dos meses más tarde, en la cama de sus ausentes padres y mientras fumaba un cigarrillo tras haber practicado el tercer coito anal de su vida, pero el primero con su novia oficial, la de toda la vida, el becario le confesaba a su novia que su trabajo era una puta mierda, que estaba quemadísimo y que no entendía que era lo que pretendían de él, porque por más que se esforzaba no conseguía entender nada de nada de lo que hacía y le explicaba el percebe de su jefe, el Sr. Martínez. Su novia, todavía dolorida por la experiencia, pero sin que ésta influyera para nada en su consejo, le recomendó que era mejor dejarlo, el trabajo, no la relación (aunque esta también finalizaría abruptamente sesenta y siete días después cuando ella se prendara de un chulo de discoteca que la sedujo gracias al tintineo incesante de un llavero con el logo de BMW y mil promesas luego jamás cumplidas). Él se lo tomó al pie de la letra y al lunes siguiente ya no apareció por la multinacional.
La empresa no contrató a otro becario, total el Martínez se había recuperado perfectamente e incluso ahora hacía esfuerzos por parecer un poco más sociable con sus compañeros, dado que tras haber visto las orejas al lobo había decidido a modo de propuestas de buena voluntad de inicio de año intentar clarear sus puntos negros. La situación de peligro inminente quedó definitivamente olvidada.
Hace tres meses un cambio de accionariado en la empresa propició la entrada de un grupo americano que lo primero que hijo es contratar los servicios de una prestigiosísima multinacional de la consultoría.
Un tipo joven, guapísimo, con una sonrisa de hiena y un traje de Armani de por lo menos 1000 euros estuvo dos meses mirándolo todo. El joven consultor era un hijo puta sin sentimientos, al menos sin sentimientos altruistas para con los pobres trabajadores de la multinacional y concluyó su tarea llevándose por delante a cuarenta y siete cargos intermedios de la multinacional. En realidad el joven consultor si que tenía sentimientos, prueba de ello era que encabezaba una furibunda campaña contra los cazadores de focas canadienses a través de reenviar correos electrónicos a todos sus conocidos, pero tan beática actividad era desconocida por los trabajadores de la multinacional.
Uno de ellos fue el Martínez. El joven consultor, que no tenía ni un pelo de estúpido comprobó que el importantísimo “informe Martínez”, circulaba cada mes de mesa en mesa sin que nadie entendiera ni de que iba ni porque le enviaban ese galimatías a él, aunque, eso sí, creyendo que el resto de directivos si que lo analizaban con verdadero interés y lo utilizaban para tomar sus ulteriores decisiones. Incluso podían jurar, que en más de una ocasión alguien había defendido su postura, en las reuniones ejecutivas, amparada en los datos que ofrecía el hasta entonces trascendental “informe Martínez”.
El Martínez, que ya tenía 47 años y no sabía hacer otra cosa que no fuera su enrevesado informe se fue directo al paro y no volvió a encontrar nunca más un trabajo. Se convirtió en un parado de larga duración y fue su mujer la que tuvo que sacar adelante la familia mientras el Martínez se hundía irremisible e inmisericordiosamente en su sofá comprado en el IKEA durante la época de vacas gordas.
El “informe Martínez”, Martínez incluido, era un simple placebo.
Vuestro, haciendo incursiones fuera del dazibao;
Dolordebarriga
- jubilao
- Milinkitiano
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- Registrado: 10 May 2003 16:39
- Ubicación: Al otro lado del silencio
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mira que pintaba aburridichungo este hilo
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morito vende ti reloj
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Ahora, es más importante sentirse seguro, que estarlo realmente.
morito vende ti reloj
Urdu escribió: Tengo fotos actualizadas de mi rabo.
- SordoSinOrejasDrMoriarty
- Comodoro
- Mensajes: 501
- Registrado: 26 Feb 2003 11:33
El dinero.
Algo tan curioso como unos numeritos en una libreta con una banda magnética tiene valor.
Papel pintado, customizado, tuneado, preparado, diseñado, llámenlo como quieran, refrendado por un curioso mineral de color dorado.
Y un trozo de plástico de colores llamativos, que con un simple imán queda reducido a utilería [atrezzo en italiano] de película de abre puertas, también es dinero.
Y dicen que produce seguridad.
Juro que nunca entenderé a los humanos.
Nos leemos.
Algo tan curioso como unos numeritos en una libreta con una banda magnética tiene valor.
Papel pintado, customizado, tuneado, preparado, diseñado, llámenlo como quieran, refrendado por un curioso mineral de color dorado.
Y un trozo de plástico de colores llamativos, que con un simple imán queda reducido a utilería [atrezzo en italiano] de película de abre puertas, también es dinero.
Y dicen que produce seguridad.
Juro que nunca entenderé a los humanos.
Nos leemos.
- Juggernaut
- Hombre de Mundo
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- Registrado: 02 Ago 2003 12:35
- Ubicación: en una galaxia lejana, muy lejana
El diseño.
La de dinero y dinero y dinero y merchandising, y negocio que se ha montado encima de algo tan estúpido.
Lo considero un placebo. A la gente le importa una mierda que sea bonito. A la gente le importa que funcione. La propia gente no cree que eso sea cierto, pero os puedo asegurar que haces algo que funcione bien, le compras el primer diseño que te salga de la punta del capullo, o lo diseñas tú... y se convierte en algo de éxito. El diseño no hay que pensarlo, el diseño se plantea, escoges uno al azar, y ya está, ya funciona todo. A mi siempre me ha ido bien así, y cuando alguien me ha propuesto gastar más dinero en el diseño, en alguien que diseñe bien, no hago más que bufar y reirme.
Y pasa con todo, no solo con el ejemplo que estáis pensando al leer esto: Las paginitas web, o los programillas. Lo de las paginitas web es el colofón final... pasa con todo!
La moda, por ejemplo... puedes ir como te salga de las pelotas, siempre que lo hagas con personalidad y pensamiento propios. No vas a ligar más ni menos, ni te van a aceptar más ni menos. Y si realmente es así (como el tema de las corbatas en los trabajos) es simplemente porque el placebo ha llegado tan hondo, pero tan hondo, que la gente ya no es capaz de distinguirlo.
En general, lo único que importa para tener éxito en algo siempre he considerado que es el contenido. El diseño es lo que van a usar los gilipollas que no son capaces de entender donde está el éxito como excusa para comentar dicho éxito. Y el diseño nunca ha sido lo importante.
La de dinero y dinero y dinero y merchandising, y negocio que se ha montado encima de algo tan estúpido.
Lo considero un placebo. A la gente le importa una mierda que sea bonito. A la gente le importa que funcione. La propia gente no cree que eso sea cierto, pero os puedo asegurar que haces algo que funcione bien, le compras el primer diseño que te salga de la punta del capullo, o lo diseñas tú... y se convierte en algo de éxito. El diseño no hay que pensarlo, el diseño se plantea, escoges uno al azar, y ya está, ya funciona todo. A mi siempre me ha ido bien así, y cuando alguien me ha propuesto gastar más dinero en el diseño, en alguien que diseñe bien, no hago más que bufar y reirme.
Y pasa con todo, no solo con el ejemplo que estáis pensando al leer esto: Las paginitas web, o los programillas. Lo de las paginitas web es el colofón final... pasa con todo!
La moda, por ejemplo... puedes ir como te salga de las pelotas, siempre que lo hagas con personalidad y pensamiento propios. No vas a ligar más ni menos, ni te van a aceptar más ni menos. Y si realmente es así (como el tema de las corbatas en los trabajos) es simplemente porque el placebo ha llegado tan hondo, pero tan hondo, que la gente ya no es capaz de distinguirlo.
En general, lo único que importa para tener éxito en algo siempre he considerado que es el contenido. El diseño es lo que van a usar los gilipollas que no son capaces de entender donde está el éxito como excusa para comentar dicho éxito. Y el diseño nunca ha sido lo importante.
Este es un mundo de estúpidos, controlados por imbéciles, para beneficio de mediocres.