La gala de ayer, como era de esperar, fue de largo la mejor, y con todas las actuaciones destacables por algún motivo diferente excepto dos con típicos niños asquerosos y programados o lobotomizados para cantar mierdas de Cristina Aguilera o bailar como subnormales hiphoperos.
También hubo un dúo "cómico" de dos valencianos gilipollas que lo único que hacían era arrimarse y correr mientras sonaban entradas de series de televisión. Tristísimo. Cuánto daño ha hacen las fallas por ahí.
Me quedo con cinco actuaciones.
Por encima de todo la que habeis colgado; un puto crack como la copa de un pino. Un pive que te puede hacer una canción tan jodidamente atmosférica y, efectivamente, con una estructura PERFECTA con tan sólo un saxo y sus cuerdas vocales, bien se merecía el premio.
Efectivamente, Panchita, el público necesitaba la aclaración de que el tío tenía el mérito que realmente tiene y que no es un friki puramente anecdótico (o que no debiera serlo). Y la necesitaba muchísimo más porque al final ganó un gitano que destrozó y si, digo destrozó con saña, algo tan perfecto y emocionante como es La Leyenda del Tiempo de Camarón.
Otra actuación que me dejó con la boca abierta fue la del negro que bailaba poppin como los putos ángeles. Si la gente fuese consciente de lo jodidamente difícil que es llegar a hacer algo respetable en esa disciplina, probablemente le hubieran dado el primer premio.
Luego los hermanos chilenos que hacían danza contemporanea y figuras dificilísimas con sus cuerpos, o el cabronazo del chelo, y el ubícuo y grimoso (ese bigote de treceañero) niño del violín, bien merecieron dormirme un poquito más tarde.
Y si, las chorreras de Miqui fueron algo casi tan grande como las wayfarer con cristales blancos y neutros que se puso en la semifinal del otro día.
¡Biba la televasurah!
