Tal días como hoy unos siglos atrás existía una población, un lugar desconocido en la geografía catalana. Esta población estaba gobernada por un rey, un rey bueno que querías lo mejor para su pueblo. La gente vivía feliz bajo su mandato, pero la felicidad nunca dura demasiado. Un buen día apareció de la nada una criatura, un ser infernal salido de las mismísimas entrañas de la tierra, un maléfico dragón. Le acompañaban un hambre insaciable. Se instalo en las montañas colindantes y rápido hizo saber de su llegada. En un vuelo rasante lanzó sobre la población su aliento, prendiendo los tejados de paja de las granjas próximas al poblado. Regresaba cada día, atormentaba a la gente, que miedosa se encerraba en sus hogares esperando que no les tocara a ellos.
El rey, harto de ver como destrozaban su feliz imperio, se dirigió al cubil del dragón esperando poder formalizar un trato con él. El dragón le recibió violentamente, abrió su boca dispuesto a soltar una llamarada sobre el pobre hombre, pero justo entonces pronunció unas palabras; " Ohhh maravillosa e inteligente criatura", el dragón cerró sus fauces y escucho lo que el rey venia a ofrecerle. " Tendré listo para ti un manjar cada uno de los días del año si dejas de atormentar a mi pueblo", el dragón lo pensó un momento y aceptó, le encantaba tener un séquito de fieles servidores.
Así fue, durante el siguiente año cada uno de los días que hay en el calendario el dragón encontraba frente a las puertas de la ciudad un manjar; un día una oveja, otro día una vaca, cabras, gallinas, perros, caballos, ocas, cerdos, cualquier pedazo de carne vivo servía para contentar al dragón, que fiel a su palabra no aterrorizaba a la población. Poco a poco los animales fueron cayendo, la población se quedaba sin alimento, empobrecían. Un buen día el rey comprendió que no podrían alimentar al dragón siempre, convoco a su pueblo frente a su balcón y les anunció que se sortearía entre todos los habitantes del pueblo quien sería el próximo que alimentarse el insaciable estomago del escamoso enemigo. La población descontenta comprendió que era la única solución. Aquel mismo día se sorteó y por desgracia le toco a la hija del mismo rey. El gobernante no puedo negarse, debía dar ejemplo a sus pueblo sacrificando a su propia hija.
Aquella misma noche llego a la ciudad un caballero, de esos de brillante armadura, afilada hoja y veloz caballo. Se presentó ante el rey y este le ofreció su castillo para pasar la noche, el caballero gustoso aceptó la oferta. Durante la cena, cuando al hombre le iban sirviendo los escasos y poco cargados platos, preguntó; "¿A qué se debe la pobreza en sus tierras?". El rey explicó al caballero lo que ocurría en su reino, que sorprendido escuchó cada una de las palabras que el viejo monarca decía.
El sol se puso, la noche pasó, y regresó al amanecer. Cuando se despertaron aquel 23 de abril nadie esperaba lo que ocurrió. Durante la noche el caballero abandonó el castillo y se perdió en las montañas. Los pueblerinos ofendidos con la actitud del valeroso caballero, le insultaron durante horas, las suficientes como para que la mañana pasase a ser medio día. A las doce en punto, como cada día, el dragón apareció de entre las montañas. Su aleteo se oía desde la lejanía. Un vuelo rasante hacía la plaza del castillo y con sus garras cogió su manjar, esta vez una deliciosa y tierna princesa. Voló largo rato hasta llegar de nuevo a su cubil, dejó a la princesa en el suelo y se posó el también.
Durante unos segundos miró a la princesa, que asustada sollozaba en el suelo. El dragón la engullo de un solo mordisco, tragándola entera. Cuando su hambre había sido saciada se acostó sobre una roca y empezó a dormir. El caballero, que había esperado todo el día entre las rocas, salió de su escondite. Había esperado todo el día para poder coger al dragón totalmente desprevenido, que mejor momento que el de la siesta. Su caballo corrió veloz, tanto que el dragón aún no había abierto los ojos cuando la lanza del caballero se clavó en su pecho. Rugió, tanto fuerte que las cristaleras de la iglesia estallaron en mil pedazos. El dragón estaba furioso. Se levanto arrastrando la lanza y tirando al jinete al suelo. El caballero rodó sobre si mismo, desplazándose lejos, y desenfundó su espada. El dragón arremetió entonces contra él, pero este le contesto con un certero corte en el vientre. El reptil se plegó sobre sus patas y cayó fulminado al suelo.
El caballero hurgó en las entrañas de la criatura, buscando a la princesa. Finalmente encontró su mano y tiró de ella, liberando a la princesa de su sacrificio y a la ciudad de su enemigo. De el vientre del dragón chorreaba sangre, que se fue acumulando en el suelo. Un rosa creció en el centro del charco, el caballero la cortó y se la entregó a la princesa. Se casaron. El reino volvió a ser prospero y sus habitantes no volvieron a sentir miedo.
P.D: El día perfecto para mandar media docena de rosas a la persona que quieres, con la que compartes tu vida, amigas, amigos o simplemente a cualquier víctima que se os ponga entre ceja y ceja.
23 de abril
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