Colegio Mayor

[Chiflágoras]

No si ya. Lo increíble es que esos siete eran gente del mismo colegio que ella... Y la convivencia en los colegios es bastante estrecha. Todos lo llevaban muy bien y la verdad es que era hasta entrañable.

[PrimeroDerecha]

Chiflagoras, permíteme que te ponga en situación.

Eres una joven mujer, veinteañera, libre de ataduras morales y con la familia a, al menos, 500 kilómetros de donde resides. Tienes un colegio mayor lleno de jóvenes (hombres y mujeres) con los relés sexuales en perfecto funcionamiento. Tienes una habitación con una cama, una silla cómoda, puede que un baño, un trapecio, dos toboganes y un trombón de vara. Tienes, además, un pequeño minibar, doce metros de cuerda y una careta de Batman.

Yo,en esa situación, y perdón por el comentario, me follo el Colegio Mayor, el Claustro y sus claustrales y hasta el tercio Duque de Alba de la Legión Española.

Incluso si me faltara la careta de Batman.

[Chiflágoras]

No, no, si yo no lo veo mal, Primero. Es normal y deseable. Con 20 años recién salido de casa de los papis para llegar a un colegio mayor lleno de mozos y mozas de buen ver si no te acuestas con quien te apetece y puedes es para matarte. Lo curioso era que el mismo roce que propiciaba ese desenfreno era el que luego juntaba en la misma mesa de 4, a varios y famosos amantes de la interfecta. Y lo mismo con varias y famosas amantes de otros. Era como un patio de vecinas donde todo se sabía pero nada importaba o era censurable (salvo por los de siempre, claro) y eso me hace recordarlo con cariño (aunque la merma de sano garrulismo me dolió en el corazoncito).

[The last samurai]

Yo debo ser más de la nueva hornada. Pese a tener 29 tacos, en mis tiempos de EGB ya se daban encuentros sexuales entre compañeros de clase durante la hora del patio. Del palo 4 pavos manoseando y follándose una única pava. Y eso con unos 13 tacos de media.

No sé si era común en la época. Aquí somos gente rural, sencilla, de instintos primarios. Eso sí, sólo era una la chica a la que le iba la marcha y los comentarios generaron no poco revuelo entre alumnos y profes. Y no eran comentarios ficticios: yo mismo observé en una cándida clase de plástica como uno de los interfectos jugueteaba con sus dedos bajo las braguitas de la compañera en cuestión. El muy cerdo iba por la clase mostrando los dedos como un trofeo y preguntando si queríamos olerlo.

Qué felices tiempos, los de la EGB.