Lo dicho, querida señorita.
























































El rey ha muerto. Pero volverá.
Como mucho me veía capaz de apurar unas tablas, o algo así, pero prefiero siempre algo más fulgurante e intenso, morir joven y así convertirme en leyenda y tal.
Además, tampoco es cuestión de irse de vacas y al volver encontrarse este panorama, una partida practicamente perdida.
Sepa que me llevo el ajedrez al norte, para practicar en tiendas de campaña, en parcelas de campings remotos asolados por las olas del cantábrico, mientras a mi alrededor el comando cantabria (o como se llame) hace llover el fuego de la proclama por la independencia.
Aunque quizá pueda enviarles a Carod Rovira para que hable un poquito más, y me consiga una tregua personalizada. Quizá si les paso mi itinerario, y les digo que llevo un burro catalán enganchao en el coche...
Hasta la vuelta!
Este es un mundo de estúpidos, controlados por imbéciles, para beneficio de mediocres.