Mucho se ha escrito a lo largo de las últimas tres décadas acerca de las carácteristicas principales de un buen mate: plasticidad, exhibición física, altura y longitud de salto, innovación... Pero en lo que todo el mundo parece estar de acuerdo es que un mate es la finalización perfecta y definitiva de una jugada en el deporte del baloncesto. Y lo cierto es que esto puede parecer un contrasentido, ya que hay jugadas muchísimo más importantes para el transcurso de un encuentro que un mate, si lo que se quiere es vencer. No lo es: el baloncesto es algo más.
Se puede conseguir anotar de muy diversas formas, a través de complicados sistemas, o a partir de sencillos movimientos de equipo, pero la jugada que hará que más espectadores se levanten de sus asientos será, sin ninguna duda, un mate. Y es que hay algo bárbaro, ancestral, en esa idea de hundir la bola de manera inmisericorde a través del aro. Es un gesto de vencedor, de ganador, con el que el jugador pretende demostrar que puede al juego, que domina el balón, el aro, a sus rivales y a él mismo.
A simple vista y para el espectador ocasional un mate es algo sencillo, que cualquier jugador con la altura necesaria puede lograr. Bien, en todo caso, encestar agarrando el aro puede llegar a ser fácil, con entrenamiento, mas eso no es un mate. Hablamos de algo más allá, de que la cara de los espectadores refleje por un instante que estan presenciando algo superior, difícil de creer. Hablamos de seres humanos de escasos 200 centímetros que colocan la línea de sus ojos a la altura del aro -colocado a 305 del suelo, solo eso ya son ¡más de 115 centímetros de salto vertical!-, incluyendo rectificados, giros, extensión de las piernas, y hasta movimientos en cruz con los brazos. Un MATE es un producto de un verdadero portento atlético y creativo.
Personalmente, y haciendo referencia solo a concursos, son tres los mates que han dejado huella en mi memoria baloncestística. Con uno de ellos coincidiremos prácticamente todos los que amamos este deporte, y es el que ha sido comentado más arriba por Xavi Fernández: el mate con doble pump de Michael Jordan saltando desde la línea de personal. Chicago, 6 de febrero de 1988, All Star Game.
Aquí la secuencia completa del mate en formato .mov
El segundo es un ejemplo de superación: un mate a aro pasado de Spudd Webb en el concurso del All Star de la temporada 1985-1986, certamen en el que resultó vencedor. Spudd Webb mide un metro y setenta centímetros:
Por último, mi favorito, la especialidad de Dominique Wilkins:
windmill tomahawk a dos manos, mate con el que ganó las ediciones de 1985 y 1990 del concurso del all star game. Salto frontal, movimiento cruzado de los brazos sujetando el balón (molino de viento) para terminar hundiendo la bola con tremenda potencia desde muy arriba con una mano (tomahawk). Simplemente impresionante, un mate al que, salvo un meritorio Jason Richardson, ningún otro jugador ha vuelto a intentar acercarse..
Un saludo.
Una de cada tres cosas que digo es mentira.