poshol na escribió: ↑22 Abr 2024 13:37
Por cierto, yo creo que ya va siendo hora de ir cambiando cierto título nobiliario de hilo repelent a "Don Senyor Naturalist del's Mosques dala terrasa" o quizás a "Don Senyor Naturalist dalas fotografias del comunament anomenats bestiolas de les cases al meu bany".
¿Qué será lo proper?
¿Un niu d'panerola al fons del cistell dels seus calçetins convertits ja en colonyes d' fongs?
Es un animal salvaje muerto en el campo. Vuestros papas o en el colegio os deberían haber explicado que los animalitos se mueren. Era una muerte basante reciente, además, casi ni moscas tenía el bicho y no presentaba signos de violencia externa. ¿Enfermedad quizás? ¿Un golpe desafortunado? Nunca lo sabremos pero en todo caso no os preocupeís, el conejito ya está ahora mismo en el cielo de los animalicos jugando con el oso panda del zoo de Madrid y Copito de Nieve.
POR DESGRACIA YA SE ME PASÓ LA INDIGNACIÓN. DE UN TIEMPO A ESTA PARTE TODO ME VALE VERGA. MAL, TODO MAL.
¿Sabeís esos personajes arquetípicos de las novelas de H.P. Lovecraft y sus adlateres que comienzan a obsesionarse con sus cositas y el relato acaba siendo el del viaje a la locura del protagonista con sus obsesiones? Pues perfectamente podría protagonizarlo yo y lo mío. Hoy han llegado a casa dos pequeños fluorescentes de luz negra que además de utilizarse para que se te vean superblancos los dientes y detectar billetes falsos de tres euros sirven también para atraer bichos nocturno. Ahora un día la semana, o algo asín, me dedicaré a iluminar mi terraza con luz negra para llamar a los bichejos nocturnos de todo el vecindario. Estoy fatal de lo mío.
Creo que se trata de una Ditula angustoriana
Una hormiga argentina, como todo lo argentino que acaba en España se trata de una especie invasora y muy dañina.
Creo que se trata de una Enolmis acanthella, otra polilla nocturna.
POR DESGRACIA YA SE ME PASÓ LA INDIGNACIÓN. DE UN TIEMPO A ESTA PARTE TODO ME VALE VERGA. MAL, TODO MAL.
Haber dejado a los indios en paz, ahora sus jodéis.
“Un libro permanece, está en su anaquel para que lo confrontemos y ratifiquemos o denunciemos sus afirmaciones. El diario pasa. Tienen una vida efímera. Pronto se transforma en mantel o en envoltorio, pero en el espíritu desprevenido del lector va dejando un sedimento cotidiano en que se asientan, forzosamente las opiniones. Las creencias que el diario difunde son irrebatibles, porque el testimonio desparece”
Raúl Scalabrini Ortiz, Política Británica en el Río de la Plata