Esta es la secuela de Como conquistar Hollywood.
De esta:
La ultima penícula que he visto...
En un doblete dispar y nunca visto, Hg ha visto (y nunca vio) dos películas enormes, cada una en su género, descomunales.
Una es universalmente reconocida como tal –El bueno, el feo y el malo- : una historia del oeste, con grandes planos, que ha sentado cátedra de una vez por todas y para siempre en su género. Aunque no siempre coherente en algunos puntos de la trama, el resultado es absolutamente épico. Se crean momentos de tensión que a pesar de desarrollarse en escenas prácticamente estáticas y muy prolongadas, no se hacen largos en absoluto: por un encadenamiento de planos que se alternan aceleradamente con encuadres contrapuestos, por el énfasis en el detalle del movimiento y de la expresión de los personajes y por la tensión en sí misma que provoca la escena aparentemente irresoluble. No sé si esta característica es innovadora en esta película o si es algo que venga de antiguo, pero en cualquier caso es notable. Unos personajes, que son (salvo el malo) la última vuelta a la tuerca de sus respectivos estereotipos. Clint Eastwood interpreta a un rubio vaquero que, a pesar de ser el bueno, no puede ser más astuto, un bueno un tanto hijodeputa, pero que al fin y al cabo tiene un alma noble que hay que subrayar de constante para no confundirle con el malo. El feo, con el arrollador carisma que les caracteriza a todos los feos, destaca por la típicamente latina efusividad y pasión en todos los menesteres, ya sean asesinar a sangre fría, ya sea planear una venganza, ya sea maldecir e imprecar. Tiene un punto de gracia. La música: es clásica y no es necesario que nadie lo diga a estas alturas.
Conclusión: sin esta película, el universo del cine se quedaría cojo, el western se reduciría a la nada más absoluta.
La otra, infinitamente menos conocida (y por ello desarrollo más el análisis y opinión) y en un género a varios pársec de distancia. Fucking Amal, es un desarrollo un tanto retorcido del recurrente motivo de la vida adolescente con sus horribles problemas -debidos a las hormonas, para qué darle más vueltas-.
Se nos presentan dos personajes clásicos en la apertura del filme: la niña rara de toda la vida -Agnes- , ahogada por la sobreprotección paterna, que quiere ser psicóloga y que se dedica a llenar su disco duro con sus reflexiones (un poco al estilo de Claire en 6 feet under). A continuación, con un desfase de una escena, la imagen reflejada en el espejo de la niña impopular, Elin. La superestrella que de mayor quiere ser modelo, que sueña con ir a raves (cito textualmente), que trata de colocarse con cualquier medicamento que pueda encontrar en su casa y que ha pasado por las manos de todos los compañeros del instituto. Una chica preciosa y absolutamente consciente de ello, que vive, sin embargo, en una casa miserable en su miserable pueblo (Amal) y que, como no, es compañera de clase de la otra.
La otra –y aquí estalla la nova- es lesbiana. Los poco familiarizados con la escena no pueden intuir, y para ellos lo explico, que Agnes está enamorada de forma absolutamente romántica, con ese amor que se experimenta a los 14 años y que nunca más se vuelve a sentir, de Elin.
Se cruzan un par de circunstancias necesarias que llevan a Elin a asistir –¡y, con su hermana, son las únicas! Lo que subraya de forma hiperbólica el tremendo fracaso social de Agnes- a la fiesta de cumpleaños de Agnes. Un poco por frivolidad, un poco por curiosidad, Elin besa a la otra chica ciñéndose al tópico de “lo estoy haciendo por una apuesta, me río de la niña rara, estoy por encima de esto”. Poco después de haberse retirado, con la hiel de la broma cruel en los labios, del lado de Agnes, Elin vuelve, arrepentida y con ideas bizarras en el pensamiento. Tras una serie de escenas bastante románticas (un romanticismo un tanto extraño… y es lo mejor de la película) por lo absurdo, Elin, en un arrebato, besa de nuevo a Agnes.
Poco después, Elin se da cuenta de que está enamorada de Agnes pero se obstina en su idea de no alejarse de su vida con los límites que se ha impuesto ella misma y que le han impuesto lo que de ella piensan los demás.
Le película se desarrolla entre una Agnes que se siente traicionada, con impulsos suicidas, poetisa que a la manera de Safo celebra a otra mujer y aun poetisa adolescente que a la manera ñoña (y valga la redundancia) narra con detalle sus reconocibles experiencias, ciñéndose al patrón del típico diario adolescente, y una Elin que no sabe reconocer que está realmente enamorada de Agnes y que en principio no renuncia a los fundamentos de su vida por ello.
Los diálogos son absolutamente descomunales, el personaje de la niña superpopular va mucho más allá del tópico, a pesar de que ahora me obstine, por simplicidad, en referirlo de esta forma. La idea pelada del filme (historia de amor homosexual adolescente) es poderosísima. El desenlace de la cinta es glorioso. El desarrollo del erotismo entre dos mujeres que aún no han descubierto su sexualidad es delicadísimo, a la vez que la exploración de la sexualidad heterosexual es mucho más simple y brutal (aunque quizás sea “brutal” una palabra un tanto exagerada), creando contraste. Reforzando la idea del sexo lerdo y para acabar con el acto heterosexual se nos ofrece una escena en la que los machos demuestran su total ineptitud y su incapacidad para reconocer en última instancia (en una pincelada demasiado feminista para mi gusto, la verdad, pero siempre válida, por supuesto) la capacidad idéntica que tienen las mujeres que los hombres. ¡En un país como Suecia!
Manda coronas.
9 a ambas, por no darles el diez que reservo para la película de mi vida.
Una es universalmente reconocida como tal –El bueno, el feo y el malo- : una historia del oeste, con grandes planos, que ha sentado cátedra de una vez por todas y para siempre en su género. Aunque no siempre coherente en algunos puntos de la trama, el resultado es absolutamente épico. Se crean momentos de tensión que a pesar de desarrollarse en escenas prácticamente estáticas y muy prolongadas, no se hacen largos en absoluto: por un encadenamiento de planos que se alternan aceleradamente con encuadres contrapuestos, por el énfasis en el detalle del movimiento y de la expresión de los personajes y por la tensión en sí misma que provoca la escena aparentemente irresoluble. No sé si esta característica es innovadora en esta película o si es algo que venga de antiguo, pero en cualquier caso es notable. Unos personajes, que son (salvo el malo) la última vuelta a la tuerca de sus respectivos estereotipos. Clint Eastwood interpreta a un rubio vaquero que, a pesar de ser el bueno, no puede ser más astuto, un bueno un tanto hijodeputa, pero que al fin y al cabo tiene un alma noble que hay que subrayar de constante para no confundirle con el malo. El feo, con el arrollador carisma que les caracteriza a todos los feos, destaca por la típicamente latina efusividad y pasión en todos los menesteres, ya sean asesinar a sangre fría, ya sea planear una venganza, ya sea maldecir e imprecar. Tiene un punto de gracia. La música: es clásica y no es necesario que nadie lo diga a estas alturas.
Conclusión: sin esta película, el universo del cine se quedaría cojo, el western se reduciría a la nada más absoluta.
La otra, infinitamente menos conocida (y por ello desarrollo más el análisis y opinión) y en un género a varios pársec de distancia. Fucking Amal, es un desarrollo un tanto retorcido del recurrente motivo de la vida adolescente con sus horribles problemas -debidos a las hormonas, para qué darle más vueltas-.
Se nos presentan dos personajes clásicos en la apertura del filme: la niña rara de toda la vida -Agnes- , ahogada por la sobreprotección paterna, que quiere ser psicóloga y que se dedica a llenar su disco duro con sus reflexiones (un poco al estilo de Claire en 6 feet under). A continuación, con un desfase de una escena, la imagen reflejada en el espejo de la niña impopular, Elin. La superestrella que de mayor quiere ser modelo, que sueña con ir a raves (cito textualmente), que trata de colocarse con cualquier medicamento que pueda encontrar en su casa y que ha pasado por las manos de todos los compañeros del instituto. Una chica preciosa y absolutamente consciente de ello, que vive, sin embargo, en una casa miserable en su miserable pueblo (Amal) y que, como no, es compañera de clase de la otra.
La otra –y aquí estalla la nova- es lesbiana. Los poco familiarizados con la escena no pueden intuir, y para ellos lo explico, que Agnes está enamorada de forma absolutamente romántica, con ese amor que se experimenta a los 14 años y que nunca más se vuelve a sentir, de Elin.
Se cruzan un par de circunstancias necesarias que llevan a Elin a asistir –¡y, con su hermana, son las únicas! Lo que subraya de forma hiperbólica el tremendo fracaso social de Agnes- a la fiesta de cumpleaños de Agnes. Un poco por frivolidad, un poco por curiosidad, Elin besa a la otra chica ciñéndose al tópico de “lo estoy haciendo por una apuesta, me río de la niña rara, estoy por encima de esto”. Poco después de haberse retirado, con la hiel de la broma cruel en los labios, del lado de Agnes, Elin vuelve, arrepentida y con ideas bizarras en el pensamiento. Tras una serie de escenas bastante románticas (un romanticismo un tanto extraño… y es lo mejor de la película) por lo absurdo, Elin, en un arrebato, besa de nuevo a Agnes.
Poco después, Elin se da cuenta de que está enamorada de Agnes pero se obstina en su idea de no alejarse de su vida con los límites que se ha impuesto ella misma y que le han impuesto lo que de ella piensan los demás.
Le película se desarrolla entre una Agnes que se siente traicionada, con impulsos suicidas, poetisa que a la manera de Safo celebra a otra mujer y aun poetisa adolescente que a la manera ñoña (y valga la redundancia) narra con detalle sus reconocibles experiencias, ciñéndose al patrón del típico diario adolescente, y una Elin que no sabe reconocer que está realmente enamorada de Agnes y que en principio no renuncia a los fundamentos de su vida por ello.
Los diálogos son absolutamente descomunales, el personaje de la niña superpopular va mucho más allá del tópico, a pesar de que ahora me obstine, por simplicidad, en referirlo de esta forma. La idea pelada del filme (historia de amor homosexual adolescente) es poderosísima. El desenlace de la cinta es glorioso. El desarrollo del erotismo entre dos mujeres que aún no han descubierto su sexualidad es delicadísimo, a la vez que la exploración de la sexualidad heterosexual es mucho más simple y brutal (aunque quizás sea “brutal” una palabra un tanto exagerada), creando contraste. Reforzando la idea del sexo lerdo y para acabar con el acto heterosexual se nos ofrece una escena en la que los machos demuestran su total ineptitud y su incapacidad para reconocer en última instancia (en una pincelada demasiado feminista para mi gusto, la verdad, pero siempre válida, por supuesto) la capacidad idéntica que tienen las mujeres que los hombres. ¡En un país como Suecia!
Manda coronas.
9 a ambas, por no darles el diez que reservo para la película de mi vida.
[...] se vio tragado por la boca de una decadencia larga y serpenteante, de la que no volvería a salir hasta que, al final mismo de sus días, se enamoró por fin de su mujer.
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The last samurai
- Ulema
- Mensajes: 10222
- Registrado: 10 Ene 2004 13:20
Conclusión: sin esta película, el universo del cine se quedaría cojo, el western se reduciría a la nada más absoluta.
Hombre... Es cierto que la película es muy buena, pero eso que dices es una sobrada del quince, tío xD. El género del western es muy amplio, y las películas de Sergio Leone son una versión muy particular de ese género (y si no mírate los westerns de John Ford, por ejemplo. Nada que ver). Si "El bueno..." no existiera, seguirían quedando auténticos películones del mismo Leone (La muerte tenía un precio, Hasta que llegó su hora), y de otros muchos cineastas que seguirían haciendo del western algo auténticamente grande. Vamos, "Hasta que llegó su hora" es la cumbre en ese subuniverso de pistoleros épicos y sobrehumanos que invetó Leone, y se la echaría mucho más de menos que a "El bueno...". Y no creo que mucha gente discuta eso.
Y bueno, eso sin contar con los westerns del propio Eastwood. "El fuera de la ley" es una obra maestra algo olvidada por los que recomiendan películas del oeste, y "Sin perdón" ya ni te cuento. Incluso "Open Range" del Costner es una experiencia muy gratificante para los amantes del lejano oeste, y está rodada hace cuatro días.
Hay muchísimo oeste más allá de El bueno, el feo y el malo, eso es impepinable.
The last samurai escribió:Conclusión: sin esta película, el universo del cine se quedaría cojo, el western se reduciría a la nada más absoluta.
Hombre... Es cierto que la película es muy buena, pero eso que dices es una sobrada del quince, tío xD. El género del western es muy amplio, y las películas de Sergio Leone son una versión muy particular de ese género (y si no mírate los westerns de John Ford, por ejemplo. Nada que ver). Si "El bueno..." no existiera, seguirían quedando auténticos películones del mismo Leone (La muerte tenía un precio, Hasta que llegó su hora), y de otros muchos cineastas que seguirían haciendo del western algo auténticamente grande. Vamos, "Hasta que llegó su hora" es la cumbre en ese subuniverso de pistoleros épicos y sobrehumanos que invetó Leone, y se la echaría mucho más de menos que a "El bueno...". Y no creo que mucha gente discuta eso.
Y bueno, eso sin contar con los westerns del propio Eastwood. "El fuera de la ley" es una obra maestra algo olvidada por los que recomiendan películas del oeste, y "Sin perdón" ya ni te cuento. Incluso "Open Range" del Costner es una experiencia muy gratificante para los amantes del lejano oeste, y está rodada hace cuatro días.
Hay muchísimo oeste más allá de El bueno, el feo y el malo, eso es impepinable.
¿Cuando tratas de imaginar la banda sonora de una película del oeste qué música se te viene a la cabeza? Pues eso.
No quiero decir que no haya nada más bueno en el género (que está claro que lo hay) sino que esta película ha sentado cátedra. ¿Existiría el western sin "El bueno el feo y el malo"? Probablemente sí. ¿Sería lo que es hoy en día? Probablemente no.
Decir "se reduciría a la nada más absoluta" es una hipérbole. Espero no tener que volver a explicar nada cuando utilice otra figura retórica.
[...] se vio tragado por la boca de una decadencia larga y serpenteante, de la que no volvería a salir hasta que, al final mismo de sus días, se enamoró por fin de su mujer.
Vamos, "Hasta que llegó su hora" es la cumbre en ese subuniverso de pistoleros épicos y sobrehumanos que invetó Leone, y se la echaría mucho más de menos que a "El bueno...". Y no creo que mucha gente discuta eso.
Pues servidor prefiere "el bueno, el feo y el malo" a "Hasta que llegó su hora". Pero por poca diferencia, son dos peliculones. Eso sí, si tengo que elegir algo de Leone no sería un western, "Érase una vez en América" para mí es la mejor peli que Leone ha parido. (El montaje de 3h40', no el de dos horas y editado cronológicamente).