Vuelvo a dar la brasa con un tema que siempre me la pone fondona: ópera y fascismos, en este caso el italiano.
De Mascagni sólo han sobrevivido más o menos bien dos títulos:
Cavallería Rusticana (1890) (cuya traducción podría ser “Caballerosidad paleta”, semilla original del movimiento verista) y
L’Amico Fritz (1891), pero tiene 13 títulos más que no han conseguido afianzarse en el repertorio. Con todo y con esto, a Mascagni se le considera en su casa emblema de la música nacional junto a Verdi y Puccini (curioso que, según el texto donde leí todo esto, no se mencione a Rossini ni a Donizzeti). Este honor se debe expresamente a
Cavallería, ópera de un solo acto que compuso para un concurso del que tuvo noticia por un anuncio en el periódico, y en el que se exigía ésta única condición, que sólo tuvieran un acto. Mascagni lo ganó y en el plazo de un año se había hecho famoso en el mundo entero.
Cavalleria, al margen de su música (que no conozco), es admirada por la maestría con la que se retrata la vida y el sentir cotidianos de la Italia rural del momento. Un icono de la cultura nacional, vamos.
Mascagni vivió hasta 1945 y disfrutó de la gloria en vida, especialmente cuando Mussolini lo ensalzó como compositor nacional del régimen, cargo que él aceptó encantado. Pero esto le valió el desprecio de algunos antiguos amigos como Puccini o el director de orquesta Toscanini. A tal punto llegó su sintonía con Il Duce que la última ópera que escribió,
Nerone (1935), era un homenaje a su persona.
Toscanini era el director de orquesta más famoso del mundo en aquel momento, y era, casualmente, el director del Metropolitan de Nueva York, el centro operístico más importante del siglo XX. Si a Toscanini le hubiera salido de la polla, habría conseguido fijar en el repertorio más títulos de Mascagni (como sí que hizo con los de Puccini, coleguita del alma). Toscanini se había negado unos años antes a tocar en Italia el himno fascista,
La Giovinezza, y encima, viviendo donde vivía y ocupando la posición que ocupaba, estaba en las condiciones ideales para saldar cuentas con quien quisiera.
Así que, después de que el cuerpo de Il Duce colgara boca abajo para escarnio público, a Mascagni se le ninguneó desde la nueva administración, y fue ignorado por todos hasta que murió desencantado, casi en la indigencia, en el hotel Plaza de Roma. En su entierro no hubo ninguna representación oficial. Ese es el precio que a veces se paga por no elegir bien a los amigos.
Parece que hoy en día se han reconciliado con él en su patria, pero sus títulos siguen sin consolidarse, probablemente por su lenguaje musical obsoleto, que bebe del mismo lirismo que muchos títulos compuestos cincuenta o sesenta años antes. Este es un ejemplo de ello, un aria de Nerone, la ópera que compuso para Mussolini. Es un aria preciosa y solemne, pero que parece increible que fuera escrita en 1935. Es mi último descubrimiento musical y bien merece un ladrillo, con afóticos y todo.
"Vergini, muse, e te divino Apollo" - Mascagni - "Nerone"
Mascagni
Er Beni
Toscanini