Metro de Madrid "vuela"
- John Makako
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Metro de Madrid "vuela"
Que mejor sería poner el verbo en plural, porque más que volar el Metro, vuelan las pertenencias de los viajeros que da gusto.
Y es que es terrible y asombrosa la facilidad con que te joden la mochila -y el día- en una estación de autobuses (o ferrocarril), como puede ser, por ejemplo, la de Avenida de América.
Da igual que, por ejemplo, en esa mochila lleves, entre otras cosas, el billete de viaje, gafas, apuntes de un cuatrimestre y documentación o tres quilos de cantos rodaos, que los manguis actúan con tamaña velocidad que ésta les imposibilita tantear si lo que lleva la bolsa a sustraer es factible de ser vendido o no.
Que, digo yo, podrían hacerlo a la antigua usanza; o lo que es lo mismo, navaja o jeringuilla y así, por lo menos, seleccionan lo comercial dejando otras cosas personales e intransferibles.
Manque ahora también lo suelen hacer los rumanos, pero, de momento, sólo en urbanizaciones de 90 kilos el chalé e hinchando a hostias a la familia que se encuentra dentro.
Pero a lo que iba, que no es novedoso ni, por asomo, nada popular, aunque esto no le quite un ápice de vergonzoso y tercermundista, es la tremenda inseguridad a la que estamos expuestos y la función de la seguridad que estamos pagandos, bien con nuestros impuestos, bien con cada billete o abono que apoquinamos.
Para empezar, lo primero que comentan los empleados de Metro, Renfe o el puto Consorcio de Transportes de turno es que, al ser viernes, sábado o domingo, es totalmente normal que vuelen carteras, mochilas y maletas por doquier, aunque durante el resto de la semana la cosa tampoco es que baje demasiado. Luego, que llames al teléfono de atención al cliente de metro (o el medio de transporte en cuestión) que, para alegría del recién robado, es de pago (y no precisamente barato), en el que tardan en atender, lo hacen mal e intentan alargar la llamada todo lo posible.
Supongo será para evitar que, tras la inmediata pérdida de la virginidad anal por parte del usuario, su recto vuelva al estado normal.
Una gentileza donde las haya, tú.
Lógicamente, y tras la indignación de la burocracia más o menos invisible, pasamos a la más o menos omnipresente; los vigilantes, policias, guardias jurados o cualquier ente paseante y con porra y uniforme. Suele ser fácil localizarlos puesto que siempre están en corrillo, junto a dos perros con bozal, frotándose los huevos y el canalillo del culo mientras comentan el Barça-Madrid o la brasileña que se tiraron el otro día (en ocasiones raramente excepcionales también comentan que sufren agresiones en su trabajo, aunque creo es por ir en consonancia con esos obispos que piden libertad o los derechistas que claman por una educación digna).
Otro aspecto de estos entes es que, en su inmensa mayoría, suelen poseer dos neuronas que, para más inri, están en eterno conflicto la una con la otra, lo cual proporciona al necesitado de sus servicios dos posibles respuestas:
a) Err.. A saber donde hostias estará esa mochila (profundo y mofante suspiro) Errr... prueba a mirar en los lavabos, coño, chaval.
b) Err.. (suspiro) Err... (mirada al perro) Err... joder, estas cosas se denuncian en comisaría, ¿no?
Para quien desee ampliar la lista de acciones/respuestas anteriores, que pruebe a colarse sin pagar delante de sus narices. Eficacia asegurada y de regalo un caluroso contacto cánido.
Pero bueno, ante la desesperación e inutilidad de la neurona ajena, uno se ve obligado a recurrir a la neurona propia, por lo que, fruto de un rayo de luz en la testa y, sobre todo, de leer la omnipresente "más de 1000 cámaras velan por su seguridad", surge la idea de consultar la posible grabación de la cámara situada en el acto del robo.
Con la ira a flor de piel, pero con un regustillo dulce por la inminencia de conocer el rostro de ese hijo de puta que te ha alegrado el día, te diriges a la taquilla en cuestión para, de una vez por todas, volver a topar con la realidad:
- Esas cámaras únicamente transmiten imágenes, no las graban, caballero.
- Genial. ¿Y no podrían hacer eso las que filmaron Verano Azul y no éstas?
- ¿Desea algún billete, caballero?
- Sí, por favor, autoregálese de mi parte uno con destino a tomar por culo.
Es decir, estamos manteniendo una serie de infraestructuras y efectivos de seguridad cuya única función es velar por los intereses de Metro/Renfe lo que sea, los cuales son que cada uno de sus pasajeros abone el importe del recorrido y no la seguridad de éstos.
Sólo así se explica el que los seguratas estén siempre en las taquillas y nunca en los andenes.
O que, ya no toda la red, pero sí zonas de alto riesgo de robo como son Atocha, Avenida de América o Méndez Álvaro, tengan cámaras que no graben imágenes que podrían servir para identificar a profesionales del hurto, cuando no bandas organizadas, algo que está al conocimiento tanto de los trabajadores de las estaciones como de los vecinos del barrio circundante que, con asiduidad, recogen las carteras vacías de los parques y papeleras.
O que en otros metros, como el de Londres o París, el abono sea personal e intransferible, por lo que, en caso de robo, se inutiliza y entrega uno nuevo -gratuitamente- a su dueño, mientras que aquí te jodes y, aparte de haber regalado involuntariamente un abono que no baja de los veintipico lerus, les regalas otros tantos al Consorcio de Transportes.
Y es que, como ya he dicho en un principio, esto no resulta nada novedoso ni revelador (como pensará más de uno al leerlo "¿y qué esperabas?"), pero sí, en cierta -aunque poca, la verdad- medida, una vía de desfogue alternativa a las reclamaciones de Metro.
Que, vamos, para estar pagando lo que pagamos por usar esa puta mierda -que ahora será una mierda un 5% más cara, por lo que deduzco va a terminar enlatándose y comercializándose como una exquisitez- no merecemos todo esto.
Y, qué coño, direcciones, nombres, de organizaciones o movimientos ciudadanos que aborden el tema quiero, en caso de haberlas.
Y es que es terrible y asombrosa la facilidad con que te joden la mochila -y el día- en una estación de autobuses (o ferrocarril), como puede ser, por ejemplo, la de Avenida de América.
Da igual que, por ejemplo, en esa mochila lleves, entre otras cosas, el billete de viaje, gafas, apuntes de un cuatrimestre y documentación o tres quilos de cantos rodaos, que los manguis actúan con tamaña velocidad que ésta les imposibilita tantear si lo que lleva la bolsa a sustraer es factible de ser vendido o no.
Que, digo yo, podrían hacerlo a la antigua usanza; o lo que es lo mismo, navaja o jeringuilla y así, por lo menos, seleccionan lo comercial dejando otras cosas personales e intransferibles.
Manque ahora también lo suelen hacer los rumanos, pero, de momento, sólo en urbanizaciones de 90 kilos el chalé e hinchando a hostias a la familia que se encuentra dentro.
Pero a lo que iba, que no es novedoso ni, por asomo, nada popular, aunque esto no le quite un ápice de vergonzoso y tercermundista, es la tremenda inseguridad a la que estamos expuestos y la función de la seguridad que estamos pagandos, bien con nuestros impuestos, bien con cada billete o abono que apoquinamos.
Para empezar, lo primero que comentan los empleados de Metro, Renfe o el puto Consorcio de Transportes de turno es que, al ser viernes, sábado o domingo, es totalmente normal que vuelen carteras, mochilas y maletas por doquier, aunque durante el resto de la semana la cosa tampoco es que baje demasiado. Luego, que llames al teléfono de atención al cliente de metro (o el medio de transporte en cuestión) que, para alegría del recién robado, es de pago (y no precisamente barato), en el que tardan en atender, lo hacen mal e intentan alargar la llamada todo lo posible.
Supongo será para evitar que, tras la inmediata pérdida de la virginidad anal por parte del usuario, su recto vuelva al estado normal.
Una gentileza donde las haya, tú.
Lógicamente, y tras la indignación de la burocracia más o menos invisible, pasamos a la más o menos omnipresente; los vigilantes, policias, guardias jurados o cualquier ente paseante y con porra y uniforme. Suele ser fácil localizarlos puesto que siempre están en corrillo, junto a dos perros con bozal, frotándose los huevos y el canalillo del culo mientras comentan el Barça-Madrid o la brasileña que se tiraron el otro día (en ocasiones raramente excepcionales también comentan que sufren agresiones en su trabajo, aunque creo es por ir en consonancia con esos obispos que piden libertad o los derechistas que claman por una educación digna).
Otro aspecto de estos entes es que, en su inmensa mayoría, suelen poseer dos neuronas que, para más inri, están en eterno conflicto la una con la otra, lo cual proporciona al necesitado de sus servicios dos posibles respuestas:
a) Err.. A saber donde hostias estará esa mochila (profundo y mofante suspiro) Errr... prueba a mirar en los lavabos, coño, chaval.
b) Err.. (suspiro) Err... (mirada al perro) Err... joder, estas cosas se denuncian en comisaría, ¿no?
Para quien desee ampliar la lista de acciones/respuestas anteriores, que pruebe a colarse sin pagar delante de sus narices. Eficacia asegurada y de regalo un caluroso contacto cánido.
Pero bueno, ante la desesperación e inutilidad de la neurona ajena, uno se ve obligado a recurrir a la neurona propia, por lo que, fruto de un rayo de luz en la testa y, sobre todo, de leer la omnipresente "más de 1000 cámaras velan por su seguridad", surge la idea de consultar la posible grabación de la cámara situada en el acto del robo.
Con la ira a flor de piel, pero con un regustillo dulce por la inminencia de conocer el rostro de ese hijo de puta que te ha alegrado el día, te diriges a la taquilla en cuestión para, de una vez por todas, volver a topar con la realidad:
- Esas cámaras únicamente transmiten imágenes, no las graban, caballero.
- Genial. ¿Y no podrían hacer eso las que filmaron Verano Azul y no éstas?
- ¿Desea algún billete, caballero?
- Sí, por favor, autoregálese de mi parte uno con destino a tomar por culo.
Es decir, estamos manteniendo una serie de infraestructuras y efectivos de seguridad cuya única función es velar por los intereses de Metro/Renfe lo que sea, los cuales son que cada uno de sus pasajeros abone el importe del recorrido y no la seguridad de éstos.
Sólo así se explica el que los seguratas estén siempre en las taquillas y nunca en los andenes.
O que, ya no toda la red, pero sí zonas de alto riesgo de robo como son Atocha, Avenida de América o Méndez Álvaro, tengan cámaras que no graben imágenes que podrían servir para identificar a profesionales del hurto, cuando no bandas organizadas, algo que está al conocimiento tanto de los trabajadores de las estaciones como de los vecinos del barrio circundante que, con asiduidad, recogen las carteras vacías de los parques y papeleras.
O que en otros metros, como el de Londres o París, el abono sea personal e intransferible, por lo que, en caso de robo, se inutiliza y entrega uno nuevo -gratuitamente- a su dueño, mientras que aquí te jodes y, aparte de haber regalado involuntariamente un abono que no baja de los veintipico lerus, les regalas otros tantos al Consorcio de Transportes.
Y es que, como ya he dicho en un principio, esto no resulta nada novedoso ni revelador (como pensará más de uno al leerlo "¿y qué esperabas?"), pero sí, en cierta -aunque poca, la verdad- medida, una vía de desfogue alternativa a las reclamaciones de Metro.
Que, vamos, para estar pagando lo que pagamos por usar esa puta mierda -que ahora será una mierda un 5% más cara, por lo que deduzco va a terminar enlatándose y comercializándose como una exquisitez- no merecemos todo esto.
Y, qué coño, direcciones, nombres, de organizaciones o movimientos ciudadanos que aborden el tema quiero, en caso de haberlas.
Cierto subnormal escribió:No he leído el libro (y no tiene pinta de que lo lea) pero la peli es mejor
- John Makako
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Juro que en un principio el título del hilo iba a ser "Asín os den a todos por el culo".
Y así tu respuesta sería totalmente coherente y comprensible en un marco de agradecimiento.
Qué dejavuses o, qué se yo, resbalones traicioneros de putita tienes, oye.
Y así tu respuesta sería totalmente coherente y comprensible en un marco de agradecimiento.
Qué dejavuses o, qué se yo, resbalones traicioneros de putita tienes, oye.
Cierto subnormal escribió:No he leído el libro (y no tiene pinta de que lo lea) pero la peli es mejor
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Re: Metro de Madrid "vuela"
John Makako escribió:Que mejor sería poner el verbo en plural, porque más que volar el Metro, vuelan las pertenencias de los viajeros que da gusto.
Y es que es terrible y asombrosa la facilidad con que te joden la mochila -y el día- en una estación de autobuses (o ferrocarril), como puede ser, por ejemplo, la de Avenida de América.
Da igual que, por ejemplo, en esa mochila lleves, entre otras cosas, el billete de viaje, gafas, apuntes de un cuatrimestre y documentación o tres quilos de cantos rodaos, que los manguis actúan con tamaña velocidad que ésta les imposibilita tantear si lo que lleva la bolsa a sustraer es factible de ser vendido o no.
Que, digo yo, podrían hacerlo a la antigua usanza; o lo que es lo mismo, navaja o jeringuilla y así, por lo menos, seleccionan lo comercial dejando otras cosas personales e intransferibles.
Manque ahora también lo suelen hacer los rumanos, pero, de momento, sólo en urbanizaciones de 90 kilos el chalé e hinchando a hostias a la familia que se encuentra dentro.
Pero a lo que iba, que no es novedoso ni, por asomo, nada popular, aunque esto no le quite un ápice de vergonzoso y tercermundista, es la tremenda inseguridad a la que estamos expuestos y la función de la seguridad que estamos pagandos, bien con nuestros impuestos, bien con cada billete o abono que apoquinamos.
Para empezar, lo primero que comentan los empleados de Metro, Renfe o el puto Consorcio de Transportes de turno es que, al ser viernes, sábado o domingo, es totalmente normal que vuelen carteras, mochilas y maletas por doquier, aunque durante el resto de la semana la cosa tampoco es que baje demasiado. Luego, que llames al teléfono de atención al cliente de metro (o el medio de transporte en cuestión) que, para alegría del recién robado, es de pago (y no precisamente barato), en el que tardan en atender, lo hacen mal e intentan alargar la llamada todo lo posible.
Supongo será para evitar que, tras la inmediata pérdida de la virginidad anal por parte del usuario, su recto vuelva al estado normal.
Una gentileza donde las haya, tú.
Lógicamente, y tras la indignación de la burocracia más o menos invisible, pasamos a la más o menos omnipresente; los vigilantes, policias, guardias jurados o cualquier ente paseante y con porra y uniforme. Suele ser fácil localizarlos puesto que siempre están en corrillo, junto a dos perros con bozal, frotándose los huevos y el canalillo del culo mientras comentan el Barça-Madrid o la brasileña que se tiraron el otro día (en ocasiones raramente excepcionales también comentan que sufren agresiones en su trabajo, aunque creo es por ir en consonancia con esos obispos que piden libertad o los derechistas que claman por una educación digna).
Otro aspecto de estos entes es que, en su inmensa mayoría, suelen poseer dos neuronas que, para más inri, están en eterno conflicto la una con la otra, lo cual proporciona al necesitado de sus servicios dos posibles respuestas:
a) Err.. A saber donde hostias estará esa mochila (profundo y mofante suspiro) Errr... prueba a mirar en los lavabos, coño, chaval.
b) Err.. (suspiro) Err... (mirada al perro) Err... joder, estas cosas se denuncian en comisaría, ¿no?
Para quien desee ampliar la lista de acciones/respuestas anteriores, que pruebe a colarse sin pagar delante de sus narices. Eficacia asegurada y de regalo un caluroso contacto cánido.
Pero bueno, ante la desesperación e inutilidad de la neurona ajena, uno se ve obligado a recurrir a la neurona propia, por lo que, fruto de un rayo de luz en la testa y, sobre todo, de leer la omnipresente "más de 1000 cámaras velan por su seguridad", surge la idea de consultar la posible grabación de la cámara situada en el acto del robo.
Con la ira a flor de piel, pero con un regustillo dulce por la inminencia de conocer el rostro de ese hijo de puta que te ha alegrado el día, te diriges a la taquilla en cuestión para, de una vez por todas, volver a topar con la realidad:
- Esas cámaras únicamente transmiten imágenes, no las graban, caballero.
- Genial. ¿Y no podrían hacer eso las que filmaron Verano Azul y no éstas?
- ¿Desea algún billete, caballero?
- Sí, por favor, autoregálese de mi parte uno con destino a tomar por culo.
Es decir, estamos manteniendo una serie de infraestructuras y efectivos de seguridad cuya única función es velar por los intereses de Metro/Renfe lo que sea, los cuales son que cada uno de sus pasajeros abone el importe del recorrido y no la seguridad de éstos.
Sólo así se explica el que los seguratas estén siempre en las taquillas y nunca en los andenes.
O que, ya no toda la red, pero sí zonas de alto riesgo de robo como son Atocha, Avenida de América o Méndez Álvaro, tengan cámaras que no graben imágenes que podrían servir para identificar a profesionales del hurto, cuando no bandas organizadas, algo que está al conocimiento tanto de los trabajadores de las estaciones como de los vecinos del barrio circundante que, con asiduidad, recogen las carteras vacías de los parques y papeleras.
O que en otros metros, como el de Londres o París, el abono sea personal e intransferible, por lo que, en caso de robo, se inutiliza y entrega uno nuevo -gratuitamente- a su dueño, mientras que aquí te jodes y, aparte de haber regalado involuntariamente un abono que no baja de los veintipico lerus, les regalas otros tantos al Consorcio de Transportes.
Y es que, como ya he dicho en un principio, esto no resulta nada novedoso ni revelador (como pensará más de uno al leerlo "¿y qué esperabas?"), pero sí, en cierta -aunque poca, la verdad- medida, una vía de desfogue alternativa a las reclamaciones de Metro.
Que, vamos, para estar pagando lo que pagamos por usar esa puta mierda -que ahora será una mierda un 5% más cara, por lo que deduzco va a terminar enlatándose y comercializándose como una exquisitez- no merecemos todo esto.
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Feliz navidad !!
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