The Kentucky Fried Movie (En España titulada “Made in USA”)
He vuelto a ver hace poco esta ¿película? y es tan absurda como recordaba, si no más.
Dirigida por John Landis en 1977, es la primera película “perpetrada” por el trío Jim Abrahams- Jerry Zucker- David Zucker, es decir, los responsables de “Aterriza como puedas”. Básicamente puede decirse de ella que es uno de los films más mongólicos y absurdos de la historia del cine: no tiene ni pies ni cabeza de principio a fin, es como pedir que escriban un guión en un taller ocupacional y dejar que lo rueden una pandilla de universitarios con más marihuana que glóbulos rojos en sangre. El que a alguien le vaya a gustar o no esta película es un hecho totalmente subjetivo e impredecible. Yo la vi por primera vez hace bastantes años y le tengo bastante cariño, pero sé que hay mucha gente a quien la visión de este engendro le puede suponer una horrorosa tortura y la verdad es que lo puedo comprender. No hay que esperar algo como “Aterriza como puedas”: los autores son los mismos y es de la misma época, puede decirse que el humor absurdo tiene ciertos e inevitables puntos en común entre ambas películas, pero “K.F.M” es bastante más lenta, menos exuberante y cautivadora, y no todas las escenas están igualmente logradas. Es decir: no porque te guste “Aterriza como puedas” te va a gustar esta, por más que sea de la misma época y esté escrita por los mismos garrulos descerebrados.
Consiste en una sucesión de sketchs que parodian la emisión de una cadena televisiva, en la que hay noticias, documentales, anuncios, películas, etc. Pero todo a un nivel de cretinismo verdaderamente olímpico. Aunque la película está hecha con ciertos medios (incluso el mismísimo Donald Sutherland hace un breve cameo en el totalmente carente de sentido –y no por ello menos entrañable- papel de “camarero patoso”) parece un vídeo grabado por cuatro amigotes en una noche de fumeteo cannábico. Los propios Jim Abrahams y hermanos Zucker salen en pantalla haciendo varios papeles. En la última escena se les puede ver a los tres haciendo el subnormal en una TV.
Es difícil recomendar un artilugio como este: hay a quien le hace gracia aunque sólo sea por lo jodidamente estúpido que es, y hay quien ni siquiera sonríe durante toda la película, preguntándose con estupor qué coño es lo que están viendo sus ojos. Para mí, personalmente, hay algunas escenas bastante divertidas en su absurdez y otras bastante menos logradas que nunca me apetece ver. Soy consciente de no es la clase de película que se puede recomendar a ciegas (lo repito: no es “Aterriza como puedas”), pero he de confesar sin rubor (mentira, ¡con rubor, con rubor!) que casi he llegado a aprenderme de memoria algo tan deliciosamente borderline como el oligofrénico juicio del sketch de “Courtroom”.
Pero bueno, para que quien no la haya visto se haga una idea, estos son algunos de los sketches:
-En un noticiero hay una sección dedicada a hablar sobre animales. Una cuidadora lleva ante el presentador un apacible gorila de quien intentan hacer que tenga descendencia en el zoo, con resultados infructuosos. El bicho está tan tranquilo hasta que empiezan a hablar en público de su impotencia sexual... ante lo cual se enfurece y empieza a atacar a todo el mundo (sí, lo sé, ¡suena muy estúpido!... pero, es que ¡es muy estúpido!).
-Rex Kramer, el amante del peligro: Programa dedicado a un intrépido aventurero que se somete a toda clase de pruebas extremas, al estilo de “Al filo de lo imposible”. En el capítulo de hoy, se pone un mono, un casco, unas rodilleras... y se mete en mitad de un grupo de macarras del ghetto que están jugando a los dados, llevando a cabo su prueba que consiste en decir a grito pelado: “¡¡negros de mierda!!”... y salir corriendo (sí, sí, vuelve a sonar estúpido, pero joder, ¡es que sigue siendo muy estúpido!).
-Apelación Unida Pro-Difuntos: Una asociación dedicada a hacer de la muerte de un ser querido algo más llevadero y positivo. Como ejemplo, una adorable familia que perdió a uno de sus hijos pequeños. A la familia, Apelación Unida Pro-Difuntos le ha enseñado a convivir con la muerte, más concretamente, a convivir con el cadáver... a quien incluyen en todas las actividades familiares. Así, vemos entrañables escenas dignas de una beatífica postal navideña, como la familia feliz y sonriente reunida ante la mesa (mientras el hijo difunto cae de cabeza sobre un plato) o jugando alrededor de la piscina (mientras el hijo difunto flota boca abajo en el agua). Enternecedor.
Apelación Unida Pro-Difuntos nos demuestra que no hay nada que impida
que el cadáver de un familiar no siga siendo parte de nuestras actividades cotidianas.... ¡qué tierno!
-“Courtroom”: El típico programa americano de retransmisión de juicios. Y, por descontado, un juicio que no tiene ni pies ni cabeza ni un puto mísero asomo de sentido por ninguna parte. Se ven cosas tan absurdas como un abogado agitando un pene de plástico mientras dice “¡usted conoce las leyes
penales de este estado!” (después se pone la polla en la cabeza en plan tentáculo y empieza a delirar:
“¡no queremos hacer daño a su planeta!, ¡no queremos hacer daño a su planeta!”), un taquígrafo que no para de acariciarse excitado mientras dura el juicio, o un testigo que no recuerda su propio nombre... véase el diálogo y lo que el tipo hace para poder recordar cómo se llama:
Fiscal:
¿Puede decirnos su nombre?
Sheldon Grunwald: (empieza a mover las manos rítmicamente, como siguiendo una canción de memoria, y después dice)
...Sheldon.
Fiscal: (extrañado)
Ehhhm... ¿qué significa eso que hace con las manos?
Sheldon Grunwald:(canta)
Cumpleaños feliiz, cumpleaños feliiiiz, deseaaamos a..... Sheldon.
Y así todo el juicio, estupidez tras estupidez.
-“El óxido de zinc y usted”: Típico documental educativo de esos que pasan en los colegios, en el que demuestran a una escéptica ama de casa lo importante que resulta el óxido de zinc en su vida diaria. Así, para que sea consciente de la relevancia de tan insigne mineral, le van quitando todo lo que está hecho con óxido de zinc: el grifo de la cocina (empieza a salirse el agua), los clavos (se caen los cuadros), los quemadores del horno (el fuego prende las cortinas), los frenos de su coche (que se estampa contra la pared de la cocina), su pierna ortopédica (la mujer se queda con una sola pierna), el seguro de la escopeta de su hijo (que se vuela la cabeza mientras juega con el arma), el marcapasos de su marido (que muere de un infarto en el trabajo).... sí, amigos, no deberían menospreciar el importante papel que el óxido de zinc cumple en sus vidas.
La vida es dura sin el óxido de zinc.
-“Fistful of yen”: Mega-mongólica parodia de un film de Bruce Lee donde un agente experto en artes marciales se infiltra en la isla de Klahn, el malvado líder de una secta dirigida a destruir el mundo con misiles nucleares. Nuestro carismático amigo se da de hostias con media isla, mientras a su alrededor ocurren un sinfín de cosas sin sentido. Por ejemplo, pone un robot de juguete (de unos 20 centímetros de alto....) en el suelo ante dos enemigos... y uno de ellos grita aterrorizado “¡¡un robot!!” mientras el otro se lanza por una cristalera llevado por el pánico (¿¿??). O una doctora secuestrada muestra al protagonista que está siendo espiado en su minúscula habitación, y le enseña pequeños detalles de los que él no se había percatado: un pequeño micro en una maceta, otro sobre una lámpara, un micrófono de radio (ya algo más grandecito) con las siglas “KLAHN” situado sobre un estante, un tipo agachado con unos auriculares y un micrófono-jirafa en una esquina a 50 centímetros de él, otro tipo sentado al fondo ante un escritorio con un equipo de grabación... nada, minucias que sólo un experto podría detectar. O vemos también a nuestro héroe caminando sigilosamente de noche, y tirando abajo estrepitosamente una estantería de figuritas y jarroncitos, a sólo metro y medio (sic) de distancia de un guardia... quien se limita a poner una leve expresión de “hmmm... me ha parecido oír algo, ...pero no” (¿?). Mongólica hasta decir basta... pero uno no puede menos que sentirse atraído por la ultra-chorra y encantadora cantinela oriental de “estamos cleando un ejélcito de extlaoldinalia magnitud...”.
”Fistful of yen”... ¿la mejor película de artes marciales de todos los tiempos?
Bueno... ¿por qué no?
El malvado Dr. Klahn: está cleando un ejélcito de extlaoldinalia magnitud.
-Otro sketch: una pareja está viendo la TV, y vemos en la pantalla al presentador de las noticias hablando tranquilamente. De repente, la pareja empieza a magrearse y quitarse ropa... mientras el presentador los está viendo desde detrás de la pantalla (¿?) y empieza a tener serios problemas para concentrarse, titubeando, aflojándose la corbata y diciendo cosas raras ante la imposibilidad de centrarse en las noticias que está leyendo. Al final, la pareja termina follando mientras el presentador y unos técnicos de sonido les jalean como cafres desde el interior del aparato de TV.
Este sketch está protagonizado por los propios Abrahams – Zucker Bros., así que es una oportunidad idónea para que cualquier aficionado a la trastienda de la industria cinematográfica vea a este trío de elementos haciendo el gilipollas en su salsa.
-“Esto es Armagedón”: Trailer de una típica película de desastres, en plan “El coloso en llamas” o “Terremoto”. Sólo que en “Esto es Armagedón” los desastres son... todos a la vez.
(incluido por descontado el camarero patoso, la escena más superflua e inútil de la historia del cine... interpretada por el cachondo de Donald Sutherland cuando su estrellato estaba en pleno apogeo y se ve que no tenía nada mejor que hacer que aparecer cinco segundos en este film estampándose una tarta en la cara).
En resumen, es una película total y absolutamente cretinoide que probablemente mate de asco a un 95% de la población, pero que por extrañas razones divierte (aunque sea sólo a ratos) a un 5% restante entre quienes me cuento. Quien no le pille el punto de primeras sencillamente no entenderá jamás el propósito de rodar un artefacto semejante, y es más que probable que termine sintiendo náuseas y ganas de tirar el DVD por la ventana. Quien le pille el punto disfrutará con algunos (seguramente no todos) los sketches, y desde luego terminará pillándole cariño a “Fistful of yen” o “Apelación Unida Pro-Difuntos”.
A propósito de Schmidt
He seguido la amable (y gratuita) recomendación de Blanquita, y la verdad es que lo agradezco porque la película me ha gustado bastante.
Bajo la apariencia de un sencillo drama costumbrista, desprovisto de aspavientos y moralinas innecesarias, se esconde una de las más certeras (y diría incluso que feroces) autocríticas que le he visto al cine norteamericano en los últimos tiempos. Pero no una autocrítica panfletaria estilo Michael Moore, sino un lamento sobre todo un estilo de vida y sus consecuencias sobre los individuos y las relaciones entre los mismos. Por más que ciertos personajes o situaciones rallen la caricatura o la parodia, la verdad es que “A propósito de Schmidt” retrata con tino y casi con crueldad la existencia de millones de individuos de occidente, quienes creen que la felicidad reside en la consecución de unas metas y no en la relación entre las personas o la búsqueda del crecimiento espiritual.
La historia es argumentalmente simple: un ejecutivo de seguros se jubila, y una vez desprovisto de la anestesia de la rutina laboral, ha de despertar a la vida desnuda de ocupaciones y hacer frente a la multitud de vacíos y frustraciones que constituyen el núcleo de su existencia. A partir de ese momento todo empieza a desmoronarse a su alrededor (o, mejor dicho, comprende que ha vivido toda una vida en un mundo desmoronado). Además, cada vez que intenta encontrarle un sentido a algo o husmear una salida, todo se tuerce, con lo que la película refleja la frustración de un hombre para quien todo resulta en un
coitus interruptus permanente. Finalmente no tiene más remedio que resignarse ante el hecho de que lograr sus metas convencionales no le ha aportado absolutamente nada, y de que ha olvidado vivir todo lo importante en su paso por el mundo.
Lo mejor del film es que huye del melodrama por el melodrama, y se limita a retratar o en su caso caricaturizar. No hay buenos ni malos, sino sencillamente gente mediocre: unos que han aceptado auto-idiotizarse para adaptarse y vegetar espiritualmente acomodados en el sistema, y otros que acumulan neurosis y tensiones producto de no ser conscientes de sus propias y graves carencias. Pero todo ello narrado sin señalar con el dedo, sin más explicaciones de las precisas y sin mensajitos aleccionadores. La moraleja de la película se concentra en una sencilla, nada original ni “imprevisible” (ni falta que hace, por cierto) secuencia final, -escena que podría haber quedado en anécdota pero que Jack Nicholson convierte en algo verdaderamente escalofriante-, en la que vemos a un individuo que parece sucumbir y renacer a un mismo tiempo, ante la súbita aprehensión del sentido último de la vida.
Nicholson está soberbio: quizá es cierto que no en todos los momentos actúa a un mismo nivel, pero en general está fantásticamente bien, y en ciertas secuencias sencillamente sublime. Tenía que ser así, ya que el peso de la película descansa casi completamente sobre sus hombros. Su papel se prestaba mucho al cliché: un hombre que ha cumplido las metas que pensó le harían feliz (metas laborales, económicas, sociales) y que al final queda sin recompensa ninguna, con una vida hueca y una desalentadora carencia de relaciones afectivas significativas. Pero Nicholson, afortunadamente, va más allá de ese cliché y compone un personaje realista y complejo. O, como se decía hace un tiempo, un verdadero “antihéroe”, alguien que no salva las situaciones con la magia peliculera de un John Wayne, sino que sucumbe ante ellas como cualquier hijo de vecino.
En resumen: un toque de alarma a los occidentales todos sobre nuestro modo de vida y nuestra escala de valores y metas, y una secuencia final bellísima (uno los finales más simples y a la vez impactantes que he visto últimamente, y una de las mejores secuencias que le he visto a Nicholson jamás, el tipo realmente parece derrumbarse ante las cámaras).
Eternal sunshine of the spotless mind (“Olvídate de mí”)
No puedo decir que me haya deslumbrado, pero es interesante y entretenida. La idea inicial es muy buena, quizá después no termina de decidirse entre el drama de personajes, la prestidigitación psicológica o el mero romance (en mi opinión el tema hubiese dado más de sí dejando que el romance presidiese la acción, un poco a lo Frank Capra). Pero desde luego no es una mala película –ni mucho menos-, y el guión está muy bien construido.
Carrey no es que lo haga mal, pero no termina de convencerme (sí, a mí me gusta mucho el Carrey de “Dos tontos muy tontos” y las escenas más mongólicas de “Mentiroso compulsivo”). Es un tipo que me hace mucha gracia, pero como actor dramático me parece simplemente correcto, y que en ciertos momentos no termina de cuajar. Y ya que estamos, el personaje de Cate Blanchett se me atraganta un tanto.
En fin, supongo que nadie pasará un mal rato viendo esta película. Yo hubiese preferido más contenido en cuanto a personajes y relaciones, y menos giro efectista, pero bueno, tampoco voy a quejarme. Es una buena película, está a un nivel bastante bueno, especialmente en cuanto a al estructura del guión, que está muy cuidada.
“Trece días”
Kevin
“fui un mega estrellón y mírame ahora” Costner aparcando momentáneamente sus compulsivas apariciones en incontables películas sobre béisbol para protagonizar un (intento de) thriller político. La película narra la “crisis de los misiles” de Cuba desde el punto de vista del triunvirato formado por los hermanos Kennedy y el secretario personal de JFK. El tema podría haber dado mucho más de sí –no en vano es el momento en que, teóricamente, más cerca estuvo la humanidad de desencadenar una guerra nuclear, y las tensiones políticas y extrañas anécdotas de ese peliagudo momento parecen por sí mismas producto de un guión cinematográfico- pero la calidad de la película no pasa de la de un telefilm, y está rodada sin pulso ni fuerza. Había leído buenas críticas, pero la verdad es que “Trece días” palidece al lado de muchas otras películas de intriga política, empezando por la propia “J.F.K” sin ir más lejos.
Para quien le interese aprender algo sobre ese momento histórico, o le interese de algún modo, la película se deja ver y tiene un interés más de tipo documental que de tipo cinematográfico. Para quien no le interese el tema, sencillamente no se pierde nada y no ganará nada viéndola. No es una película horrible hasta el punto de terminar escupiendo a la pantalla (no es “Gente pez”, y tampoco sale el Gabino Diego), pero tampoco es buena, la verdad.
Perfectamente prescindible salvo para quien tenga que preparar un trabajo para el cole sobre la crisis de los misiles cubanos.
"Ray"
Me ha parecido simplemente correcta más allá de los comentarios más bien entusiastas que me habían llegado sobre esta película. No pasa de ser una aceptable biografía –aunque quizá un tanto demasiado convencional- del legendario músico que, eso sí, es mejor que otras biografías musicales “mainstream” (como “Gran bola de fuego”, que desperdició por completo a un personaje tan jodidamente increíble como Jerry Lee Lewis, que es puta carne de película). Pero vamos, para mí tiene poco que hacer junto a algo tan descomunal como por ejemplo “Bird” de Clint Eastwood (lo sé, la comparación es odiosa, pero es que “Bird” es una de mis películas favoritas sobre uno de mis músicos favoritos y evidentemente la considero el mejor “biopic” sobre un músico que yo haya visto).
Eso sí, hay dos cosas a destacar. La primera es obvia: la banda sonora interpretada (o a veces reinterpretada) enteramente por el propio Ray Charles... que no admite comentario. Incluso volvió a grabar algunos temas a propósito para la película, y nos deleita, por ejemplo, con su imitación del estilo de Nat King Cole, o recordando la forma en que él mismo cantaba en sus inicios. Ni que decir tiene que la música de Ray no admite más que elogios hasta el infinito y que por tanto la banda sonora es por sí misma motivo más que suficiente para ver la película hasta el final.
La segunda cosa a destacar –y aquí sí coincido con los comentarios entusiastas de medio mundo- es la interpretación de Jamie Foxx. Colosal. Era difícil que un personaje tan reconocible como Ray Charles no se transformase en una mera caricatura (véase “Gran bola de fuego” y lo que Dennis Quaid hace con Jerry Lee Lewis), pero Foxx se mete en la piel del “Genio” sin dejar que ello se adueñe de su interpretación. Imita a Charles, por descontado, y lo hace muy bien, pero va más allá de la mera imitación y le da contenido al personaje. Junto con la música, Jamie Foxx es lo mejor de la película sin discusión. El resto del reparto también está muy bien, por cierto.
No me ha deslumbrado, pero es una biografía digna y correcta, que no pasará a la historia pero tampoco hace avergonzarse a cualquier admirador de Ray Charles.
PD: ¿Soy el único que en los títulos del inicio, al ver en pantalla "Ray" y a Jamie Foxx con las gafas de sol, pensó en un anuncio de Ray-Ban?