
El origen de la leyenda de Tristán e Isolda se remonta a un relato celta que describía el romance entre una princesa inglesa y un guerrero irlandés. Este marco le pareció el ideal a Richard Wagner para componer su famosa ópera (fruto del amor imposible del joven Wagner con Matilde Wesendok).
Desde entonces su historia ha sido llevada al cine o a la televisión en bastantes ocasiones. Pero es en esta producción de Ridley y Tony Scott en el que se ha apostado más fuerte. Casi treinta años lleva Ridley Scott con el proyecto en la cabeza, pero ha tenido que ir retrasándolo por distintos compromisos. Con guión de Dean Georgaris (“El mensajero del miedo”) y la dirección de Kevin Reynolds (“Waterworld”) la película nos sumerje en plena Edad Media con los conflictos para mantener la paz entre irlandeses e ingleses que se desatarán definitivamente.
Sophia Myles de Isolda y James Franco “Osborne” de Tristán encabezan el reparto en el que no falta un habitual de estas epopeyas Rufus Sewell, al que veremos también en la secuela de El Zorro.
Pero por qué? Es que ya no se respeta nada? Por un lado veo que Ridley Scott lleva treinta años con la idea en la cabeza y pienso, bueno, eso suena esperanzador. Pero luego me doy cuenta de que Ridley Scott lleva una racha de parir truños impresionante. A continuación, investigo sobre Kevin Reynolds y me encuentro...



...y me entra algo así como regomello.
Sé que no cuento con ninguno de vosotros, pero esto merece una reacción popular como cuando estrenaron Gilda.