ROBOS EN LIBRERÍAS:
Ladrones Ilustrados
Los objetivos más apetecidos son bestsellers, novelas de culto y textos de estudio. Para conseguirlos, las personas se valen de ingeniosas estrategias, que los libreros enfrentan de distintas formas, tomándose incluso la justicia en sus manos.
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La oportunidad hace al ladrón, dice el refrán. "Uno de los inconvenientes de robar libros - sobre todo para un aprendiz como yo- , es que la elección está supeditada por la oportunidad", comprueba un personaje de Roberto Bolaño en Los detectives salvajes, volumen que curiosamente es uno de los más robados en las librerías de Santiago, y cuyo autor, en su juventud, fue uno de los grandes en el "oficio" de apropiarse de libros ajenos.
En algunos establecimientos comerciales, las pérdidas por robos pasan inadvertidas, en cambio en otros se hacen notar, y mucho. Es el caso de la Feria Chilena del Libro, donde las pérdidas ascienden a 50 millones de pesos según el último inventario que se hizo en todos sus locales.
Al clasificar estas pérdidas por títulos, los propietarios y encargados de las librerías también pueden establecer una diferenciación entre quienes acuden a ellas. Existen tres tipos de ladrones. El primero de ellos es el ladrón ocasional, que roba cuando tiene la oportunidad de hacerlo. Ve un libro que le llama la atención, y si puede sustraerlo sin ningún problema, se lo lleva. Y ni siquiera hace una compra para disimular. La segunda categoría es la del ladrón ilustrado, que quiere leer un libro, pero no le alcanza el dinero; es tal su desesperación, que termina robándoselo. En la última categoría, la más despreciable según los libreros, están los ladrones por encargo, que reducen la mercadería en barrios como San Diego, por menos de la mitad del valor del libro.
Ahí radica la diferencia entre robar literatura para saciar una necesidad de lectura y conocimiento, y hurtar por necesidad económica o lucro personal. Pero que quede claro: ambos son delitos.
Para combatir a los ladrones, no importando la categoría en que se encuentren, los libreros han adoptado cada vez más medidas de seguridad en sus tiendas. Los guardias han aumentado, así como también las cámaras y sensores en el interior de los libros, especialmente en aquellos que corren más riesgo. Todo lo cual produce un encarecimiento en los costos de operación, cuestión que finalmente se traduce en el aumento de los precios.
Modus OPERANDI
Actúan como los ladrones de supermercados. Algunos pertenecen a verdaderas mafias. En este caso, las amenazas cuando son descubiertos dejan atemorizado a cualquiera. Es el caso del jefe de ventas de la Feria Chilena del Libro, Mario Banda, quien a través de sus años de experiencia como vendedor ha sufrido innumerables amedrentamientos por parte de ladrones que ha sorprendido in fraganti. "Uno sabe quiénes son, ya los identificamos, porque algunos regresan a la librería. Y cuando uno los descubre antes que se vayan, antes de que suene el sensor, les dices que para evitar problemas devuelvan los libros. Entonces se enojan y nos tiran los libros por la cabeza, junto a un tremendo rosario de groserías y, por supuesto, las amenazas de muerte por sapos", cuenta Banda. Afortunadamente, las intimidaciones contra los vendedores sólo quedan en eso.
Otra forma de operar, menos violenta, es la de parejas que supuestamente entran a las librerías a curiosear, saltando de un volumen a otro, lo que a ojos de muchos podría ser un acto normal. Pero su intención no es tan inocente como parece. Muchas veces, la mujer lleva un gran escote, una minifalda, y comienza a coquetear con los vendedores, quienes caen embelesados cuando ella se les acerca pidiéndoles una cotización. Les habla, los mira, se inclina ante ellos para ostentar su busto. Mientras esto sucede, la pareja de la mujer llena de libros su bolso recubierto por un papel aluminio especial, el que muchas veces impide que suene el sensor a la salida de la librería.
También las jovencitas hacen de las suyas. Muy lindas, bien vestidas, y extremadamente sensuales, comienzan a hojear libros, les preguntan a vendedores por autores, títulos, y mientras son atendidas cortésmente, las demás aprovechan la oportunidad, abren sus mochilas y comienzan a sacar libros hasta llenarlas.
Otros, los más descarados, adaptan sus chaquetas implementándoles bolsillos en la parte interior, generalmente en el forro, y al llegar a la librería se las sacan, supuestamente por causa del calor, y comienzan a introducir libros en ella. Cuando son descubiertos, y revisados posteriormente, se hacen los desentendidos diciendo: "No sé como llegaron esos libros a mi chaqueta, alguien los debe haber puesto ahí".
Los ladrones por encargo acuden directamente a realizar su misión. Se dirigen sin mayor trámite hacia el libro que les fue encomendado. "Viene alguien y lo marca, lo dobla de forma especial, lo cambia de sección, o lo deja medio escondido, y después llega el ladrón y se lo lleva", cuenta Juan Carlos Fau, dueño de la librería Qué Leo.
SIN DISTINCIÓN DE CLASE
Lo usual en los ladrones de librerías es que pertenezcan a distintos sectores socioeconómicos. Es fácil advertir a clientes habituales que tratan de sustraer algún texto sin pagarlo. "Los pocos intentos de robo que hemos tenido, son de estudiantes, profesionales, quienes muchas veces son clientes. Cuando roban libros, se los quitamos, pasan la vergüenza de su vida y no regresan. En menor medida, vienen tipos de mal aspecto a robar por encargo", cuenta Patricio Larrondo, encargado de la librería Nueva Altamira, ubicada en el Drugstore de Providencia.
Lo mismo ocurre en la Feria Chilena del Libro ubicada en el Mall de La Dehesa, donde se ha encontrado a gente del sector sustrayendo libros. "Roba todo tipo de gente, eso es lo más impresionante, ya que uno pudiera creer que es un segmento de la población, pero hemos comprobado lo contrario", afirma el librero y periodista Héctor Velis-Meza.
Aunque la mayoría condena, sin atenuantes, la violación del séptimo mandamiento, otros justifican que algunos no puedan resistir la tentación de leer un buen libro. Cueste lo que cueste. O, mejor aun, sin que cueste nada. Es el caso de Sergio Parra, poeta y dueño de la librería Metales Pesados, quien recuerda que en la década de los ochenta era bastante bueno en el "oficio". Aún posee algunos textos que sustrajo en el pasado, acción que realizó porque en esos tiempos el dinero que conseguía trabajando como junior no le alcanzaba para comprar libros. Tenía muy bien armada su defensa en caso de que fuera descubierto. "Si me enfrentaba a la policía o a los jueces, mi argumento era que yo tenía una gran necesidad de lectura, pero ganaba muy poco, y mi interés era aprender", cuenta.
Las peripecias de la vida ahora lo han llevado del otro lado del m esón, pero sin que haya cambiado su filosofía. Los robos en Metales Pesados no se notan. Y es que Parra cree que suceden en contadas ocasiones. "Roban poco o no me doy cuenta. También pueden ser muy buenos y habría que felicitarlos, como cuando alguien tiene un buen oficio", comenta.
También afirma que prefiere hacerle un buen descuento a un ladrón, ya que de esa manera ambos quedan contentos: él porque vendió un libro y el ladrón porque se va con el texto que quiere. Asegura que la mejor manera de tratar a las personas es dialogando. "En realidad, cuando a una persona se le trata mal, como a un delincuente, tiende a robarse el libro en mala, porque fue discriminada, y eso pasa en muchas librerías, donde la gente es mal vista porque anda con mochila, por el pelo o por su forma de vestir. Acá eso no pasa. Yo creo que por eso la gente cuida mucho la librería, porque no se le discrimina", afirma el dueño de Metales Pesados.
ACCIONES LEGALES Y DE FACTO
Pero no todos enfrentan el tema de la misma forma. Como un acto verdaderamente despreciable califica Juan Carlos Fau lo que hacen los ladrones por encargo. Cuando descubre robando a alguno en el interior de su librería, toma la justicia en sus manos y "con patadas y palos" defiende su local. "Es la parte más fea del negocio, siendo una pega muy grosa, muy rica, en la que conoces a mucha gente y aprendes algo todos los días. El robo, en cambio, te desmotiva, te hace repensar a veces la continuidad del giro", confiesa Fau.
Distinto es cuando encuentra a cuatro o seis delincuentes sustrayendo textos. Ellos actúan en bandas y son tipos peligrosos. "En ese caso acudimos a la policía, que los identifica fácilmente hasta por sus sobrenombres. La recomendación de Carabineros es que si sabes que te están robando, los llames", cuenta el propietario de Qué Leo.
A semejanza de lo que ocurre en algunas multitiendas, la mayoría de los dueños y encargados de librerías está comenzando a emprender acciones legales contra los ladrones. Uno de los motivos para este cambio de actitud es que la mercadería ya no se confisca, como se hacía en el pasado. Los libros son devueltos a sus dueños en el momento en que llega la policía después de un acto de reconocimiento.
Como sea, los libreros asumen que el hurto de libros nunca podrá frenarse por completo. Ni siquiera en países con un nivel de vida mucho más alto que el nuestro. Hace poco, un rápido sondeo hecho por el New York Times Books Review entre libreros norteamericanos, revelaba que los libros del japonés Haruki Murakami eran algunos de los más robados. ¿El perfil típico del ladrón? Estudiantes. O sea, la combinación habitual: muchas ganas de leer y poco dinero en el bolsillo.
RANKING DE LOS LIBROS MÁS ROBADOS
LOS DETECTIVES SALVAJESRoberto Bolaño, $14.700.
El diario de García Madero familiariza al lector con los fundadores del realvisceralismo en México. De paso, nos revela cuáles son los botines predilectos que sustrae de las librerías del D.F. : Poemarios de Roque Dalton, Enrique Lihn, Amado Nervo, Alberto Girri, Kenneth Fearing...
2666
Roberto Bolaño, $28.800.
Esta obra póstuma de Bolaño, de más de mil páginas, se considera su testamento literario. A pesar del tamaño, los ladrones más jóvenes, se las ingenian para disimular entre las ropas sueltas el objeto oculto de su deseo.
EL CÓDIGO DA VINCI
Dan Brown, $14.640.
Confabulaciones y simbologías esotéricas se dan la mano en el intrincado argumento de esta novela, pirateada hasta la saciedad. El libro le roba su tiempo al deshonesto lector, después que éste se ha robado el libro. Justo castigo. El que roba a ladrón tiene cien años de perdón.
INÉS DEL ALMA MÍAIsabel Allende, $9.900.
Inés Suárez se embarca a América en busca de su marido. Al llegar, descubre que murió. Conoce a Pedro de Valdivia. y nace un romance que sobrevivió a guerras, batallas y muertes. Una novela que le ha robado el corazón a miles de lectores.
ÁLGEBRA DE BALDOR
Aurelio Baldor, $22.960.
Una Biblia para los estudiantes de matemáticas. A muchos escolares, Al-Jwarizmi, el árabe con turbante que sale en la portada, les causa más miedo que Bin Laden y Al Qaeda, lo que es toda una injusticia si consideramos que esa cultura realizó aportes fundamentales para el progreso de la humanidad.
ATLAS DE ANATOMÍA
Frank H. Netter, $140.000.
El precio del libro explica por qué el cuerpo humano se puede transformar en el cuerpo del delito.
El retrolink.