Ni con un puntero láser, es horrorosa y repelente.
EJH de los Phestivales.
Re: EJH de los Phestivales.
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Re: EJH de los Phestivales.
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Re: EJH de los Phestivales.
Primer cartelaco que me llama para 2025:
https://azkenarockfestival.com/
Olor a noventerismo a muerte, pero BIEN, coño, BIEN. Azkena como siempre, padreando.
https://azkenarockfestival.com/
Olor a noventerismo a muerte, pero BIEN, coño, BIEN. Azkena como siempre, padreando.
Dunkis dijo:
Criadillas es un hombre triste de derechas, quién lo iba a decir.
Criadillas es un hombre triste de derechas, quién lo iba a decir.
Re: EJH de los Phestivales.
Kaotiko mola.Criadillas escribió: ↑14 Nov 2024 13:32 Primer cartelaco que me llama para 2025:
https://azkenarockfestival.com/
Olor a noventerismo a muerte, pero BIEN, coño, BIEN. Azkena como siempre, padreando.
La fusión del conceptismo y el culteranismo tecleó:
Anda y que den por el culo con la mierda diarrética esa que blasfemas por tu orificio vocal.
Re: EJH de los Phestivales.
Justo mis colegas Barcelonianos que van cada año peregrinamente me lo acaban de compartir y me ha entrado gusanillo. Yo voy sólo los impares y el 2025 me toca.Criadillas escribió: ↑14 Nov 2024 13:32 Primer cartelaco que me llama para 2025:
https://azkenarockfestival.com/
Olor a noventerismo a muerte, pero BIEN, coño, BIEN. Azkena como siempre, padreando.
CacaDeLuxe escribió: ↑03 Ago 2021 09:53 eres un cuck wokero de los que tiene un discurso de covidiota emponzoñado grafenado bozalero aplaudidor de balcon
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Re: EJH de los Phestivales.
Si no habéis pillado entradas y sois 6, que sepáis que tienes el "bono cuadrilla", que te hacen un 6×5 en el abono. 700 lerus en total. Not bad.
Dunkis dijo:
Criadillas es un hombre triste de derechas, quién lo iba a decir.
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Re: EJH de los Phestivales.
Anoche fue el primer día de:
https://kaloramamadrid.com/
Y lady y lord Peladillas se lo pasaron bastante de puta madre pese al caloret que hizo casi todo el rato.
Esta es la segunda edición del festival en Madrid. El año pasado sorprendieron con cartel bastante potente (Prodigy, Massive Attack, Jungle, Sam Smith...) pero con una organización un pelín escasa en algunas cosas (sobre todo muuuucha cola para pedir comida y bebida: fácil te tirabas 20 minutos cada vez que querías reponer líquidos -ranciofact tm-).
Sin embargo este año, no sé si debido a las fechas, a que mucha gente se disgustó por lo anteriormente mencionado y este año ha pasado del tema, o que el cartel de anoche fue de perfil bajo (para los palurdos musicales), la cosa es que lo que yo ayer experimenté fue algo así como la mejor experiencia VIP que he tenido nunca en ningún festival.
No había ni Dios. Pese a que este año el recinto (el párking de La Caja Mágica) lo habían reducido a la mínima expresión (dos escenarios donde no hay solapes: cuando acaba un grupo empieza el otro a los 5 minutos), sería generoso si digo que ayer había siquiera un cuarto del total del público que puede haber.
Por lo tanto, todo fue maravilloso: CERO colas. ¿Querías una cerveza? Cuatro chavales estaban encantados de atenderte automáticamente. ¿Tenías sed? Los grifos habilitados con agua potable estaban vacíos y podías rellenar tu vaso o echarte agua frejquita por encima para aplacar el caloret. ¿Querías ver a tu grupo favorito en el mejor sitio? Sin problema: las primeras filas estaban a disposición de quien quisiera entrar a hacerse hueco de forma amable. Cero tensiones. ¿Tenías hambre? No solo no había colas en los puestos de comida, sino que había hueco en las mesas -en mi puta vida he comido sentado en mesa en un festival-.
Yo qué sé. Todo guay.
Y si a eso les sumas un conciertaco de Badbadnotgood (latin jazz, soul moderno y bailable), a la Jorja Smith que es bastante bestia parda:
Father John Misty, un frontman cojonudo, elegante, guapo con su traje y barbaza, estilazo para bailar y acompañado de una banda de 10:
Y también los The Flaming Lips (míticos pero a mí siempre me aburrieron aunque siempre les voy a reconocer que Do you realice es una canción preciosa a todos los niveles) y Alizz al cual he visto ya 5 veces en los últimos 6 años, y respeto muchísimo como productor pero me parece flojo en directo . Eso sí: siempre disfruto muchísimo cuando cierra con:
En fin. Un día cojonudo.
Esta noche vienen tres bicharracos: Pet shop boys, Azealia Banks (ganazas de ver si la lía, porque está piradísima) y la vuelta de los Scissor Sisters después de varios años retirados/puliéndose los millones.
Hoy se va a poner bastante hasta las trancas, pero que nos quiten lo bailao.
Ah: LAMENTAPLA el nivel de alcoholes, eso sí. El único ron que tenían era Capitán Morgan, el único whiskey Johnnie Walker y el único vodka Smirnoff (al menos). Mal mal fatal. De cervezas el pis de Heineken y al menos por un euro más Águila sin filtrar. Por ahí me salvaron.
Ojalá me equivoque, pero es imposible que ayer ganasen pasta. Creo que este es el último Kalorama de Madrid, al menos en varios años.
https://kaloramamadrid.com/
Y lady y lord Peladillas se lo pasaron bastante de puta madre pese al caloret que hizo casi todo el rato.
Esta es la segunda edición del festival en Madrid. El año pasado sorprendieron con cartel bastante potente (Prodigy, Massive Attack, Jungle, Sam Smith...) pero con una organización un pelín escasa en algunas cosas (sobre todo muuuucha cola para pedir comida y bebida: fácil te tirabas 20 minutos cada vez que querías reponer líquidos -ranciofact tm-).
Sin embargo este año, no sé si debido a las fechas, a que mucha gente se disgustó por lo anteriormente mencionado y este año ha pasado del tema, o que el cartel de anoche fue de perfil bajo (para los palurdos musicales), la cosa es que lo que yo ayer experimenté fue algo así como la mejor experiencia VIP que he tenido nunca en ningún festival.
No había ni Dios. Pese a que este año el recinto (el párking de La Caja Mágica) lo habían reducido a la mínima expresión (dos escenarios donde no hay solapes: cuando acaba un grupo empieza el otro a los 5 minutos), sería generoso si digo que ayer había siquiera un cuarto del total del público que puede haber.
Por lo tanto, todo fue maravilloso: CERO colas. ¿Querías una cerveza? Cuatro chavales estaban encantados de atenderte automáticamente. ¿Tenías sed? Los grifos habilitados con agua potable estaban vacíos y podías rellenar tu vaso o echarte agua frejquita por encima para aplacar el caloret. ¿Querías ver a tu grupo favorito en el mejor sitio? Sin problema: las primeras filas estaban a disposición de quien quisiera entrar a hacerse hueco de forma amable. Cero tensiones. ¿Tenías hambre? No solo no había colas en los puestos de comida, sino que había hueco en las mesas -en mi puta vida he comido sentado en mesa en un festival-.
Yo qué sé. Todo guay.
Y si a eso les sumas un conciertaco de Badbadnotgood (latin jazz, soul moderno y bailable), a la Jorja Smith que es bastante bestia parda:
Father John Misty, un frontman cojonudo, elegante, guapo con su traje y barbaza, estilazo para bailar y acompañado de una banda de 10:
Y también los The Flaming Lips (míticos pero a mí siempre me aburrieron aunque siempre les voy a reconocer que Do you realice es una canción preciosa a todos los niveles) y Alizz al cual he visto ya 5 veces en los últimos 6 años, y respeto muchísimo como productor pero me parece flojo en directo . Eso sí: siempre disfruto muchísimo cuando cierra con:
En fin. Un día cojonudo.
Esta noche vienen tres bicharracos: Pet shop boys, Azealia Banks (ganazas de ver si la lía, porque está piradísima) y la vuelta de los Scissor Sisters después de varios años retirados/puliéndose los millones.
Hoy se va a poner bastante hasta las trancas, pero que nos quiten lo bailao.
Ah: LAMENTAPLA el nivel de alcoholes, eso sí. El único ron que tenían era Capitán Morgan, el único whiskey Johnnie Walker y el único vodka Smirnoff (al menos). Mal mal fatal. De cervezas el pis de Heineken y al menos por un euro más Águila sin filtrar. Por ahí me salvaron.
Ojalá me equivoque, pero es imposible que ayer ganasen pasta. Creo que este es el último Kalorama de Madrid, al menos en varios años.
Dunkis dijo:
Criadillas es un hombre triste de derechas, quién lo iba a decir.
Criadillas es un hombre triste de derechas, quién lo iba a decir.
Re: EJH de los Phestivales.
Todavía me estoy recuperando pero creo que ya estoy en condiciones de hablar del Azkena Rock Festival 2025.
Si tenéis algo de memoria os acordaréis que ya fui hace un par de años. En realidad es la séptima vez que voy desde que lo descubrí allá por el 2012. Me encontraba aquel entonces en un conciertillo en la sala Salamandra de L'Hospitalet cuando mis ojos se cruzaron con un flyer que anunciaba en mayúsculas mis iniciales, ARF, que coincidían con las del festival con uno de los mejores carteles que, a mi juicio, ha tenido en su historia. Desde entonces, pasar un fin de semana al año de pintxos, birras y Rock And Roll en Vitoria se ha convertido en una tradición tan recurrente en mi grupo de amigos que algunos de ellos no ha dejado de ir ni un solo año salvando el pandémico.
Este año el cartel era, a priori, flojillo aunque es uno de los que mejor me lo he pasado, que más conciertos he visto, que más he bailado y que más horas de pie he logrado aguantar a costa de reducir un par de lustros mi esperanza de vida.
DÍA 1
Para honrar el espíritu nostálgico de la movida, fuimos en tren. Un error de cálculo nos hizo coger el trayecto que no era directo lo que nos hizo congraciarnos con el vagón restorán y pechoespaldarnos un par de Estrellas de Galicia antes del mediodía. Hay algo particularmente carismático en la desidia y la desestructura ósea que caracteriza a los barmans de tren que nos hizo cogerle cariño inmediatamente. Él a nosotros no, claro.
Aterrizamos en Vitoria, con la justicia solar martillándonos las sienes, el jueves a las dos del mediodía, hora perfecta para estrenarnos el estómago con sendas cañas y un par de pinchos de tortilla de patata rellena (una con txaka y la otra con chorizo). Con el alma en sintonía con el universo nos dirigimos hacia la pensión con parada obligada en la plaza de la Virgen Blanca a por unas cañas más y un pincho de bonito con tomate. Y unos txacolís con unas gildas. Y entonces llegaron otros amigos que habían venido en coche y claro, otro par de cañas y unas txistorras...
Llegamos enteros a Mendizabala, justo a tiempo de ver empezar el primer concierto del festi.
Salieron los Buzzcocks al escenario y estaban mayores. Al cantante (al que luego vimos en un par de ocasiones toñándose por la ciudad) se le ha puesto voz de yayo y cuando trataba hacer aspavientos daba un poco de vergüencita señor Burns disfrazándose de jovenzuelo. El resto del grupo se desenvolvía artrítico sin acabar de conectar con nadie ni de provocar ninguna emoción. Nos aburrimos un poco y nos fuimos a la barra a pagar setenta millones de euros por un dedal de cerveza infecta (La Salve, qué poca gracia tiene, suputamulder).
De lejos escuchamos a un tal Quique González que tiene que ser sobrino de alguien porque no entiendo qué cojones hacía allí. Pop-rock moñas baladero sin ningún interés.
En vez de ir a ver a Melisa Etheright que nos daba un poco de pereza nos comimos unos cachos de pizza bastante cartonosos en la desoladora zona de comida del festi que sintonizaba con el área cochambrosa de merchandising, precios desorbitados para una oferta un poco pobre.
Y tras un principio un poco descorazonador llegó el que para mí fue uno de los conciertos de este año: The Damned. Toda la vejez que no supieron canalizar los Buzzcocks estos yayos cabronazos la gestionaron con carisma, potencia y diversión. Impresionantes. Más rock que punk, derrochazo del Captain Sensible sacándose su enorme chorra de 70 tacos.
Soy malísimo en esto de la crónica musical, la verdad, disculpadme la torpeza, espero poder compensarla con la gastronómica.
Vimos empezar sin emocionarnos demasiado a los Dinosaur Jr. aunque nos comentan que fue un buen bolo, pero nosotros queríamos ver a los siguientes.
Los siguientes: Sin muchos remilgos nos metimos en el calorazo sudoroso que supone la carpa del Trashville tan a petar que hubo que apretarse entre pantanos de sudor jevits (no tan jevits este año, igualmente apestosos) para ver un rato del espectáculo esperpéntico y divertidísimo de la banda con mejor nombre del momento: Wau y los Arrrggghs. Bolazo de punk garaje feísta ultrasexualizado pero muy potente y divertido, con un frontman demencial (y una teclista ultracarismática a la que no pude dejar de admirar sus atributos extramusicales que estimularon profundamente mi interés entre otros cuerpos cavernosos).
Acabamos la primera jornada con el bajista de los Stray Cats, Lee Rocker, haciendo gala de elegancia y clasicismo, dando lecciones de Rock And Roll.
DíA 2
Nueve de la mañana, cafelico, zumo de naranja y pintxo de tortilla.
Descubrimos por Vitoria una frecuencia bastante elevada de personas con dificultades motrices. Mucho cojo, una cantidad ridículamente elevada de muletas y sillas de ruedas y un montonazo de peña que caminaba rarísimo, o yonkis tambaleantes. Durante todo el fin de semana nuestra observación se fue confirmando cada vez más. Me pregunto si habrá un loby de ortopedistas operando en la sombra.
Luego del segundo desayuno nos deambulamos por el barrio en busca del tercero, hasta dar con uno de los bares de nuestra vida, el Sokoa, reformado hace algunos años convirtiéndose en un bar de mismo nombre pero distintos dueños y carisma. Y ahí, caña y una cocreta de jamón.
En la acera de enfrente, zurito (hay que reducir la dosis si nos liamos a cañas a las once de la mañana no llegamos vivos a las siete de la tarde) y pintxo moruno.
Luego fuimos al mercado donde nos habían recomendado un bareto rico. Ración de rabas, ración de patatas con allioli, ración de morcilla (brutales las morcillas que nos hemos bajado este año, podría dejarme inmolar por un camión cisterna de morcilla volcado en una autopista). Acompañado, claro, de unos vermús bastante ricos.
Luego volvimos a la Virgen Blanca a ver el concierto del mediodía. Aunque el calor era sofocante el concierto fue un bolaco, así que nos quedamos bajo sol con sus consecuentes viajes con frecuencia sensata a la barra a por cañas en procesión. Alguna gilda cayó por el camino porque estar al sol con el estómago vacío es malísimo. Allí nos sorprendió un tal Laurie Wright con un directazo que nadie se esperaba, rock and roll trabajadísimo y supercañero. Otro de los conciertos del festival.
Embriagados por el sol y el musicote (nada que ver con la cantidad de hectolitros que inundaban nuestras pituitarias) nos paseamos por el casco viejo donde se nos ofrecieron (a cambio de un precio módico) unas ostras con una copa de cava. El mar en nuestra boca.
Y ya, entre siestas y un par de zuritos para merendar (con sus gildas para bajar mejor), nos volvimos a plantar en las instalaciones del festival.
Reckless Kelly nos había llamado la atención en escuchas previas y nos molaron bastante con su rock sureño y sus barrigas cerveceras. Quizá les faltó un poco de alma pero compensaron con musicaza y clase.
Luego, palabras mayores. Johnny Rotten se subió al escenario con un traje tres tallas más grande (que ya es decir, el hijoputa pesa doscientos kilos) y la actitud de cagarse en todo lo cagable (desde Dios hasta los Sex Pistols) para demostrar con su Public Image Limited (PIL) que cuando el punk se convierte en mainstream a él ya no le interesa. Un sermón religioso apocalíptico y demencial, histriónico y envenenado arremetiendo contra cualquier cosa que se moviera acompañado de un rock progresivo y pesado que a veces rozaba el tecno, que no convenció a algunos pero que a mí me flipó. Increíble guitarrista enjuto, octogenario y enfermizo al que parecía que cada vez que le ponían una guitarra en las manos ésta era un par de centímetros más grande para parecer que se está encogiendo, pero con una calidad y una caña flipantes.
Ahí me escapé al único bar que hay en las inmediaciones del festival, al que bautizamos el primer año como El Bar de los Jevits, donde un bocata de tortilla de patatas totalmente desganado (desganado el bocata, yo lo di todo, que hasta le hice el amor con el pene, yo siempre me entrego a tope a la hora de un comer) y una caña a precio asequible me quitaron el mal humor durante unos minutos.
De vuelta me vi diez minutillos de Turbonegro que me parecieron bastante bien aunque tenía ganas de ver a Robert Jon & The Wrecks así que tuve que elegir y me quedé con los sureños que se cascaron un conciertazo.
Y finalmente llegamos al plato fuerte del festival. Completando el triplete sureño, John Fogerty vino a presentar Legacy. The Creedence Clearwater Years donde ha regrabado temas de la banda para celebrar que ha recuperado sus derechos. Hace unos años yo ya había visto al bueno de John en el festi en un concierto bastante memorable y emocionante. Aquí me emocioné un poco menos. Por un lado toda la producción, con gran cantidad de lucecitas y vídeos en la pantalla gigante detrás me molestaban un poco. Luego que el señor se excedió un poco con las turras, no hubo canción que no presentase agradeciéndole a su mujer que le siga lavando los gayumbos cuarenta años después. Y por último un par de maromos gilipollas que tenía al lado que se pasaron TODO EL PUTO CONCIERTO hablando. Joder vete a la barra cabrón. No les dije nada porque medían dos metros pero les miré las nucas con odio todo el rato.
Y para acabar la noche Diamond Dogs ft. Chris Spedding en un concierto homenaje a Little Richard que, a pesar de la hora y los kilómetros y las rodillas y las cervezas y la obesidad mórbida, me despertaron una segunda juventud y me dio por arrancarme a bailar como si fuera el primer concierto del festival. Luego mis colegas me recogieron con una pala.
DíA 3
Nueve de la mañana, cafelico, zumo de naranja y hamburguesita. Joder, qué rica. Lleva el pan un majao de ajo y perejil que le da un saborcico... Mañana me pido otra.
Los colegas madrugan menos. A las nueve y media llegan dos más cuando yo ya estaba para irme, así que aprovecho y redesayuno con ellos, nunca se sabe cuándo voy a volver a poder comer. Café y bocadillito de atún.
Paseíllo por el casco viejo. Zurito con pintxo de tomate rebozado a orillas de una txaranga a la que me uno con intención de sabotearla desde dentro (palmas a contratiempo, cantar Asturias Patria Querida, echarle huesos de aceituna al agujero de la trompeta). No me matan. Caña con almendritas a todas luces innecesarias.
Encuentro el lugar donde me sirven un torrezno. No es como los de Alpedrete pero su crujor y su tostor y su chorrear, acompañan a la perfección a mi vermú. Me como la aceituna y la naranja también. Mastico los hielos. Qué hambre, laputa, es que no se come nada en esta ciudad?
Llega la hora del concierto del mediodía en la Virgen Blanca. Los colegas se remolonean pidiéndose unas raciones aunque yo tengo ganas de bailoteo así que, con todo el dolor de mi fe en el Santo Gordón, me salto una de las quince comidas del día y me meto en la torraera del sol de mediodía.
Kitty, Daisy & Lewis son tres hermanos britanautas de origen indio que tocan rockabilly, country, rock, y Rythm & Blues. Musicazos. Todos lo tocan todo y todos cantan así que cada canción tiene una formación distinta un estilo distinto siendo todo coherente en su propia concepción y todo tiene una calidad cojonuda, los temas son muy guapos y me sorprendo con energías para bailar (con viajes cada diez minutos a la barra a reponer). El único pero que les pongo es que esta idea de cambiar de instrumentos en cada canción rompe un poco el ritmo, siempre hay un minuto o minuto y medio de pausa entre tema y tema. Pero aparte de eso, muy guays.
Recojo en coche escoba a los hamigos que descansan bajo una higuera (la famosísima hamiguera) y los arrastro a seguir comiendo,
Primero en un bar en lo viejo donde en la terraza un grupo de abuelos rockeros han sacado un ampli a la calle y una negra pincha los Judas Priests y a los Barón Rojo a un volumen criminal. Lugar perfecto para un pintxo de txaca y un zurito. Luego creo que ya estoy preparado para un gintonic. Llevo dos noches de festival y aún no me he emborrachado, sería raro que me fuera del Azkena sin dar pena al menos una noche. Spoiler: No lo conseguí, maldita sea me hago mayor.
Cuando la vecina llamó para quejarse de la música (como cada tarde, según parece a saber por los comentarios parroquianos) nos fuimos a un bareto jevits aledaño con bastante poco éxito de afluencia. Y sin pintxos en la barra, ¡¿pero qué estafa es ésta?!
Nos resarcimos con nuestra parada obligada cada año en El Portalón, donde unos chorizos al infierno y unas morcillas nos reconstituyeron los vacíos espirituales y nos vaciaron espiritualmente las carteras.
Algunos insensatos volvieron a la pensión a qué sé yo, lavarse los pies o algo. Otros nos tomamos un par de zuritos más, el primero con pintxo de tortilla y el segundo en un bareto que descubrimos de camino a universidades, el Perroxico que se convirtió en parada obligada para futuros azkenas, con pintxos de autor a precios muy razonables. Nos cascamos otro zurito con un huevo a baja temperatura con foie (fuá) mientras nos dirigíamos deambulantes hacia la tercera noche del festival; parada inevitable en el bar de los Jevits a tomarnos la última birra barata antes de entrar en el descalabro económico del interior.
Comenzamos con los Dead Kennedys. No hubo manera de conectar. Se me hicieron pesaos, tontorrones, con speeches interminables entre canción y canción en los que se dedicaban a señalar todo el rato lo guays que eran. Ni siquiera el inevitable Hollyday In Cambodia me hizo levantar media ceja.
Luego, como The Flamming Lips no me interesaban nada (todo lo que he escuchado me parece bastante olvidable), me metí en la sauna finlandesa del trashville donde me sorprendieron muy gratamente The Devils. Dúo. Ella lidera a la batería y cantando con una rabia y una potencia alucinantes. Él está a su servicio. Toca la guitarra y es bastante virtuoso. pero desde el primer momento dejan claro que ella es la estrella y él su siervo, su micro está para los coros y su guitarra está para complementarla. Y dan un espectáculo contundente y salvaje de sudor, sangre, sexo y rock and roll. Me acompañó un colega que no conectó pero yo me los hubiera follado a los dos ahí mismo.
Más tarde Derby Motoreta's Burrito Kachimba se nos estaban metiendo en el bolsillo con su psicodelia kinki con tributo a Triana incluído, cuando un tormentón me dio la excusa perfecta para rendirme ya. Me reuní con la compinchería en el bar de los jevits y, birra en mano, planeamos. Unos se volvieron en cuanto amainó a ver a los Hellacopters. Yo, que ya los he visto y me parecen bien sin más, decidí que podía dar por amortizada la entrada, que buenos conciertos había disfrutado ya. Me comí otro bocata, otra caña y a planchar oreja.
Epílogo. DíA 4
Nueve de la mañana, cafelico, zumo de naranja y hamburguesita. Joder, qué rica. Lleva el pan un majao de ajo y perejil que le da un saborcico... Mañana me pido o... Oh Shit. Que me voy hoy!
Llorera.
Berrinche.
Dramón.
Nuestro tren salía a las putas tres de la tarde. Tiempo ideal para una despedida de la ciudad como se merece.
- Pincho de tomate rebozado con queso ideazabal. Zurito.
- Pincho de calabacín empanado relleno de jamón y queso. Zurito.
- Bocadillito de jamón. Zurito.
- Txaca con crujiente de jamón. Vermú.
- Ración de torreznos. Caña.
Ya de camino a la estación los arrastré al Perrotxico de los huevos con foie del día anterior. Eyaculamos.
- Foccaccia con sardina y tomate.
- Brioche de cordero asado.
Caña.
Y ya, a sobarla al tren.
Tengo hambre.
Si tenéis algo de memoria os acordaréis que ya fui hace un par de años. En realidad es la séptima vez que voy desde que lo descubrí allá por el 2012. Me encontraba aquel entonces en un conciertillo en la sala Salamandra de L'Hospitalet cuando mis ojos se cruzaron con un flyer que anunciaba en mayúsculas mis iniciales, ARF, que coincidían con las del festival con uno de los mejores carteles que, a mi juicio, ha tenido en su historia. Desde entonces, pasar un fin de semana al año de pintxos, birras y Rock And Roll en Vitoria se ha convertido en una tradición tan recurrente en mi grupo de amigos que algunos de ellos no ha dejado de ir ni un solo año salvando el pandémico.
Este año el cartel era, a priori, flojillo aunque es uno de los que mejor me lo he pasado, que más conciertos he visto, que más he bailado y que más horas de pie he logrado aguantar a costa de reducir un par de lustros mi esperanza de vida.
DÍA 1
Para honrar el espíritu nostálgico de la movida, fuimos en tren. Un error de cálculo nos hizo coger el trayecto que no era directo lo que nos hizo congraciarnos con el vagón restorán y pechoespaldarnos un par de Estrellas de Galicia antes del mediodía. Hay algo particularmente carismático en la desidia y la desestructura ósea que caracteriza a los barmans de tren que nos hizo cogerle cariño inmediatamente. Él a nosotros no, claro.
Aterrizamos en Vitoria, con la justicia solar martillándonos las sienes, el jueves a las dos del mediodía, hora perfecta para estrenarnos el estómago con sendas cañas y un par de pinchos de tortilla de patata rellena (una con txaka y la otra con chorizo). Con el alma en sintonía con el universo nos dirigimos hacia la pensión con parada obligada en la plaza de la Virgen Blanca a por unas cañas más y un pincho de bonito con tomate. Y unos txacolís con unas gildas. Y entonces llegaron otros amigos que habían venido en coche y claro, otro par de cañas y unas txistorras...
Llegamos enteros a Mendizabala, justo a tiempo de ver empezar el primer concierto del festi.
Salieron los Buzzcocks al escenario y estaban mayores. Al cantante (al que luego vimos en un par de ocasiones toñándose por la ciudad) se le ha puesto voz de yayo y cuando trataba hacer aspavientos daba un poco de vergüencita señor Burns disfrazándose de jovenzuelo. El resto del grupo se desenvolvía artrítico sin acabar de conectar con nadie ni de provocar ninguna emoción. Nos aburrimos un poco y nos fuimos a la barra a pagar setenta millones de euros por un dedal de cerveza infecta (La Salve, qué poca gracia tiene, suputamulder).
De lejos escuchamos a un tal Quique González que tiene que ser sobrino de alguien porque no entiendo qué cojones hacía allí. Pop-rock moñas baladero sin ningún interés.
En vez de ir a ver a Melisa Etheright que nos daba un poco de pereza nos comimos unos cachos de pizza bastante cartonosos en la desoladora zona de comida del festi que sintonizaba con el área cochambrosa de merchandising, precios desorbitados para una oferta un poco pobre.
Y tras un principio un poco descorazonador llegó el que para mí fue uno de los conciertos de este año: The Damned. Toda la vejez que no supieron canalizar los Buzzcocks estos yayos cabronazos la gestionaron con carisma, potencia y diversión. Impresionantes. Más rock que punk, derrochazo del Captain Sensible sacándose su enorme chorra de 70 tacos.
Soy malísimo en esto de la crónica musical, la verdad, disculpadme la torpeza, espero poder compensarla con la gastronómica.
Vimos empezar sin emocionarnos demasiado a los Dinosaur Jr. aunque nos comentan que fue un buen bolo, pero nosotros queríamos ver a los siguientes.
Los siguientes: Sin muchos remilgos nos metimos en el calorazo sudoroso que supone la carpa del Trashville tan a petar que hubo que apretarse entre pantanos de sudor jevits (no tan jevits este año, igualmente apestosos) para ver un rato del espectáculo esperpéntico y divertidísimo de la banda con mejor nombre del momento: Wau y los Arrrggghs. Bolazo de punk garaje feísta ultrasexualizado pero muy potente y divertido, con un frontman demencial (y una teclista ultracarismática a la que no pude dejar de admirar sus atributos extramusicales que estimularon profundamente mi interés entre otros cuerpos cavernosos).
Acabamos la primera jornada con el bajista de los Stray Cats, Lee Rocker, haciendo gala de elegancia y clasicismo, dando lecciones de Rock And Roll.
DíA 2
Nueve de la mañana, cafelico, zumo de naranja y pintxo de tortilla.
Descubrimos por Vitoria una frecuencia bastante elevada de personas con dificultades motrices. Mucho cojo, una cantidad ridículamente elevada de muletas y sillas de ruedas y un montonazo de peña que caminaba rarísimo, o yonkis tambaleantes. Durante todo el fin de semana nuestra observación se fue confirmando cada vez más. Me pregunto si habrá un loby de ortopedistas operando en la sombra.
Luego del segundo desayuno nos deambulamos por el barrio en busca del tercero, hasta dar con uno de los bares de nuestra vida, el Sokoa, reformado hace algunos años convirtiéndose en un bar de mismo nombre pero distintos dueños y carisma. Y ahí, caña y una cocreta de jamón.
En la acera de enfrente, zurito (hay que reducir la dosis si nos liamos a cañas a las once de la mañana no llegamos vivos a las siete de la tarde) y pintxo moruno.
Luego fuimos al mercado donde nos habían recomendado un bareto rico. Ración de rabas, ración de patatas con allioli, ración de morcilla (brutales las morcillas que nos hemos bajado este año, podría dejarme inmolar por un camión cisterna de morcilla volcado en una autopista). Acompañado, claro, de unos vermús bastante ricos.
Luego volvimos a la Virgen Blanca a ver el concierto del mediodía. Aunque el calor era sofocante el concierto fue un bolaco, así que nos quedamos bajo sol con sus consecuentes viajes con frecuencia sensata a la barra a por cañas en procesión. Alguna gilda cayó por el camino porque estar al sol con el estómago vacío es malísimo. Allí nos sorprendió un tal Laurie Wright con un directazo que nadie se esperaba, rock and roll trabajadísimo y supercañero. Otro de los conciertos del festival.
Embriagados por el sol y el musicote (nada que ver con la cantidad de hectolitros que inundaban nuestras pituitarias) nos paseamos por el casco viejo donde se nos ofrecieron (a cambio de un precio módico) unas ostras con una copa de cava. El mar en nuestra boca.
Y ya, entre siestas y un par de zuritos para merendar (con sus gildas para bajar mejor), nos volvimos a plantar en las instalaciones del festival.
Reckless Kelly nos había llamado la atención en escuchas previas y nos molaron bastante con su rock sureño y sus barrigas cerveceras. Quizá les faltó un poco de alma pero compensaron con musicaza y clase.
Luego, palabras mayores. Johnny Rotten se subió al escenario con un traje tres tallas más grande (que ya es decir, el hijoputa pesa doscientos kilos) y la actitud de cagarse en todo lo cagable (desde Dios hasta los Sex Pistols) para demostrar con su Public Image Limited (PIL) que cuando el punk se convierte en mainstream a él ya no le interesa. Un sermón religioso apocalíptico y demencial, histriónico y envenenado arremetiendo contra cualquier cosa que se moviera acompañado de un rock progresivo y pesado que a veces rozaba el tecno, que no convenció a algunos pero que a mí me flipó. Increíble guitarrista enjuto, octogenario y enfermizo al que parecía que cada vez que le ponían una guitarra en las manos ésta era un par de centímetros más grande para parecer que se está encogiendo, pero con una calidad y una caña flipantes.
Ahí me escapé al único bar que hay en las inmediaciones del festival, al que bautizamos el primer año como El Bar de los Jevits, donde un bocata de tortilla de patatas totalmente desganado (desganado el bocata, yo lo di todo, que hasta le hice el amor con el pene, yo siempre me entrego a tope a la hora de un comer) y una caña a precio asequible me quitaron el mal humor durante unos minutos.
De vuelta me vi diez minutillos de Turbonegro que me parecieron bastante bien aunque tenía ganas de ver a Robert Jon & The Wrecks así que tuve que elegir y me quedé con los sureños que se cascaron un conciertazo.
Y finalmente llegamos al plato fuerte del festival. Completando el triplete sureño, John Fogerty vino a presentar Legacy. The Creedence Clearwater Years donde ha regrabado temas de la banda para celebrar que ha recuperado sus derechos. Hace unos años yo ya había visto al bueno de John en el festi en un concierto bastante memorable y emocionante. Aquí me emocioné un poco menos. Por un lado toda la producción, con gran cantidad de lucecitas y vídeos en la pantalla gigante detrás me molestaban un poco. Luego que el señor se excedió un poco con las turras, no hubo canción que no presentase agradeciéndole a su mujer que le siga lavando los gayumbos cuarenta años después. Y por último un par de maromos gilipollas que tenía al lado que se pasaron TODO EL PUTO CONCIERTO hablando. Joder vete a la barra cabrón. No les dije nada porque medían dos metros pero les miré las nucas con odio todo el rato.
Y para acabar la noche Diamond Dogs ft. Chris Spedding en un concierto homenaje a Little Richard que, a pesar de la hora y los kilómetros y las rodillas y las cervezas y la obesidad mórbida, me despertaron una segunda juventud y me dio por arrancarme a bailar como si fuera el primer concierto del festival. Luego mis colegas me recogieron con una pala.
DíA 3
Nueve de la mañana, cafelico, zumo de naranja y hamburguesita. Joder, qué rica. Lleva el pan un majao de ajo y perejil que le da un saborcico... Mañana me pido otra.
Los colegas madrugan menos. A las nueve y media llegan dos más cuando yo ya estaba para irme, así que aprovecho y redesayuno con ellos, nunca se sabe cuándo voy a volver a poder comer. Café y bocadillito de atún.
Paseíllo por el casco viejo. Zurito con pintxo de tomate rebozado a orillas de una txaranga a la que me uno con intención de sabotearla desde dentro (palmas a contratiempo, cantar Asturias Patria Querida, echarle huesos de aceituna al agujero de la trompeta). No me matan. Caña con almendritas a todas luces innecesarias.
Encuentro el lugar donde me sirven un torrezno. No es como los de Alpedrete pero su crujor y su tostor y su chorrear, acompañan a la perfección a mi vermú. Me como la aceituna y la naranja también. Mastico los hielos. Qué hambre, laputa, es que no se come nada en esta ciudad?
Llega la hora del concierto del mediodía en la Virgen Blanca. Los colegas se remolonean pidiéndose unas raciones aunque yo tengo ganas de bailoteo así que, con todo el dolor de mi fe en el Santo Gordón, me salto una de las quince comidas del día y me meto en la torraera del sol de mediodía.
Kitty, Daisy & Lewis son tres hermanos britanautas de origen indio que tocan rockabilly, country, rock, y Rythm & Blues. Musicazos. Todos lo tocan todo y todos cantan así que cada canción tiene una formación distinta un estilo distinto siendo todo coherente en su propia concepción y todo tiene una calidad cojonuda, los temas son muy guapos y me sorprendo con energías para bailar (con viajes cada diez minutos a la barra a reponer). El único pero que les pongo es que esta idea de cambiar de instrumentos en cada canción rompe un poco el ritmo, siempre hay un minuto o minuto y medio de pausa entre tema y tema. Pero aparte de eso, muy guays.
Recojo en coche escoba a los hamigos que descansan bajo una higuera (la famosísima hamiguera) y los arrastro a seguir comiendo,
Primero en un bar en lo viejo donde en la terraza un grupo de abuelos rockeros han sacado un ampli a la calle y una negra pincha los Judas Priests y a los Barón Rojo a un volumen criminal. Lugar perfecto para un pintxo de txaca y un zurito. Luego creo que ya estoy preparado para un gintonic. Llevo dos noches de festival y aún no me he emborrachado, sería raro que me fuera del Azkena sin dar pena al menos una noche. Spoiler: No lo conseguí, maldita sea me hago mayor.
Cuando la vecina llamó para quejarse de la música (como cada tarde, según parece a saber por los comentarios parroquianos) nos fuimos a un bareto jevits aledaño con bastante poco éxito de afluencia. Y sin pintxos en la barra, ¡¿pero qué estafa es ésta?!
Nos resarcimos con nuestra parada obligada cada año en El Portalón, donde unos chorizos al infierno y unas morcillas nos reconstituyeron los vacíos espirituales y nos vaciaron espiritualmente las carteras.
Algunos insensatos volvieron a la pensión a qué sé yo, lavarse los pies o algo. Otros nos tomamos un par de zuritos más, el primero con pintxo de tortilla y el segundo en un bareto que descubrimos de camino a universidades, el Perroxico que se convirtió en parada obligada para futuros azkenas, con pintxos de autor a precios muy razonables. Nos cascamos otro zurito con un huevo a baja temperatura con foie (fuá) mientras nos dirigíamos deambulantes hacia la tercera noche del festival; parada inevitable en el bar de los Jevits a tomarnos la última birra barata antes de entrar en el descalabro económico del interior.
Comenzamos con los Dead Kennedys. No hubo manera de conectar. Se me hicieron pesaos, tontorrones, con speeches interminables entre canción y canción en los que se dedicaban a señalar todo el rato lo guays que eran. Ni siquiera el inevitable Hollyday In Cambodia me hizo levantar media ceja.
Luego, como The Flamming Lips no me interesaban nada (todo lo que he escuchado me parece bastante olvidable), me metí en la sauna finlandesa del trashville donde me sorprendieron muy gratamente The Devils. Dúo. Ella lidera a la batería y cantando con una rabia y una potencia alucinantes. Él está a su servicio. Toca la guitarra y es bastante virtuoso. pero desde el primer momento dejan claro que ella es la estrella y él su siervo, su micro está para los coros y su guitarra está para complementarla. Y dan un espectáculo contundente y salvaje de sudor, sangre, sexo y rock and roll. Me acompañó un colega que no conectó pero yo me los hubiera follado a los dos ahí mismo.
Más tarde Derby Motoreta's Burrito Kachimba se nos estaban metiendo en el bolsillo con su psicodelia kinki con tributo a Triana incluído, cuando un tormentón me dio la excusa perfecta para rendirme ya. Me reuní con la compinchería en el bar de los jevits y, birra en mano, planeamos. Unos se volvieron en cuanto amainó a ver a los Hellacopters. Yo, que ya los he visto y me parecen bien sin más, decidí que podía dar por amortizada la entrada, que buenos conciertos había disfrutado ya. Me comí otro bocata, otra caña y a planchar oreja.
Epílogo. DíA 4
Nueve de la mañana, cafelico, zumo de naranja y hamburguesita. Joder, qué rica. Lleva el pan un majao de ajo y perejil que le da un saborcico... Mañana me pido o... Oh Shit. Que me voy hoy!
Llorera.
Berrinche.
Dramón.
Nuestro tren salía a las putas tres de la tarde. Tiempo ideal para una despedida de la ciudad como se merece.
- Pincho de tomate rebozado con queso ideazabal. Zurito.
- Pincho de calabacín empanado relleno de jamón y queso. Zurito.
- Bocadillito de jamón. Zurito.
- Txaca con crujiente de jamón. Vermú.
- Ración de torreznos. Caña.
Ya de camino a la estación los arrastré al Perrotxico de los huevos con foie del día anterior. Eyaculamos.
- Foccaccia con sardina y tomate.
- Brioche de cordero asado.
Caña.
Y ya, a sobarla al tren.
Tengo hambre.
CacaDeLuxe escribió: ↑03 Ago 2021 09:53 eres un cuck wokero de los que tiene un discurso de covidiota emponzoñado grafenado bozalero aplaudidor de balcon
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Re: EJH de los Phestivales.
Crónica digna de Rockdeluxe.
Qué coño: mil veces mejor, más divertida y seguro que certera.
Qué penica lo de los Buzzcocks. Everybody`s happy nowadays es sin duda una de mis 100 canciones favoritas de todos los tiempos y me encantaría escucharla en directo alguna vez. Qué mal que hayan pegado el viejazo.
Yo a los Turbonegro los vi en 2005 y son muy divertidos en directo, pero la verdad es que su repertorio en general no me dice mucho.
Y The flamming lips... pues le ponen ganas, ponen mucha parafernalia (globos, cañones de confeti, audiovisuales, moñecos gigantes.... pero su música es la que es. Para poperos pollaviejas.
Tengo que ir al Azkena un año (y acoplarme a vosotros, que sois sin duda gente de buen vivir).
Qué coño: mil veces mejor, más divertida y seguro que certera.
Qué penica lo de los Buzzcocks. Everybody`s happy nowadays es sin duda una de mis 100 canciones favoritas de todos los tiempos y me encantaría escucharla en directo alguna vez. Qué mal que hayan pegado el viejazo.
Yo a los Turbonegro los vi en 2005 y son muy divertidos en directo, pero la verdad es que su repertorio en general no me dice mucho.
Y The flamming lips... pues le ponen ganas, ponen mucha parafernalia (globos, cañones de confeti, audiovisuales, moñecos gigantes.... pero su música es la que es. Para poperos pollaviejas.
Tengo que ir al Azkena un año (y acoplarme a vosotros, que sois sin duda gente de buen vivir).
Dunkis dijo:
Criadillas es un hombre triste de derechas, quién lo iba a decir.
Criadillas es un hombre triste de derechas, quién lo iba a decir.
- Dolordebarriga
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Re: EJH de los Phestivales.
Grandes crónicas, no iría a estas alturas a un festí ni que me pagaran pero me he divertido un montón leyéndoos las vuestras y sé que vosotros lo habréis pasado fenomenal. De eso se trata, de pasarlo bien sin joder a nadie, salvo a la vecina quejica, en esta vida corta que nos toca vivir.
POR DESGRACIA YA SE ME PASÓ LA INDIGNACIÓN. DE UN TIEMPO A ESTA PARTE TODO ME VALE VERGA. MAL, TODO MAL.