Poniéndonos en la antítesis de las figuras políticas con inutilidad mediática comprobada, ahora que lo veo entrevistado en Cuatro lo digo: Felipe González sigue siendo el animal político más impresionante que haya parido madre por estas veredas.
Independientemente de su fondo o ideología política, me refiero a su aplomo y presencia, a su facilidad de palabra, a su capacidad para no evadir ningún tema, pero también a la de engatusar al oyente cuando realmente sí está escurriendo el bulto.
El hijodeputa sigue guardando intacto su carisma ante las cámaras, aunque algunos no le podamos perdonar excesos formas y decisiones que empañaron su gobierno, pero era como un metértela doblada pero desde el cariño y las torticeras habilidades de un buhonero venido a menos. Que es que parece un comercial vendiéndote el coche que no necesitas, pero desde una legitimidad moral difuminada por el humo de un bellísimo fuego fatuo.
Desde el otro bando, tíos con habilidad innata para mantener una imágen y discurso, de esos que mandarías a un debate como primera opción, yo me quedaría con Gallardón (el inefable) o De Arístegui, otrora máxima autoridad en la sombra del PP en política exterior.
Está claro que en un político además de el fondo nos quedamos con las formas, con su habilidad como animal político para mover hilos y negocios y llegar al puerto que ellos querían (ideas claras, cojones) pero también por su capacidad para seducir, para hacerte pensar que este tío sí es diferente a la otra chusma, aunque tras el flamante envoltorio fuese mucho mejor el guiñapo humano que sólo se atreve a balbucear.
Pues bien, en esa faceta de puesta en escena, el puto Felipe creo que sigue siendo el number one, mal que le pese a la dieta mediterránea.
Y no querría dejar este hilo sin un recordatorio para José Luís Corcuera, ese hombre
