Sr. Tonetti:
Voy a proceder a comentar algunas de sus intervenciones que, a mi parecer, parecen indicar que no entíende usted de lo que estoy hablando (en realidad, podría comentarlas todas, pero bueno):
En mi opinión la ética no es una creación humana sería más bien ese conjunto de verdades universales que tu niegas
Así que la ética no es una creación humana... magnífico. Esa es la definición más perfecta de religión que esperaba hallar en este post.
Si la ética no la creó el ser humano, ¿quién la creó? ¿existe desde los inicios del universo, y, como las leyes físicas, emerge de la propia naturaleza física de ese universo? ¿hubo principios éticos en el informe magma cósmico del que surgieron las estrellas y los planetas?
en cierto modo si que tiene en ocasiones el mismo fundamento que puede tener una religión.
"En cierto modo" no.
Sácate la venda de los ojos, si puedes, y contémplate a ti mismo como lo que eres: un individuo animal, resultado de un -recordémoslo- inacabado proceso de evolución biológica, surgido de la interacción entre elementos químicos de la superficie de un planeta ferroso que gira en torno a una de los cientos miles de estrellas de una de los billones de galaxias que pueblan el universo.
Y ahora trata de explicar por qué tus preocupaciones y las de tus congéneres tienen carácter universal y deberían aplicarse allende los límites de la pequeña piedra redonda sobre la cual vives.
En mi opinión hay una serie de valores eticos o morales que son universales, ideológicamente estoy más cercano a ese nihilismo que recubre sus ideas pero hay que tener en cuenta que el mayor error del relativismo en mi opinión es que acaba negando categoricamente como usted hace la posibilidad del significado único y eso se convierte en una aporía o paradoja.
En lo que yo he dicho no hay nada de relativismo. Me limito a señalar que la justificación última de la ética y de la religión son la misma: es decir, ninguna. Digo "justificación última", y no niego que haya justificaciones que
únicamente pueden aplicarse al reducido nivel de análisis de una especie animal gregaria: la nuestra.
Es decir, afirmar que no existen dichas verdades universales es construir un sistema filosófico sobre una verdad universal que consiste en la negación de la existencia de verdades universales.
Enésimo error.
Yo no he negado la existencia de principios universales. Yo he dicho que existen muy pocos principios universales, que como dice Prez podrían no serlo, pero nuestra limitada ciencia nos indica que sí lo son. Y los pocos principios que podemos tratar de respaldar -desde nuestra limitación como observadores- son ciertos principios físicos, que, nuevamente de acuerdo con Prez, podrían dejar de funcionar mañana.
Esos principios universales que sí admito o podría admitir, son precisamente aquellos que se cumplen
exista o no el ser humano, y eso no podemos decirlo de la ética precisamente.
Podríamos decir que esa serie de verdades estan principalmente ligadas al concepto de justicia mientras que las religiones o las verdades religiosas estan más ligadas al concepto de miedo.
Falso. Los principios éticos, en primer lugar, derivan directamente de los religiosos. Es Historia, y ha ocurrido así en todas las culturas de la Tierra.
En segundo lugar, la ética se basa en el miedo, al igual que la religión. Lo que fundamenta la ética es el instinto de supervivencia, en sus dos vertientes: individual y gregaria. Si el ser humano no es absolutamente egoísta siempre, se debe únicamente a que es un animal genéticamente constituido para vivir en grupo. Existen el instinto maternal, la conciencia de pertenencia al grupo, etc. Es decir, instintos propios de mamíferos superiores gregarios.
Cuando el ser humano se volvió autoconsciente y "libre", al cómodo determinismo de la conducta instintiva le siguió la confusión de una hiperdesarrollada psique que interfería en sus instintos. Ese proceso de "abandono" de la conducta natural se refleja en mitos existentes en muchas culturas: la pérdida del Paraíso. De hecho, el Génesis bíblico, mito anterior en muchos milenios al cristianismo e incluso al judaísmo, es una explicación mítica de la diferencia entre el hombre y el resto de animales. Al igual que, por ejemplo, el mito de Prometeo, que roba el fuego de los dioses.
Adán muerde la manzana prohibida, Prometeo roba el fuego prohibido...y son castigados por ello. Multitud de mitos similares hablan del "castigo" que sufre el hombre debido a su pérdida de la "inocencia animal": no poder vivir en paz ni felizmente inconsciente de cuanto le rodea como todos los demás animales, que sí permanecieron integrados en la naturaleza y a los que el hombre envidia, pues añora su verdadero hogar: el instinto.
La angustia existencial provocada por esto, por la conciencia de su propia mortalidad, y por las dudas surgidas en torno a su modo de vida, empujaron al ser humano a crear "normas" que sustituyesen a ley del instinto.
Un lobo o un orangután actúan por instinto y atacan cuando necesitan atacar, y rehúyen la lucha cuando necesitan hacerlo.
El hombre, sin embargo, y debido a su inteligencia, duda. ¿Debe atacar? ¿debe rehuir la lucha? Vivir en la inceridumbre es muy angustioso para el individuo humano. Por ello, trata continuamente de establecer normas que le digan, por ejemplo, cuándo atacar y cuándo no. El problema es que a veces su instinto le pide atacar, y no lo hace por no quebrantar las normas, o viceversa. Ese conflicto entre la pulsión del instinto y las normas aprendidas es lo que Freud definió como motor fundamental de la conducta humana, fundando así la moderna psicología. Precisamente ese conflicto da a entender que no existen normas universales. De existir, el conflicto entre ello y superego sencillamente no se produciría, nadie hubiese escrito sobre él y Freud por ejemplo se hubiese dedicado a recetar jarabes para la tos.