Esto se lo cuentas a Nicotin que es el que se pone cachondo haciendo comparaciones.Chiflágoras escribió:De clásica voy necesita mejorar, pero mi oído mierdoso me dice que comparar a Bach con Paganini es igual que comparar a Dios con Yngwie Malmsteen.
Lo que pretendía decir con el vídeo del guitarritas hortera -el mismo Satriani, el de las púas chulas, habría servido también como ejemplo- es que Paganini no sólo es apto para los que como a mí se nos nubla el entendimiento debido a esa emocionalidad irracional uterina tendente a acurrucarse bajo una mantita. Has sido tú el que tras toparte con un genio indiscutible, Kogan, has sacado a pasear a Bach.Nicotin escribió:Vengo a decir esto porque cada instrumento es un mundo, pero no sé qué tiene exactamente eso que ver con la comparación entre Bach y Paganini.
Es decir, ejercicios de virtuosismo en la ejecución de escalitas aparte, la composición que tanto le subyuga -cuya calidad no voy a negar así por las buenas- suena a "soy un violinista sensible y atormentado encerrado en un ático parisino con un ventanuco redondeado y sufro, sufro pucho, y lanzo al aire mis quebradizas melodías para que tú, oh mujer de diamantinas pupilas, las escuches y vengas entre sollozos (¿Sollozzos?) a mi rescate.
En cambio, hay piezas que transmiten un mensaje no tan apegado a la característica emocionalidad irracional uterina y más, cómo decirlo, propios a la contemplación de horizontes elevados. Algo como "yo, aquí hoy, he conocido las verdades del Cosmos, he desentrañado El Secreto y he descrifrado la matemática celeste, he conocido, informado y transcrito la Emoción Pura nacida de la Belleza Pura, hoy he visto a Dios".
Como, por ejemplo...
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Y, vamos, supongo que esta pieza no despierta en las damas ardorosos deseos de cubrir al atribulado compositor con una mantita, servirle una sopita y después llevarlo al catre para liberarle de su congoja... pero a quienes no somos aficionados a las tisanas ni -por fortuna- nos seducen los seductores cantos de sireno con melancólica caída de ojos y recurrente subida de jeta, y aun así nos complacemos en prestar atención a lo que perciben nustros tímpanos, puedo decirle que simple y llanamente nos Acojona.
Y claro, después de algo así, lo de Paganini se me queda un tanto en sopitas y tisanas y aguas del Carmen. Que a lo mejor soy yo, ¿eh? Que igual no estoy aún listo para el cantabile de marras.
Paganini era El Virtuosismo y componía para su propio disfrute pero ante todo, para sacar el máximo provecho al violín. Y es en este punto, el "temático", donde sí podrían hacerse comparaciones con alguna pieza concreta de Bach, Vivaldi o Hendel. No ya sólo en calidad, sino en cuanto al rigor con que se concibieron y se desarrollaron. Gran parte del mérito del genovés está en la innovación y en lo que se llamó variaciones o lo que es lo mismo: trabajar una idea musical hasta conseguir definir todas las posibilidades. El resultado era tan espectacular que se empeñaban en decir que había pactado con el diablo -algo similar a lo que le ocurriría a Robert Johnson con la guitarra-; escandalizaba a los tradicionalistas y se convirtió en el terror de los violinistas por sus envenenadas partituras hasta tal punto que se ponía en entredicho que aquello realmente pudiera llamarse música. Y es que los primeros movimientos de los caprichos, por ejemplo, carecen de los principios compositivos convencionales. Así que, bueno, creo que lo justo es colocarlo en el lugar al que pertenece teniendo en cuenta lo que aportó para que otros, a los que sí consideras grandes, se sirvieran de esas variaciones para tu deleite.
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