Nada, a mandar. E insisto en que Riga es la gran desconocida,
aunque ya menos. En Riga el que encuentre a una tía fea el ministerio de Turismo le reintegra el importe de la estancia, palabrita del niño Jesús.

Foreman, fagorishanos las vergüenzas!
Pero a mí lo que realmente me gusta es hablar de comida, de otras comidas.
Mi consejo culinario de hoy es para Cracovia, en la plaza del mercado -vamos, LA PUTA PLAZA de Cracovia, la más grande de Europa y tal-
el Chopskie Jadlo, o más bien uno de ellos.
http://www.chlopskiejadlo.plEL SITIOYo ahí pensé que me clavarían, porque más turístico y céntrico el emplazamiento no puede ser; para mi sorpesa no pagué más de 45 zlotys, es decir unos 10 euros. El sitio es rollo rústico-cocina de la abuela que le llaman los polish, bajando unas escaleras hasta meterte en una ambientación entre cueva y mesón de la plebe donde las cortesanas aireaban la cerveza entre sus tetas para que los machos pudiesen tajarse de ellas mientras mascullaban trozos de venado.

No te engañes por el sitio, porque no es tan pijo como el emplazamiento pudiera hacer creer, vamos que puedes ir en chanclas y pantalón corto y no te mirarán mal.
Al revés que en otros locales de la zona, la clientela suele ser autóctona, y si los Cracovianos van allí en vez de los guiris, será por algo. Las raciones son bastante abundantes y creo recordar que las cartas están traducidas al inglés lo cual ayuda bastante si no quieres terminar con casquería phina entre los dientes.
LA MANDANGA
Esto te lo ponen de entrante, unas hogazas de pan con salsas varias para untar. Pero vamos, es costumbre en toda Polonia este procedimiento para entretener el estómago; algunas salsas son más cremosas con queso, y otras demasiado cremosas con patés demasiado fuertes para mi gusto.

Esta es una sopa como le sgusta a ellos, contundente y especiada hasta reventar (no tanto como en Hungría pero casi). Con un tqoque picante pero demasaida verdura para mi gusto

Este es un rustrido de carne al tipical polish style, con costilla asada de cerdo y ternera al horno ahogada en una salsa bastante buena a pesar de la apariencia de la foto. La guarnición no puede huír de los putos pierogi además de patata y una incompetente verdura. Bastante potente el plato y con una mezcla de sabores que hicieron fiestas en mi boca.

Estos son los omnioresentes pierogi, o ravioli de toda la vida como los traducen ellos mismos para los turistas, pero no se lo digas a un polaco que te hostia vivo. Lo normal es que sean de carne, pero aquí los había rellenos de queso y atún también lo cual se agadece. No están mal, pero acaban aburriendo a las ovejas.
Yo igual carezco de paladar para los sutiles matices, pero casi no encontré diferencia entre los pierogi servidos en un restaurante de postureo que los de un cutre garito de menú-turista.